En la historia de las tablas cubanas existen grupos de teatro privilegiados por el “posicionamiento cultural” que representa su nombre e historia, ubicándose como “marca artística” en el mapa escénico de la Isla: Teatro El Mirón Cubano parece clasificar en esa coordenada particular (acoplando términos del marketing para la escena). Esta idea cobra aún más significado desde que supe que la Distinción “El Conde Alarcos” (concedida por la Uneac en 2022) le fuera otorgada a la joven directora del grupo Teatro El Mirón Cubano, Rocío Rodríguez Fernández, entregado este sábado 28 de enero de manos del escritor para niños y presidente de filial, José Manuel Espino, en el nuevo espacio del grupo “El patio del abuelo Pancho”.
Tal distinción es un reconocimiento diacrónicamente emparentado con el nombre del grupo, con el significado explícito de la figura de José Jacinto Milanés y su obra escrita en la ciudad de Matanzas. Y es que el nombre de tal distinción y los motivos para su otorgamiento no pueden quedar más “en zona”, por la obra intensa de esta talentosa y humilde creadora, teatróloga (también actriz) y directora de profesión, artista consagrada a la escena desde su concepción.
Heredera a través de sus padres, actores, creadores en esta ciudad, de una voluntad de hacer y vivir para el teatro cubano, de volver toda adversidad crecimiento, aprendizaje y trabajo. Su madre, la multifacética promotora, productora y actriz Mercedes Fernández Pardo y el padre, actor y director, Francisco Rodríguez Cabrera (entrañable ser humano), son fundadores del grupo Teatro El Mirón Cubano, que desde 1984, año del nacimiento de Rocío, adopta este nuevo nombre en tributo a las obras de Milanés que había representado antes el Conjunto Dramático de Matanzas (antecedente de teatro El Mirón…).
Ciertamente la joven directora Rocío Rodríguez Fernández hereda el espíritu romántico de Milanés, implícito en aquellos cuadros de costumbres escritos en versos por el bardo, entre 1840 y 1842: “Cuadros del Mirón Cubano”; pero también Rocío, con su poética, ha dado muestras de homenaje permanente a la poesía y al teatro, a su Matanzas, a “su gente”, siempre destinataria asertiva de su poética como directora. Honra así los rasgos que tipifican y posicionan su agrupación escénica, cátedra del teatro de calle, esa que desde los 90 redimensionó su estética, pionera en Cuba, en consagrar la calle como escenario (bajo la tutela del maestro Albio Paz). La memoria de Milanés, honrada y extendida con varias obras y personajes concebidos entre su padre Pancho y la propia Rocío (incluso para la calle); vale recordar El viejo y el mar, o el personaje creado como ¨una aparición¨ ilustre, el Milanés que Francisco Rodríguez (Pancho) encarnó hasta hace poco, desde los códigos del performance, con una presencia escénica destacada en más de una ocasión.
Rocío coherentemente ha mostrado con brío, inteligencia y fuerza creadora esa savia heredada especialmente durante la etapa de confinamiento en 2020, cuando El Mirón Cubano movilizó la escena a la intemperie en tiempos de covid, con el apoyo del CPAE, tras convocar a las calles a las agrupaciones teatrales y proyectos; así se programaron funciones en los consejos populares con la “Tropa en tu barrio Albio Paz”. Fue desde antes, y al unísono de las tropas, en que la hija de Mercy y Pancho comenzó a recrear, desde un espacio íntimo, mensajes oportunos a fechas, celebraciones, como necesidad de no pasar inadvertidas las horas de encierro e involucrar más a la familia a través de las redes.
Programó funciones de Mirabella, en la sala teatro y varias en el hospital pediátrico de Matanzas (Eliseo Noel Camaño), que dio origen al proyecto y serie Mirabella junto a ti. Surgió entonces a finales del 2020 otro estreno, nostálgica reconexión con su infancia, inspirada en la relación con su hijo Diego, incluyendo exposición y espacio sensorial, Nacidos en los ochenta; y en enero de 2021 las series imparables: Gotas martianas, Historias al oído, Historias para ser contadas en tangram; después los audiovisuales para los que involucró a los fotógrafos y realizadores Sergio Jesús Martínez y Raúl Navarro, conformando nuevas series como Un canto para mi niño (canciones tradicionales infantiles, incluyendo temas de cantautoras importantes, Liuba María, Rita del Prado, Enid Rosales, Yaima y Yahili Orozco, Rochy Ameneiros, las matanceras Lien Rodríguez y Tania Moreno, entre otras voces importantes).
El teatro de figuras ha sido otra conquista establecida, recreada a través de las redes y en los Conciertos de El Mirón y sus invitados, el primero estrenado en la Jornada de Teatro Callejero (2021), como colofón de casi quince producciones musicalizadas; el de mayor impacto, en el evento Longina en Santa Clara, en 2022. Asimismo, dos nuevos estrenos: El arroyo de la Sierra (extraída de la poesía y narrativa para niños de José Martí), El ave dorada (en diálogo con Nacidos en los ochenta) y el reestreno de La Pamplinera. Todo ello posible en colaboración con su equipo del Taller de diseño de El Mirón Cubano (Midielkis, Yordan, Sergio, Teresita, entre otros) y la nueva estética en papel, en conjunción con el artista visual Norlys Briones Reyes, apropiándose del teatro de figuras, a través de técnicas combinadas, no solo de títeres planos. Rocío también ha sido fiel a sus dos escuelas paradigmas del teatro de figuras: Teatro Papalote y Teatro de Las Estaciones: René, Rubén y Zenén, padres suyos también.
Ha cultivado Rocío más iniciativas que trascienden el escenario tradicional, junto al grupo El Mirón Cubano: concursos infantiles, exposiciones, talleres de manualidades, funciones en casa, escuelas, plazas y centros culturales de toda la provincia, así como sus dos nuevos espacios en su sede, fuera de sala: El patio del abuelo Pancho y En un dos por tres, entrañables para la comunidad de niños de la ciudad. Cada una de estas creaciones se materializan en los resultados alcanzados por el grupo bajo la tutela de nuestra directora, definitivamente también en el espíritu romántico, efervescente, por vía directa del autor cubano romántico por excelencia, polémico como su obra misma El Conde Alarcos, de igual modo Rocío mantiene una relación dialéctica con la tradición.
Desde el espacio público, en cada función de sala, nuestros mirones asombran (Javier, Leynis, Yanetsis, Masiel, El Chino, también los músicos Pablo, Olga, Mayo y demás miembros), todos. Liderados por ella mueven de zona al espectador, esos también mirones, ¨que vienen a ver¨ para conectar con lo que hace el grupo Teatro en una ciudad de poetas y artistas, la ciudad de Milanés, de nuestro Pancho, la misma que llaman Capital del Títere.
Enhorabuena, Rocío y Teatro El Mirón Cubano, ¡felicidades por este premio!, sigan fieles a su historia, válida contribución al teatro cubano, al teatro de figuras con su aporte a la calle o a la intimidad de la experiencia teatral para la familia. Creo en la voluntad de esta directora y en su quehacer imparable, invitación continua para robustecernos espiritualmente.
(Por: Por Marvelis Díaz Betancourt / Fotos: Raúl Navarro)