Teatro de Las Estaciones: A 31 años de aquella vez

Teatro de Las Estaciones

Dice Rubén Darío Salazar Taquechel que una de las fotos que más le gusta de las últimas  puestas de Teatro de Las Estaciones pertenece a Carnaval. Esta refleja el espíritu festivo, de simbiosis de manifestaciones, que unen la tradición  con la contemporaneidad y que forma parte de un legado y espíritu creativo.

Hay en nuestros archivos varias fotos de los espectáculos inaugurales en el Teatro Sauto, que constituyen el origen, el espacio donde se iniciaron como grupo y empezó la conjunción de estaciones del año, que definió una estética y las esencias del manifiesto del grupo, sobre el que se han sustentado artísticamente, Rubén Darío Salazar y Zenén Calero Medina, desde su fundación el 12 de agosto de 1994, hace ya 31 años. 

La diversidad de Las Estaciones, como la que nos regala la naturaleza cada año, ha sido uno de los presupuestos básicos de su génesis y evolución, con espectáculos que devienen parte de la vanguardia artística del teatro de títeres cubano, en diálogo con estilos y tendencias internacionales. Su búsqueda  incesante constituye un desafío a su propia creación, basada en el rigor investigativo de la historia y la teoría, en el homenaje a los maestros, la mixtura con la música, la danza, las artes plásticas, la colaboración con dramaturgos como Norge Espinosa Mendoza o María Laura Germán Aguiar, y las propias creaciones de Rubén, junto a los de otros clásicos como Lorca, Dora Alonso, Villafañe. 

Fiesta de música y títeres: 31 años cantando con Las Estaciones

Teatro de Las Estaciones produce un teatro de vanguardia, por su experimentación, su moderna concepción del lenguaje titiritero, su potente visualidad, su fusión con otras zonas de la creación o la investigación, de la que han nacido documentales, libros, exposiciones, eventos; abiertos a las nuevas generaciones, con maestros de primer nivel de Cuba y otros lugares, paneles teóricos  e históricos, una diapasón inabarcable. 

Una importante zona es la del musical, que abarca una diversidad poco común, y permite mantener vivas esas esencias de nuestro teatro nacional. Un teatro que se mantiene como brújula, para el camino de la creación, que impone la fuerza de los rayos del sol, la ternura hermosa de la luna, las imágenes del otoño, el invierno, y la fulgurante brillantez de la primavera.

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Sobre el autor: Ulises Rodríguez Febles

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