¿Cuántas horas traían a galope los días de Julio Antonio Mella? ¿Acaso más de 24, como para que hubiese podido hacer tanto en tan breve paso por este mundo?
El mismo, al referirse al cuarto aniversario de la Universidad Popular José Martí, manifestó:
“Cuatro años en la vida de un hombre son nada: apenas el tiempo para crear una resolución o concretar un pensamiento. Cuatro años en la vida de una institución tampoco son nada: apenas el tiempo para convencerse si ha de vivir o no”.
Sin embargo, él mismo superó su teoría, al forjar un impresionante legado político, en solo seis almanaques de militancia dentro de los movimientos, estudiantil y obrero, de la Cuba de la década de 1920.
Quien naciera un día como hoy, 120 años atrás, en Obispo 67, en La Habana Vieja, hijo de la unión extramatrimonial del acaudalado sastre dominicano, Nicanor Mella Breá —hijo a su vez de uno de los líderes independentistas más destacados de su país— y la irlandesa Cecilia McPartland Diez, apenas vivió 25 marzos.
En ese estallar de existencia influiría grandemente el contexto histórico y familiar que le tocó vivir. Al momento de su nacimiento, Cuba era un laboratorio del desarrollo capitalista dependiente. De modo que forjó su ideario en el calor de la lucha contra una dictadura y contra la opresión neocolonial, en medio de la emergencia de las vanguardias artísticas y de los movimientos estudiantil, femenino y del obrero propiamente dicho, ante los agudos problemas propios del subdesarrollo.
Mientras, en el ámbito hogareño, Nicanor McPartland Diez (así fue civilmente inscrito) nació como hijo “bastardo”, por lo que muy pronto conoció la discriminación de los hijos “naturales”. No obstante, siendo un adolescente pudo viajar en primera clase; quiso y hubiese podido estudiar en México; fue el estudiante mejor vestido de la Universidad de La Habana; fue señalado por algunos como mestizo, pero fue admitido en clubes exclusivos para blancos; creció bilingüe a la escucha de las historias de próceres independentistas latinoamericanos y de las luchas sociales irlandesas; se relacionó con importantes personalidades, como Eusebio Hernández, veterano de la guerra de independencia cubana e insigne profesor universitario, y el poeta, periodista y político mexicano Salvador Díaz Mirón.
Según el destacado historiador cubano Jesús César Guanche, compilador del libro Mella. Textos escogidos, “Esa amalgama le otorgaría importantes ventajas a Mella: leer los textos del marxismo en sus traducciones inglesas, cuando eran aún muy escasas en español; moverse entre diversos estratos sociales y contextos culturales, estar bien situado históricamente para comprender la trama revolucionaria de la independencia anticolonial cuando el marxismo vivía confusiones trágicas respecto a “lo nacional”, introducir la estrategia política, inédita en Cuba, de movilizar a la nación a través de una huelga de hambre, hecho que le llegaba en su tradición irlandesa; combatir el sectarismo e imaginar alianzas políticas impensables para la corrección revolucionaria de su momento; ser dogmático y después superarse con tanta agilidad como hondura, comprender el legado de la esclavitud y formular las reivindicaciones de la racialidad como derechos ciudadanos, contribuir a convertir definitivamente el antinjerencismo en antimperialismo, considerar el marxismo como una filosofía que no pretende inventar un mundo sino dar cuenta de la transformación del realmente existente”.
A decir de Guanche, cada uno de estos datos nos ayudan a comprender mejor la formación de la personalidad de Julio Antonio Mella.
«El cubano que más hizo en menos tiempo»
Su militancia política comenzó activamente el 20 de diciembre de 1922, como uno de los principales fundadores de la Federación Estudiantil Universitaria en el Alma Mater habanera, donde estudiaba desde el año anterior la carrera de Derecho y Filosofía y Letras.
Solo unos días después, en enero, junto a Felio Marinello, presidente del Directorio de la Federación de Estudiantes de la Universidad de La Habana (FEUH) , Mella -que fue primeramente su secretario- declara que los estudiantes tienen derecho a participar en la administración universitaria. En la asamblea del día 12 en el Aula Magna, le habla a los alumnos y esa misma madrugada ocupan la Universidad, logrando clausurar el centro.
Para marzo, los universitarios conminados por él declaran la “Universidad Libre”. Lo nombran rector interino. Elegido secretario de la Comisión Mixta de profesores y estudiantes. El Directorio de la FEUH acuerda, a propuesta de Mella, celebrar el Primer Congreso Nacional de Estudiantes. Aparece el primer número de la revista Juventud.
Ya en junio de 1923, ocupa la presidencia de la FEUH. Y solo unos meses después, en octubre, preside el Primer Congreso Nacional de Estudiantes, donde nace, a decir de él, su hija más querida: la Universidad Popular José Martí.
Un año después de fundada la FEU, Julio Antonio renuncia a su dirección para facilitar un entendimiento entre las tendencias en pugna. No obstante, ya en abril de 1924 es nombrado presidente de la Federación Anticlerical. En Agosto funda la Confederación de Estudiantes de Cuba, para agrupar a los universitarios, los bachilleres y los estudiantes de las Escuelas Normales.
Septiembre lo ve encabezar las protestas populares por la presencia en La Habana del barco fascista Italia. El nuevo año será fructífero. En marzo dirige las manifestaciones exigiendo la soberanía de Cuba sobre Isla de Pinos. En mayo habla en varios actos de los trabajadores en conmemoración del Día Internacional del Trabajo. En junio funda con otros revolucionarios la Sección Cubana de la Liga Antiimperialista de las Américas. En agosto, junto a Carlos Baliño y a otros militantes marxistas, funda el Partido Comunista de Cuba.
Al representar una gran amenaza para la dictadura de turno, el gabinete machadista ejerce presiones a la dirección universitaria tejiendo supuestas pruebas en contra de su persona, por lo que en septiembre, el Consejo de Disciplina de la Universidad de La Habana le impone la sanción de expulsión temporal del centro docente.
La decisión de “sacarlo del juego” a él y demás líderes influyentes del Partido es un hecho. En noviembre es encarcelado, junto a otros revolucionarios, por la policía machadista, bajo la acusación de haber cometido “actos terroristas”, aludiendo a una bomba que los propios tiranos detonaron en el Teatro Payret de La Habana, con el objetivo de inculpar a los comunistas.
Una vez en prisión, sostiene, durante 18 días, una huelga de hambre en señal de protesta por su encarcelamiento. El dictador Gerardo Machado promete que “o come o se muere”. Pero una intensa campaña nacional e internacional a favor de su libertación, y el deterioro de su estado de salud (perdió 35 libras de peso) obligaron al Asno con garras a firmarle la libertad condicional.
Ante el peligro que corría su vida bajo la represión de Machado, en enero de 1926 sale del país con rumbo a Honduras, hasta llegar a México, donde demostrará su integridad revolucionaria y comunista, a pesar de las acusaciones que le imputó la entonces dirección del Partido, antes de salir de la Isla.
Solo un mes después de llegar al país azteca, es nombrado miembro del Comité Ejecutivo de la Liga Antiimperialista de las Américas. En este mismo año ingresa en el Partido Comunista de México, es detenido durante una manifestación de protesta por la condena impuesta a los obreros Sacco y Vanzetti en Estados Unidos.
En ese tiempo le sucede tal vez la peor de las desgracias: nace muerta su primera hija y sin dinero para el entierro, le da sepultura clandestina en un cementerio.
Antes de concluir el año, escribe importantes ensayos revolucionarios como El grito de los mártires, en homenaje a Alfredo López, líder obrero anarcosindicalista, y Glosas al pensamiento de José Martí.
Febrero de 1927 lo ve erigirse en el Congreso Mundial contra el Imperialismo y la Opresión Colonial representando a la Liga Antiimperialista de las Américas (secciones mexicana, salvadoreña y panameña) y a la Liga Nacional de Campesinos de México.
Un mes adelante visita la Unión Soviética, donde permanece hasta mayo, estrechando nexos con la naciente Revolución Socialista de Octubre.
Ante la crisis económica que atraviesa para poder mantener a su familia, Mella parte en agosto hacia Nueva York, con el propósito de encontrar trabajo y luchar desde allí contra Machado.
Para entonces su hija Natacha está por nacer y su esposa Olivia Zaldívar decide regresar a Cuba. Entonces Mella, luego de la ruptura matrimonial, regresa a México y matricula en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México para concluir la carrera de abogado.
Mella y Tina, una historia de amor y lucha.
El próximo año Mella destaca en su activismo político. Funda la Asociación de Nuevos Emigrados Revolucionarios Cubanos (ANERC) constituyendo filiales en México, Nueva York y París. A nombre del Comité Manos Fuera de Nicaragua encabeza múltiples protestas en apoyo a la lucha guerrillera de Augusto César Sandino.
Crea el periódico Cuba Libre, órgano de la ANERC, dirigido y redactado por él para los trabajadores. Junio de 1928 lo únirá para siempre a Tina Modotti, al cruzar sus caminos en la redacción del periódico El Machete.
A través de la ANERC, en septiembre, realiza preparativos para una expedición armada a Cuba. Está en Veracruz y se entrevista clandestinamente con Leonardo Fernández Sánchez. Desde allí le escribe a Tina Modotti: le pide que vivan juntos. Al regresar, se instala en casa de su amada.
Es un hacedor de revoluciones. En reunión del Comité Central del Partido Comunista de México propone la creación de la Confederación Sindical Unitaria de México, lo cual acuerdan de inmediato. Por entonces, también organiza la Asociación de Estudiantes Proletarios en la Facultad de Derecho de la UNAM.
A dos meses de concluir el 1928, habla en un acto organizado por el Partido Comunista de México, en conmemoración del onceno aniversario del triunfo de la Revolución Socialista de Octubre en Rusia. Tal vez, lo que detonó el plan de asesinato orquestado desde Cuba por Gerardo Machado.
En diciembre, Santiago Trujillo, jefe de la Policía Secreta del tirano, contrata a José Magriñat para ultimar al líder. El sicario regresa a México con ese fin.
10 de enero de 1929. Julio Antonio participa en une ejecute el reunión en la dirección del Socorro Rojo Internacional para fundar un comité pro edificio Emiliano Zapata, que sería albergue para los hijos de militantes asesinados o perseguidos. Tina Modotti marcha a enviar un telegrama al periodista Sergio Carbó, director de La Semana, para desmentir infundios sobre la persona de Mella. Mientras, este se entrevista en el café Hong Kong con Magriñat, un propietario de un salón de juegos que se había acercado a los exiliados cubanos para una donación monetaria.
Una vez concluido el encuentro, el joven cubano recoge a su amada y de regreso a casa, en la esquina de Abraham González y Morelos, a traición, le disparan dos balazos. Lo llevan al hospital de la Cruz Roja. Pero fallece a la 1 y 45 de la madrugada, mientras lo operan.
En declaraciones a la prensa, Tina afirma que su última frase fue: “Muero por la revolución”.
Fidel en el acto de entrega de las cenizas de Julio Antonio Mella, en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, el 22 de agosto de 1975. Foto: Estudios Revolución/ Sitio Fidel Soldado de las Ideas.
«¡Es conmovedora la historia de esta vida tan breve, tan dinámica, tan combativa y tan profunda!”, dijo nuestro Comandante en Jefe, al referirse al líder indiscutible del estudiantado universitario cubano.
Por ese estallar en tan poco espacio, ese vivir en tan poca vida, es que Fidel también lo definió como “el cubano que más hizo en menos tiempo”.