El Doctor José Rubiera es uno de los meteorólogos más queridos por los cubanos. Foto: Tomada de Mincult.
La naturaleza y, en particular, los eventos climáticos, han sido centro de atención de los seres humanos desde las primeras civilizaciones. Con mayor o menor precisión, los científicos han realizado importantes descubrimientos a lo largo de la historia.
Un hito importante en la estructuración de ese campo fue la fundación de la Organización Meteorológica Mundial, a partir de un convenio que entró en vigor el 23 de marzo de 1950. Por ello en esa fecha se celebra cada año, desde 1961, el Día Meteorológico Mundial.
No es esta para los cubanos una ciencia distante. Casi todos mostramos “nuestras habilidades de pronósticos” cuando se acerca un huracán, o sabemos de qué se trata cuando se habla de un frente frío, un anticiclón o el famoso polvo del Sahara.
El crédito, además de la difusión acertada, se lo lleva la calidad de los profesionales de centros como el Instituto de Meteorología (fundado el 12 de octubre de 1965) o el Instituto Superior de Tecnologías y Ciencias Aplicadas (InSTEC), que hace justamente dos décadas retomó a la Meteorología como una carrera de pregrado.
Testigo de esos años iniciales es Elier Pila Fariñas, investigador del Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología y uno de los rostros de ese campo más conocidos en la actualidad, quien pertenece al segundo grupo de meteorólogos graduados por el InSTEC.
“Me presenté a los primeros exámenes, cuando abrió la carrera, pero, al ser varón y pasar el servicio militar, comencé en el segundo curso. Era un experimento en cierta medida, porque por delante de nosotros solo había un curso que iba ‘rompiendo el hielo’ en los diferentes niveles. Al graduarnos, la mayoría de nuestros profesores se volvieron compañeros de trabajo, porque son especialistas en sus materias”, comenta.
Carlos Manuel González Ramírez, de la quinta graduación de meteorólogos (en el año 2012), decidió continuar el trabajo del claustro de fundadores, como profesor asistente del Departamento de Meteorología. Para él, los profesores de la carrera en el InSTEC son parte indisoluble de la vasta historia meteorológica cubana, que le ha valido a nuestros científicos el respeto de la comunidad internacional.
“Hoy Meteorología está acreditada de excelencia, dentro de las 91 carreras que ostentan esa categoría en Cuba, y no pocos especialistas formados en el InSTEC brindan servicios, participan en proyectos y forman parte de expediciones internacionales, lo cual da muestras del nivel con que fuimos preparados”, asegura Carlos Manuel, quien se desempeña además como presidente de la Sociedad Meteorológica de Cuba.
La carrera cuenta con un plan de estudios de cuatro años y comprende entre sus asignaturas básicas ramas de la Matemática, la Física, la Química y la Programación. Asociadas directamente a la especialidad están materias centradas en componentes meteorológicos como satélite, radar, sinóptica, mesoescala marina y física de las nubes.
El claustro de profesores lo compone una amplia nómina de Doctores y Másteres. El InSTEC, en su conjunto, tiene una cartera de ocho maestrías, dos especialidades y cinco programas doctorales. Los buenos resultados se sustentan en la formación teórica y en la inserción de los jóvenes, desde el inicio de la carrera, en instituciones científicas, de servicios y en empresas de alta prioridad para el país, lo cual les permite participar activamente en proyectos de desarrollo.
Testigo y partícipe de esa interrelación academia-centros investigativos es Miguel Ángel Hernández Martínez, especialista principal de Pronósticos del Tiempo y Estados del Mar del Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología. Ha tenido la oportunidad de asesorar a los estudiantes de prácticas que pasan por el centro y considera que en su mayoría tienen buen desempeño y rápido desarrollo. “Buena parte de ellos regresan como trabajadores. La última graduada de la que fui tutor, por ejemplo, labora conmigo y lleva el archivo de ondas tropicales del Centro de Pronósticos”, dice.
Pero al graduarse, los meteorólogos también pueden inclinarse por otros centros de trabajo, en una rama que abre cada vez más su diapasón, acorde a las exigencias actuales.
Estudiantes y profesores del InSTEC. Foto: Página del InSTEC en Facebook.
Los meteorólogos: ¿Solo pronostican el tiempo?
El Centro de Pronósticos del Tiempo del Instituto de Meteorología es la cara visible de esa especialidad en Cuba, donde los propios especialistas son los presentadores del estado del tiempo en los medios de comunicación.
Lo anterior, si bien ha facilitado que el público reciba una información especializada de primera mano y en voz de autoridades en el tema, también ha propiciado que entre algunos espectadores se instaure la imagen errónea de que el Instituto de Meteorología se circunscribe al Centro de Pronósticos.
La realidad es que ese instituto, perteneciente a la Agencia de Medio Ambiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma), cuenta con 68 estaciones, 14 centros provinciales y una red conformada por ocho radares que cubren el archipiélago y mares adyacentes, según explica Orfilio Peláez en el trabajo “Instituto de Meteorología: plaza del conocimiento y el bien público”, publicado en el diario Granma. Esas capacidades y, sobre todo, la calidad de sus especialistas, convierten al Insmet en un referente para el Caribe, por sus resultados científicos y operativos.
Además del Centro de Pronósticos del Tiempo, el Insmet cuenta con un Centro de Meteorología Marina, relacionado con el recurso costero y marítimo, donde se realizan los pronósticos de contingencia cuando hay marejadas e inundaciones costeras, así como investigaciones sobre la protección del mar, la contaminación marina y los derrames de sustancias químicas.
El Centro de Física de la Atmósfera, por su parte, investiga y desarrolla herramientas para comprender mejor fenómenos como la nubosidad y los procesos de lluvia y realiza estudios sobre la radiación solar y sus aplicaciones, entre otras tareas.
Encargado de trabajar con los datos meteorológicos y climáticos del país, así como de velar por la protección ambiental, está el Centro del Clima, que desarrolla proyectos de variabilidad climática, recuperación de datos, estudios sobre el control de la sequía, el Atlas Climático de Cuba, etc.
La Meteorologia tiene una rama que se dedica al trabajo con las producciones agrícolas. Para su atención está el Centro de Meteorología Agrícola, cuya labor se orienta, entre otras cuestiones, a la protección de los bosques y la floresta del país, la prevención de incendios y el asesoramiento científico-meteorológico de la producción agrícola.
Por otra parte, el Centro de Contaminación y Química de la Atmósfera realiza trabajos sobre lluvias ácidas, contaminación del suelo y del agua y atiende solicitudes de fábricas que demandan seguros y certificaciones.
Para mantener la comunicación entre todos los centros del país y el buen estado de los instrumentos meteorológicos y servicios informáticos, el Instituto de Meteorología cuenta con el Centro de Instrumentos y Métodos de Observación. Mientras tanto, encargado de los servicios de publicidad y comercialización de la información, así como de la digitalización de los datos, está el Centro de Información, relacionado con las publicaciones, la bibliotecología y la archivística.
Por último, pero igualmente imprescindible, está el Centro de Radares, el único que no radica en la sede nacional del Instituto de Meteorología, pues se encuentra en Camagüey. Es la entidad encargada de la atención de los radares cubanos y de liderar su proceso de digitalización, en un sistema donde cada radar se interconecta con el Centro Nacional de Pronósticos.
Además de estos nueve centros nacionales, la carrera de Meteorología amplía su campo de actuación, a medida que egresan más profesionales de las aulas del InSTEC. Hoy es común encontrar meteorólogos en sitios como el Instituto de Oceanología o los aeropuertos. Este último es el caso de Henry Delgado Manzor.
Este joven creció a 15 kilómetros de la estación meteorológica Indio Hatuey, en Matanzas, donde se hizo aprendiz de observador. En 2002 -un año antes de comenzarse a impartir la carrera de Meteorología en el país- realizó un curso en la materia en el Centro Meteorológico Provincial de Matanzas y, luego de seguir superándose, comenzó a trabajar en la oficina meteorológica del Aeropuerto Internacional Juan Gualberto Gómez, de Varadero.
El meteorólogo aeronáutico ayuda a tomar decisiones, tanto al personal de operaciones como a tripulantes de aeronaves. Henry explica que en la aviación cualquier fenómeno es importante: la lluvia afecta la visibilidad y la acción de frenado, por lo que provoca aterrizajes más largos. Cuando la altura de la base de las nubes es muy baja o la visibilidad se reduce mucho, las aeronaves deben esperar en el aire hasta que mejoren las condiciones. “Del meteorólogo pueden depender medidas muy complejas, como el desvío de una aeronave o hasta el cierre temporal del aeropuerto”, afirma.
“Nuestra labor consiste en realizar observaciones meteorológicas a intervalos fijos -cada una hora- y observaciones especiales, siempre que ocurran cambios significativos en las variables, ya sea el viento, las nubes, la visibilidad, el tiempo presente, entre otras. Con esos datos se conforma un mensaje en lenguaje de código, de conformidad con lo establecido por la Organización de la Aviación Civil Internacional para todos los aeropuertos”, señala.
Cada día cobra más relevancia la seguridad aérea, en un contexto en que los vuelos aumentan y, por ende, existe una mayor congestión. En ese panorama, la meteorología es imprescindible. También lo es para la agricultura, el turismo y todas las actividades que desarrollemos al aire libre.
Henry Delgado Manzor se desempeña como meteorólogo aeronáutico en el Aeropuerto Internacional Juan Gualberto Gómez, de Varadero. Foto: Cortesía del entrevistado.
Avances y asuntos pendientes de la ciencia de la atmósfera en Cuba
“En los últimos 20 años no existe un departamento relacionado con la Meteorología que no haya experimentado desarrollo”, afirma el presidente de la Sociedad Meteorológica de Cuba.
Para Miguel Ángel, los principales logros tienen que ver con el fortalecimiento del Sistema de Vigilancia Meteorológico Nacional y la efectividad en el trabajo con los ciclones tropicales. A ello se suma la creación de modelos y softwares para el pronóstico de la lluvia en el Centro de Física de la Atmósfera; el desarrollo de proyectos para fortalecer el sistema de mitigación y protección contra desastres naturales e inundaciones costeras; así como la digitalización de los radares del país, a partir del esfuerzo de los trabajadores de Camagüey, que han realizado innovaciones aceptadas por fabricantes de radares de mucho prestigio en el mundo.
También ha sido fundamental la preparación de los pronosticadores, que son universitarios en su mayoría. “El nivel de habilidad de los meteorólogos cubanos es muy alto, por encima de no pocos países. Si no fuera por el bloqueo constante que tenemos, estaríamos en mejores condiciones”, afirma Miguel Ángel.
Con él coincide Elier, quien asegura que, a pesar de las limitaciones, la capacidad humana ha seguido creciendo y sobreponiéndose, lo cual ha permitido que Cuba sea un referente en el área, por sus investigaciones y el aporte del Instituto de Meteorología. Ello ha incidido también en el aumento de la cultura meteorológica en la población.
“Desde la propia fundación del Instituto de Meteorología, y mucho antes, las personas llevaban en sus mapas la trayectoria de huracanes que se reportaban en esos momentos. Algunos tenían instrumentos meteorológicos y hacían las lecturas de los fenómenos y variables. Esta cultura ha ido incrementándose, ahora con posibilidades como las páginas web y otras herramientas facilitadas por las nuevas tecnologías”, comenta.
Para Carlos Manuel, los logros se materializan en esfuerzos como el sistema de predicción a muy corto plazo basado en acoplamiento de modelo de alta resolución y asimilación de datos (de gran utilidad para el pronóstico local); los muestreos de la calidad del aire; métodos para la verificación de los pronósticos del tiempo; estudios relacionados con el clima y la salud; los fenómenos meteorológicos extremos que afectan la agricultura en las provincias de La Habana, Artemisa y Mayabeque; la cronología de inundaciones costeras en Cuba; entre otros. “En la actualidad suman un total de 56 proyectos de investigación”, dice.
Pero también existen varios desafíos en el desarrollo de esa ciencia. El primero, afirma Henry, es seguir elevando la cultura meteorológica de la población, sobre todo en los sectores más sensibles a las condiciones meteorológicas.
En ese sentido, Elier considera oportuna la articulación del conocimiento especializado con las nuevas formas de comunicar. “Las personas quieren ver la información de disímiles maneras. Ya no resulta atractivo el tradicional texto, lo cual nos impulsa a movernos hacia la visualidad y las redes sociales, que son de gran utilidad para comunicar la evolución de fenómenos meteorológicos muy rápidos, por ejemplo”.
El otro reto para el especialista es llevar al pueblo una información cada vez más detallada. “Ya las personas no se conforman solo con saber si va a llover mañana. Quieren saber específicamente si va a llover a una hora, en un lugar determinado y debemos ser más específicos, dentro de las posibilidades que ofrece de la tecnología que tenemos”, dice.
A lo interno del gremio meteorológico, afectado también por la migración de los más jóvenes, Miguel Ángel considera que se deben propiciar las condiciones para que los especialistas se sientan motivados.
Respecto a la ciencia que estudia, advierte que el cambio climático es el mayor desafío. “Los eventos meteorológicos se están modificando. En las temporadas invernales cada vez hace menos frío, los ciclones tropicales se intensifican a una velocidad muy alta y a medida que el tiempo avance deben ocurrir cambios más drásticos”, afirma.
Aunque, por su condición de archipiélago, Cuba tiene la ventaja de estar apartada de los continentes, los cambios también llegarán, porque la atmósfera es una sola para todo el planeta y las condiciones meteorológicas viajan. Tal es el caso de la sequía que enfrenta hoy el país.
Proteger recursos como el agua potable, los bosques y playas son, según Miguel Ángel, el desafío principal de todas las ciencias naturales en Cuba. La Meteorología juega un papel fundamental en ese sentido, porque los seres humanos continuamos a expensas del tiempo para desarrollarnos. Nos toca escuchar, aprender y concientizar la importancia de estos temas. Contamos con especialistas muy valiosos para guiarnos en ese empeño.
Radar de la Gran Piedra. Foto: Archivo.
Trabajadores del Centro de Pronósticos del Tiempo del Instituto de Meteorología. Foto: Miguel Ángel Hernández.
Estación receptora de imagen de satélite, un logro del Instituto de Meteorología. Foto: Archivo.
En video, ¿Dónde, cómo y qué hacer para estudiar Meteorología en Cuba?
(Por: Yilena Héctor Rodríguez)