
Nobel de la Paz, Preludio de la Guerra
Sé que insisto demasiado con la idea de que “no hay nada nuevo bajo el sol”, aunque uno, como respuesta emocional más que racional, intente encajar lo dicho con lo hecho y lo esperable con lo dable. Sin embargo, cuando la lógica es el doble rasero, la “grata sorpresa” da lugar a la amarga constatación de que la hipocresía es el principio rector de la política global.
Por eso, habiendo candidatos tan calificados y a tono, como Francesca Albanese o el mismísimo papa Francisco (Jorge Bergoglio), que el jurado noruego haya elegido a María Corina Machado no deja de verse como un acto de descaro y de insolencia.
Es una verdadera pena que el Premio Nobel de la Paz haya degenerado en un acto de conveniencia y cálculo político, más orientado a congraciarse con el establishment de poder, que a honrar una justicia genuinamente representativa. Así las cosas, pareciera ser que los noruegos —embebidos en su membresía atlántica y su proximidad a las élites anglosajonas— se muestran cada vez más incapaces de desprenderse de su propio marco ideológico. 1
Después de todo y de cierto modo, existe una agridulce coherencia: Alfred Nobel fue el inventor de la dinamita, así que no resulta tan ilógico que el Nobel de la Paz termine en manos de personajes con mensajes “explosivos” o con una inclinación a “hacer estallar” el mundo a su antojo. Desde ese punto de vista, nadie mejor que la venezolana María Corina Machado.
Algunos críticos han notado cierto perfil cualitativo en los ganadores: ¿Puede acaso atribuírsele, al menos en los últimos tiempos, al Parlamento de Noruega encargado de designar el Comité que otorga este galardón, una sola elección favorable a un “luchador contra el sistema” comprometido en denunciar las atrocidades de regímenes falsamente democráticos, neofascistas o proclives a matar en pos del “orden basado en reglas”? Mmmm. Los “luchadores por la paz” parece que solo son reconocidos cuando van en contra de gobiernos izquierdistas, revolucionarios, “parias” o anti-Hegemón.
Desde esa perspectiva, la designación actual no es más que un espaldarazo al aparato propagandístico occidental: conferirle una “pureza angelical” a alguien que cumple —y cumplirá con aún mayor eficacia— las órdenes del establishment neoconservador, con una precisión absoluta y total.
Analicemos dos de los últimos polémicos Premios Nobel de la Paz:
1] La activista persa Narges Mohammadi, por su lucha contra la opresión de las mujeres y por los derechos humanos en Irán, entregado en 2023… apenas después del «golpe suave», basado en la muerte de la joven kurda Mahsa Amini, orquestado por Israel y Occidente para evitar que Irán ingrese en la OCS y BRICS, y obtenga así “retaguardia estratégica”.
2] El bielorruso Alés Bialiatski, por defender los derechos humanos, la libertad cívica y constituir voces democráticas frente a regímenes autoritarios, justo luego de la «revolución de color» preparada por NED/USAID y otras similares (como OpenSociety) en Bielorrusia, en agosto de 2020, cuya máxima expresión fue Svetlana Tijanovskaya, una “joven feminista” ultra-neoliberal preparada intelectualmente por el Tony Blair Institute for Global Change (TBI). Bialiatski apoyó las protestas pacíficas que estallaron tras las elecciones presidenciales. La idea detrás del golpe era convertir a Bielorrusia en otro ariete antirruso al estilo ucraniano. Bialiatski fue encarcelado y Tijanovskaya huyó, gracias a sus contactos con la CIA, a Vilna, Lituania, desde donde sigue conspirando.
Esos premiados, sin embargo, no levantaron tanta polvareda como Machado porque sus “luchas” fueron más etéreas, por lo tanto, menos acusables de responder a un propósito político. Con Machado no hay lugar a dudas.
Machado es efectivamente la mejor representante latinoamericana —de una lista larga de genuflexos entregadores—, del straussiano/neoconservador Estado Profundo estadounidense. Recientemente, estuvo involucrada en la organización de guarimbas ultraviolentas y al frente del intento de golpe de Estado de la CIA, en 2022 y 2024, contra el presidente venezolano Nicolás Maduro. En 2019 apoyó a Juan Guaidó y en 2002, suscribió el llamado«Decreto Carmona», que disolvió la constitución de 1999 y todas las instituciones públicas, y proclamó a Pedro Carmona como presidente interino mientras se intentaba fusilar al presidente Hugo Chávez.

Hoy en día, Machado no disimula en absoluto su devoción por Donald Trump —que deja diminuto al devoto Milei—, al igual que antes la tuvo por Biden, Obama, G. W. Bush, o cualquiera que ocupe el Salón Oval. Su entusiasmo se explica porque respalda fervientemente una intervención militar estadounidense que “libere Venezuela”. No sorprende, entonces, que también haya apoyado las sanciones ilegales de Occidente contra su país, que estrangulan la economía, empobrecen a la población y permiten, incluso, el robo del oro en Londres y la apropiación de la refinería en Texas.

Además, Machado, es una defensora acérrima de abrir una embajada en Jerusalén, validando el deseo sionista de reconocer a dicha ciudad como capital de Israel, y aboga por la privatización de PDVSA, la compañía petrolera que posee una de las mayores reservas del mundo, si no la más grande, algo que ni siquiera los sauditas se atreven a hacer con su propia Aramco, de propiedad estatal.

En síntesis, Machado se erige como la primera soldado en batir el parche del proyecto de cambio de régimen promovido por los straussianos, líderes del Estado Profundo, quienes coinciden en este objetivo con la visión de Trump: subyugar “Las Américas”, sumiéndolas en el subdesarrollo y la dependencia, estableciendo burguesías compradorasserviles y genuflexas.
Tomemos nota de la simultaneidad en que llega este premio: mientras Machado era proclamada ganadora por el Reino de Noruega —miembro de la OTAN y tan aliado de Estados Unidos que se le confió el sabotaje del Nord Stream 2—, y paladín de la libertad venezolana, la presidente peruana Dina Boluarte, que asumió gracias a un “golpe parlamentario” y se encargó de arrasar con las politizadas protestas sociales, que se cargó varios muertos y nunca ocultó su gusto por el enriquecimiento ilícito, recién ahora ha caído en desgracia (bajo el mismo tradicional procedimiento). Se dirá que es por otra razón, pero atreverse a firmar con China la construcción del puerto de Chancay fue un órdago al Imperio. Seguramente el títere actual, José Jerí, un congresista ¡acusado de violación!, obstaculizará el proyecto. [Me referí a este hecho en «El G20 ha dejado de ser un club occidental»]

Asimismo, la consagración de Machado coincide con la implementación de un plan de rescate financiero para Argentina por parte del Tesoro estadounidense dirigido por el sorista Scott Bessent. El objetivo proclamado es evitar un posible default y estabilizar la economía del país sudamericano. El plan incluyó una intervención directa en los mercados financieros, a través de un swap de 20.000 millones de dólares, facilitado por el Fondo de Estabilización (Exchange Stabilization Fund), por el cual compran pesos argentinos evitando una devaluación abrupta.
En los hechos, el rescate es un salvavidas de plomo: significa una subyugación absoluta de Argentina en el plano económico y geopolítico, una verdadera conversión en “protectorado”. Supone un abandono total de la autonomía decisoria y la adopción de posturas marcadamente favorables a Washington, ya sea en política exterior como en la entrega de recursos naturales críticos.

Pero volvamos a Machado y su premiación…
Como vemos, se desarrolla en el marco de una furibunda ofensiva de Washington contra América Latina: en Perú, Boluarte es destituida por atreverse siquiera a mover un dedo fuera del guión impuesto; en Argentina, el país se inclina en una genuflexión indigna, obedeciendo al compás de los dictados externos sin el más mínimo titubeo. Pero en Ecuador, un narco-Estado dolarizado muy superior a cualquier acusación que se le pueda hacer a Venezuela, el presidente Daniel Noboa declaró el estado de sitio en 10 provincias por manifestaciones que se oponen a los aumentos de combustible. ¡Aquí ya tenemos un nuevo postulante al Nobel de la Paz! ¡que si la mano dura es en pos del orden imperial es bienvenida por Oslo!
En fin, Machado renace, luego de la estrepitosa derrota electoral de su candidato, el abstraído Edmundo González, como una candidata puesta a dedo por el establishment neoconservador. Regresa recargada por una Comunidad Internacional que la legitima como su “candidata” (luego del espantoso Guaidó) a tomar el poder tras el colapso de la Revolución Bolivariana, amenazada, como todos saben, por un ataque aeronaval estadounidense (de mínima) o una invasión terrestre (de máxima), ésta última, sin duda, con alguna colaboración “internacionalista”, como podrían ser de Guyana, Argentina, Paraguay y/o Ecuador.
Hagamos memoria: tras la asunción de Maduro, el 10 de enero de 2025, en unas elecciones teñidas por las acusaciones de fraude y “las actas” —repasen los intríngulis del caso en «Asumió el “Dictador” del “Régimen”»—, asumió 10 días después el presidente estadounidense Donald Trump, con una evidente postura irredentista en los asuntos americanos (ver La “Era Dorada” de Trump). Venezuela, obviamente, no escaparía a esa particular depredación.
El primer acto ocurrió el 26 de febrero de 2025: Trump anunció la revocación de la licencia que permitía a Chevron operar y exportar petróleo desde Venezuela. Esta decisión, efectiva a partir del 1 de marzo, se basó en la falta de avances en reformas electorales y en la repatriación de migrantes venezolanos por parte del gobierno de Maduro. Chevron debía cesar sus exportaciones en un plazo de 30 días, lo que afectó significativamente la producción y exportación de crudo venezolano.
Emocionada como buitre oliendo un cadáver, María Corina calmó a los directivos de Chevron diciéndoles que cuando ella asuma el poder, lo cual sería inminente, tendrían muchas más ventajas que las que podría ofrecer Maduro y Trump en un entendimiento. Por favor escuchen y vean de punta a punta el vídeo que les adjunto, ¡es el manual del cipayo latinoamericano a la enésima potencia! (subtítulos de mi factura)
El papel subalterno de María Corina Machado resulta vergonzante. Da la impresión de limitarse a “subirse” sobre las preguntas prefabricadas de la periodista para asentir con un “absolutamente”. Más que responder, se resigna a acotar y adicionar el glosario del “buen liberal latinoamericano”.
Como puede advertirse, Machado domina y reproduce toda la terminología chispeante que más tarde sería utilizada por Donald Trump en su renovado acoso a Venezuela. Entre sus vocablos abundan expresiones peyorativas como “régimen comunista”, “jefe de cárteles”, “Tren de Aragua”, “Cártel de los Soles” o “influencia rusa y china”, combinadas con los habituales cantos de sirena del léxico neoliberal: “estado de derecho”, “transparencia”, “mercados abiertos”, “propiedad privada”, “socio seguro y confiable” y “sanciones”. Machado encarna, en suma, el paradigma del neoliberalismo más ortodoxo y obsecuente.
Ahora que Trump ha pasado abiertamente a la ofensiva, apoyándose en las absurdas acusaciones de “narcotráfico” y “narcoterrorismo” —recomiendo releer «Narco-Estado: un pretexto imperialista para la guerra»—, asistimos a los albores de una muy posible conflagración militar en Sudamérica, impulsada por un supuesto “gobierno patriótico en el exilio” encabezado por María Corina Machado, que reclama con fervor e insistencia una intervención.
Es más… ahora que Trump no fue honrado con su juguete más deseado, su “pacifismo” puede interrumpirse adecuadamente y aprovechar esa pausa para emprender operaciones militares contra Venezuela, para lo cual ya ha intentado provocar reacciones que puedan ser juzgadas como “ataques del régimen” a las “operaciones antinarcóticos estadounidenses”; muy al estilo del «Incidente del Golfo de Tonkín».
Recordemos que, desde el 18 de agosto de 2025, Estados Unidos desplegó una potente flota en el Caribe bajo el pretexto de “neutralizar redes de narcotráfico y terrorismo vinculadas al régimen de Maduro”, apoyándose en una acusación espuria del Departamento de Justicia que data de 2020, justo cuando el fallido “Plan Guaidó” se desmoronaba y Maduro iniciaba su segundo mandato. En aquel entonces, Washington lo acusó de narcotráfico y llegó incluso a ofrecer una recompensa por su captura, como en los viejos tiempos del Far West. Las supuestas organizaciones criminales ahora invocadas —el “Tren de Aragua” y el “Cártel de los Soles”— parecen más bien construcciones narrativas destinadas a dar “espesor” a la acusación que estructuras reales: diría que son invenciones funcionales, casi de guión hollywoodense.
El almirante (en reserva activa) Eladio Jiménez advierte que el tamaño y la sofisticación de la flota enviada para las supuestas “operaciones antinarcóticos” es claramente desproporcionado, excediendo ampliamente lo necesario para tareas de interdicción y reflejando, más que un objetivo operativo, un mensaje político de presión y demostración de fuerza frente a Venezuela.
En los hechos, la flota compuesta por el crucero USS Lake Erie (CG-70), los destructores USS Gravely (DDG-107), USS Jason Dunham (DDG-109) y USS Sampson (DDG-102), el submarino nuclear de ataque USS Newport News (SSN-750), el portahelicópteros de desembarco anfibio USS Iwo Jima (LHD-7) y los buques de transporte anfibio USS San Antonio (LPD-17) y USS Fort Lauderdale (LPD-28) tiene un claro mensaje intimidante y funciona como un virtual bloqueo naval que restringe los flujos comerciales, inhibe la actividad de exportación marítima y genera un clima de miedo en la región. A eso súmenle la capacidad aérea estadounidense para operar en la zona, con reabastecedores y países amigos que brindan generosamente sus bases.
Ya para el 22 de agosto, Maduro convocó la movilización de la Milicia Nacional Bolivariana, esto es, el pueblo en armas, un concepto tanto bolivariano como sanmartiniano.
El 2 de septiembre, para crear tensión, los estadounidenses dieron una primera muestra de su poder e impunidad: destruyeron una pequeña embarcación con un misil, asesinando a 11 personas. Fue una brutal e ilegal muestra de poder, que incluyó la ejecución extrajudicial de civiles. Esta situación se repetiría los días 15 de septiembre y 3 de octubre. 2
La (supuesta) embarcación destruida: si llevaba drogas o no, es difícil saberlo, porque no fue capturada, abordada y la tripulación sometida a un juicio justo. Donald Trump sostuvo que eran «narcoterroristas del Tren de Aragua identificados positivamente». Venezuela sostuvo al inicio que se trataba de un vídeo generado por IA.
Como respuesta a esta situación, el 4 de septiembre, dos cazas venezolanos F-16A Fighting Falcon ¡desarmados! sobrevolaron el destructor USS Jason Dunham. Los cazas fueron iluminados por los radares de control de tiro antiaéreo de la nave pero no se efectuaron disparos. Luego, Estados Unidos acusó a Caracas de realizar “maniobras hostiles” en “aguas internacionales”. A partir de allí se dio la orden de responder con fuego cualquier aproximación.


El 12 de septiembre, Venezuela denunció la interceptación ilegal del pesquero Carmen Rosa, detenido en la Zona Económica Exclusiva por un destructor estadounidense, el cual retuvo 9 pescadores en una acción fuera de toda norma. Esto implica que la flota norteamericana invadió adrede aguas territoriales venezolanas con el objetivo de generar una reacción.
Posteriormente, Trump envió a su representante especial Richard Grenell para establecer contacto con el gobierno de Maduro y “evitar la guerra”. Pero mientras eso sucedía, el U.S. Marine Corps simulaba un ejercicio de desembarco en Puerto Rico… 3 hecho que fue replicado con el ejercicio «Caribe Soberano 200» en la isla de La Orchila.
Maniobras efectuadas por los U.S. Marines en la colonia el estado libre asociado de Puerto Rico. El vídeo está musicalizado con un tic-tac de un reloj, como simbolizando que el desembarco es cuestión de tiempo.
Ya parece una costumbre estadounidense eso de enviar negociadores y perpetrar un ataque por la espalda… lo hicieron con Irán y con Hamás en Qatar (y también lo intentaron hacer con Rusia en Ucrania, solicitando un urgente alto el fuego que Putin jamás concedió…).
Ya para el 2 de octubre, el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, denunció: “Hemos detectado en el Sistema Integral de Defensa de Venezuela, dentro de la Región de Información de Vuelo de Maiquetía, más de cinco vectores con características de vuelo de 400 nudos [+740 km/h] y volando a una altura 35.000 pies [+10600 metros]”.
Estas fintas de penetración aérea desde el mar obligan a un desgastante modo de alerta en las fuerzas armadas bolivarianas, lo cual genera un alto costo en dinero y nervios.

La «fabricación de un incidente» es un objetivo largamente buscado por Washington. Sin embargo posicionar una narrativa que justifique el inicio de una agresión militar contra la nación bolivariana no es cosa fácil, porque Venezuela tiene una tradición pacífica. Maduro acotó: “Ellos tienen tres cosas: la narrativa, la escalada y un incidente. De la narrativa, es totalmente burda, exagerada, extravagante. La narrativa que hay sobre Venezuela, sobre el presidente Maduro y la Revolución Bolivariana no es creíble por nadie. En la narrativa fallaron, es falsa… Respecto de la escalada, es inoperante. El incidente, por inteligencia y sabiduría supimos verlo y no se les regaló el que estaban buscando”.
Pero para el jueves 9, el gobierno venezolano develó que había desarticulado un peligroso intento de colocar explosivos en la embajada estadounidense, atribuido a sectores extremistas de la “derecha local”, con el ánimo de generar una falsa bandera.
No extrañaría que, imposibilitados de acusar por posesión de armas de destrucción masiva, por enriquecimiento de uranio o por agresión a naciones vecinas, el sambenito de “narco-Estado” se corone con un atentado de falsa bandera contra la embajada estadounidense en Caracas, como “venganza” por las embarcaciones destruidas, generando entonces una reacción militar descomunal.
Está más que claro que Estados Unidos está buscando el evento y el momento indicado para arrasar con este enclave soberano sudamericano, que no solo abraza una ideología de izquierdas, sino que, fundamentalmente, reposa sobre las reservas petroleras, gasíferas y auríferas más codiciadas del planeta, sin mencionar su vasto caudal de agua dulce, un recurso estratégico de incalculable valor.
El presidente Nicolás Maduro expone los verdaderos objetivos estadounidenses.
Sin embargo, Venezuela se mantiene firme y no cede sus prerrogativas sobre sus recursos naturales ante el voraz capitalismo depredador transnacional… Eso sólo la diferencia de Argentina, que los entrega con deshonrosa sumisión.
A través de una Revolución inédita que respeta las formas democráticas, Venezuela ha logrado mantenerse firme frente a las tan comunes democracias liberales de cartón, esas que cambian de forma sin alterar nunca su esencia. En la Argentina —otra tierra codiciada por sus riquezas—, el endeudamiento embustero y crónico (incluso ilegítimo) ha permitido que una alianza maquiavélica entre políticos “profesionales” (castas administrativas) y empresarios multimillonarios (castas decisorias) controle el país, desprovistos de toda empatía por las necesidades del pueblo, de todo mandato soberano y miope de prospectiva. Todo se reduce al rebusque inmediato, al egoísmo mezquino, al acelerado empobrecimiento económico y cultural, y a la resignación de ver cómo la Patria se desmorona.
En Venezuela los “amantes de la libertad” no ocupan el poder y les resulta casi imposible acceder a él. Eso los desespera, pues ven relegado su negocio de intermediación. Pero diría que se ponen aún más histéricos porque no pueden cumplir el objetivo de sus mecenas, los capitalistas transnacionales que presionan los botones para otorgarles premios y recompensas.
Uno de esos que acumula premios en Israel y Estados Unidos —y la lista se agota allí—, me refiero al presidente argentino Javier Milei, no escatimó en recurrir a las mismas conceptualizaciones empleadas por Machado para denigrar al gobierno venezolano.

En fin… sintetizando.
La retórica de los “mercados”, la “libertad” y la “democracia” vuelve a servir de mascarón de proa para legitimar la guerra, el saqueo y la servidumbre colonial. En un mundo donde los verdugos se disfrazan de pacifistas y los pueblos rebeldes son convertidos en amenazas, el Premio Nobel de la Paz se ha transformado en una medalla al vasallaje.
Aún con sus defectos, contradicciones y problemas, Venezuela ofrece una digna resistencia frente a un poder intrusivo que no tolera soberanías de ningún tipo. Esa convicción no se premia con estatuillas ni cheques en blanco en una capital lejana, pero sí obtiene el respeto de quienes valoran la autodeterminación y la defensa soberana frente a la injerencia externa.
(Por Christian Cirilli/Tomado de La Visión)
- El premio Nobel de la Paz es otorgado por el Comité Nobel Noruego dependiente del Parlamento de Noruega. Todos los demás premios (Economía, Literatura, Medicina, Química y Física) son otorgados por instituciones suecas. ↩︎
- Al respecto, el presidente colombiano dirá: “Acaban de destruir otra lancha con tres. […] Matar con un misil a tres pasajeros de una lancha desarmada y no blindada es un asesinato y el gobierno de Estados Unidos está asesinando gente latinoamericana en su propia tierra, porque es mar territorial, no tiene el derecho”. ↩︎
- La gobernadora de Puerto Rico, Jenniffer González, afirmó en una entrevista que si tuviera a Nicolás Maduro frente a ella, lo entregaría a las autoridades para cobrar los 50 millones de dólares que EE.UU. ofrece por su captura. ↩︎