Ignacio en el recuerdo imperecedero de sus colegas

Ignacio en el recuerdo imperecedero de sus colegas

Ignacio López Marrero. Foto: Tomada de Internet.

La muerte nos lo arrebató cuando todavía Ignacio López Marrero pudo haber entregado mucho de su larga carrera profesional, como periodista y profesor, a quienes inician la pródiga senda de informar, entrevistar, contar anécdotas y hechos varios de la vida cotidiana.

Igna, como acostumbraba a llamarlo, se caracterizaba por su sencillez, humildad, porque surgió desde abajo, desde la nada, para expresarlo en la forma que siempre prefería.

Devino periodista escalando grandes montañas de voluntades desde lo más bajo en el nivel educacional. Casi analfabeto, pasó por los diversos segmentos educacionales hasta llegar a la Universidad de La Habana.

Con muchos obstáculos, privado de la enseñanza propia de la niñez y juventud. Pero, cual gigante, se levantó cuando la Revolución y su sistema educativo le entregó las armas para erguirse.

Lo hizo de admirada forma, porque inteligencia no le faltó, y pasó por sus aulas como un renombrado alumno que batallaba contra cualquier conocimiento hasta lograr introducirlo en lo más interno de su cuerpo, y demostrarlo a la hora de escribir a máquina o luego, con la nueva tecnología, a como pudiera, pero lo lograba y bien.

Alegre y sonriente pasaba la mayor parte de la vida entre el valioso colectivo de Girón, pero no quisiera verlo usted bravo, cuando le asistía la razón. Se plantaba hasta el final, pero con razón y respeto. También capaz de demostrar, profesionalmente, de qué lado estaba el bien.

Como persona humilde, siempre defendió con justicia cuanto llegaba del Estado, de su país, de la Revolución y de Fidel, al que enarboló siempre como estandarte del pueblo cubano, de los pobres, de los que pueden, como él, surgir desde bien profundo y ser útiles hasta la médula.

Se nos va ahora Ignacio, cuánto lo sentimos los que estuvimos a su lado. No importa la distancia en metros o kilómetros –vivía en Pueblo Nuevo, aledaño al histórico Palmar de Junco–, y desde allá nos llamaba para cualquier asunto de interés.

Era, sin falta alguna, un doctor en conocimientos al hablarse del cultivo de la caña. No solo en la actualidad de esa industria, sino en pasado, lugares, hechos, molidas, etc. Y criterios con claros fundamentos.

Un maestro de cuanto decía para formar a quienes lo siguieron, entre quienes me hallo. Siempre lo recordaremos. Formó parte de nuestra vida, la familia, porque lo apreciamos y respetamos como a un hermano mayor.

Hay muchas formas, más bellas incluso, que el describir nuestro para demostrar este dolor por la irreparable pérdida humana, pero cuanto escribo incluye hasta el máximo de nuestro sentir por Ignacio, quien se nos fue físicamente pero perdurará de forma imperecedera en el recuerdo. Descansa en paz, hermano, colega, amigo.
Nuestro pésame a la familia, esposa, hijos, nietos…

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