
Este 31 de julio, a cinco años de su partida física, Periódico Girón recuerda al incansable Eusebio Leal y su estrecho vínvulo con Matanzas. Desde nuestros archivos le proponemos volver a leer la entrevista «Andar Matanzas» que le realizara la periodista Aurora López, publicada en nuestro semanario el 2 de Julio de 1993.
Eusebio Leal nos concedió la entrevista en su oficina de Historiador de Ciudad de la Habana, para con su palabra sumarse a la celebración del Tricentenario de Matanzas. Preferimos evadirnos de la escena, obviar preguntas y comentarios, para que aprecie el lector toda la energía de su prosa vertida y pueda, de su mano, también Andar Matanzas
Para una ciudad que se precia tanto de su historia, de su permanente militancia en la vida culta de Cuba, esta rememoración este hacer memoria de su pasado y llevarlo al presente no como recreación solamente en lo que fui, sino en lo que somos, es de una importancia enorme.
La existencia de un poderoso movimiento cultural en Matanzas hoy; la exposición recientemente en La Habana de la labor que viene realizando Vigía, que es un acto grande cultura; la obra de Carilda y su reconocimiento nacional e internacional; la existencia de monumentos y lugares por los cuales existe una preocupación eficaz y probada; la vida de Matanzas como alternativa monumentaria al polo turístico de Varadero; la preocupación de todos sus sectores de pensamiento por la imagen de la ciudad y por la preservación de su entorno natural, todo esto determina en la conmemoración del Tricentenario.
Matanzas y la ecología, la ciudad como invención del hombre, Matanzas y la Naturaleza, Matanzas y lo edificado, Matanzas y lo creado, Matanzas y su aporte a la identidad y a la forja de la nación cubana, todo va a fluir de manera espontánea en conferencias no solo, en propósito no solamente para un futuro, sino en soluciones para necesidades; emergentes y urgentes para hoy, para mañana.
Todo el que viene a Cuba y va a Varadero o se desliza hacia esa parte del país, transita por sus calles, y se impresiona al constatar la noble aseveración del poeta: “La dicha profunda y el hondo placer de verte, ¡oh Matanzas!, ciudad adorada”.
Y es verdad que al pasar tenemos que vernos en esas dobles corrientes, atravesar esos puentes, prácticamente hablar con la gente, y ver los edificios suntuosos de la ciudad, no solamente los construidos por nuevos ricos, sino aquellos de un plano urbano que fue tan importante, que empleó los niveles de la ciudad y los respetó.
Cada acción que emprendamos debemos pensar siempre en qué momento la hacemos, cuál es su trascendencia, en qué raíz del pasado se sustenta, y Matanzas tiene el privilegio de haber sido, y de ser, una comunidad viva que aporta continuamente al desarrollo del país.
Es sede de uno de los museos más importantes del país; no solamente cuenta con un impresionante edificio de teatro, sino con una ejecutoria tremenda en la vida teatral y cultural de Cuba; es Matanzas en la música popular con Miguel Faílde y el danzón, que es junto al zapateo, el baile nacional cubano.
Es Matanzas con Cárdenas, que fue la ciudad de la modernidad, la de los nuevos patrones urbanos, la ciudad neoclásica por excelencia con una forma de vivir como urbe industrial, abierta a la revolución moderna, al ferrocarril, con la existencia de un museo de tanto prestigio y colecciones tan importantes.
Pienso que es Matanzas y la historia de la historia de la invasión a Occidente, y es la historia de Coliseo y Calimete, y de Colón y Jovellanos, como triángulo de proyecto militar español para detener la revolución en sus fronteras; es Matanzas en el Ejercito Libertador, en la figura de Lacret Morlot y de toda esa, grande pléyade de luchadores nacidos en su territorio; es Matanzas en la ciencia, es Matanzas en la cultura.
Por tanto, yo creo que razones hay muchísimas, no solamente para celebrar la ciudad de Matanzas, sino el territorio que surge después de la Guerra del 68 prácticamente delimitando con una identidad y una personalidad propias, llamado con razón Atenas de Cuba.
Es Matanzas y la leyenda del pasado, como aquella de la famosisima Armada hundida en el puerto; es la presencia del Castllo San Severino y El Morrillo; es el abra, es Monserrate.
Es el hecho de tener a sus puertas – y hay que conservar contra viento y marea su panorama solamente comparable con el de Viñales – el Valle de Yumurí, patrimonio de la República de Cuba. En esta situación actual del mundo es prácticamente un espacio ecológico de la humanidad, por su belleza, su situación natural, su ubicación en el paso en la contemplación escalonada de las bellezas de Cuba: Yumurí, la ciudad de Matanzas, Varadero, Cárdenas,todos como una integrigad.
En Matanzas esta la obra tremenda de la Comisión de Patrimonio, obra de todos los que trabajan en esta dirección. No podemos dormirnos en los laureles. No existe todavia una suficiente conciencia en todo el país del valor de nuestro patrimonio. Es algo que ya por la ingente obra de la Revolución todos intuimos, y se ha sensibilizado la opinión en torno a su rescate y preservación. Pero hay que profundizar muchisimo en la conciencia del valor de lo nuestro.
De ahí la importancia de Matanzas y su Catedral, de su monumento a Martí, que es único, porque tiene un carácter propio. Es una obra de interpretación realmente hermosa, y Matanzas ha sido rica en esta sentido, porque ya antestuvo en el periodo colonial, estatuas exelentes y magnificas.
Ese homenaje a Martí, que se representa en el monumento republicano por exelencia, es una obra de mérito, no de circuntancia, sino de trascendencia y creación.
Es también la existencia del museo Triolet, único en el Caribe, de una gran importancia por el objeto y por el conjunto, y por la tradición cientifica que supone en la farmacopea, en la preparación de medicamentos.
Independientemente de lo que se ha hecho, menos que nunca ahora podemos arriesgarnos a perder lo que nos queda de ese patrimonio que ha sido dañado y espoleado en el pasado, y aún por desconocimiento y por enjundia y por desidia en el presente.
Por tanto, creo que hay que luchar mucho y presisamente hay que potenciar todo eso ahora en el tricentenario, para que Matanzas pueda dar una respuesta culta a esa tremenda concentración de personas que vienen de todo el mundo a Varadero, y sobre las cuales Matanzas y Cárdenas, por inmediatez y por capitalidad, deben ejercer un papel de control, de contra peso, para que sepan que los cubanos no solamente tenemos arena y mujeres, que los cubanos no solamente somos una buena mesa y un paraíso bajo las estrellas, sino que Cuba es una familia, una obra creadora, una acumulación de bienes espirituales.
Si no hubiese esa historia y esa obra acumulada, si solamente fuese lo que le regaló la naturaleza Matanzas no tendría nada que conmemorar, pero ella ha aportado mucho al equilibrio y a la identidad de la nación y todo lo mencionado es de importancia enorme y, a mi juicio, aporta los fundamentos para esta celebración en su Tricentenario.