Y un año más, el rock no murió

Si hay un evento que se espera cada año en Matanzas, ese es el Festival Atenas Rock. Prueba de ello, es que sus páginas de Facebook y Telegram resucitaron, como por arte de magia, un mes antes de que diera inicio, con fanáticos y bandas de todo el país deseosos de conocer los pormenores del mismo. 

Más de cuarenta agrupaciones contactaron con la sede matancera de la Asociación Hermanos Saíz para transmitir su intención de participar. Un número imposible de manejar con los recursos disponibles, por lo que tras un exhaustivo proceso de selección, la cifra quedó en dieciséis y se llevó a votación en redes sociales un último cupo.

Estuvo presente, en todo momento, la duda objetiva de sí era coherente realizar un festival de esta magnitud en medio de la compleja situación económica que atraviesa el país y sobre todo, ante la incertidumbre de que las autoridades de la provincia no pudieran proteger el circuito del evento, como finalmente ocurrió. 

La respuesta del comité organizador se sostuvo sobre la base de proteger la cultura, en un primer lugar, y,  en segundo, no perder un espacio que acumula ya 26 años de trabajo y que se ha consolidado como el festival más importante del género en el país. 

Además de que no se podía quedar mal con los miles de fanáticos, tanto dentro como fuera de Matanzas, que esperaban con ansias ese momento de desconexión y disfrute, entre tantos problemas. Sin contar, claro está, que el evento  le generó dinero, sobre todo con la participación de bandas extranjeras y la proyección internacional del mismo. 

Fue atinado inaugurar el Atenas con la muestra fotográfica “El rock también se ve” de Félix Gonzáles. Los visitantes al espacio pudieron encontrarse a sí mismos en las imágenes que inmortalizaban momentos de festivales anteriores, repletos de nostalgia. 

La primera banda en tocar fue Glens, en el Patio Colonial, sede de la Asociación Hermanos Saíz. La lluvia retrasó el concierto, pero el público esperó fielmente el tiempo que hiciera falta. 

La primera noche, en el parqueo Entre Puentes, se presentaron Sound Blast Profile, Alianza, el trío de punk canadiense Bad Objetion, la agrupación mexicana Implode the Empire y Lugus. El vocalista de esta última, Fabio R. Castillo, lució en su cintura un kufiya, un pañuelo tradicional de oriente medio que simboliza la lucha de liberación del pueblo palestino. 

El segundo día, a partir de las once de la mañana, se desarrolló la expo de tatuajes de conjunto con el evento teórico. Una docena de tatuadores pudieron mostrar su arte y competir entre sí, un espacio que defiende su trabajo como artistas visuales.

La AHS, en todo el país, se ha dado a la tarea de legitimar al tatuaje como una expresión artística valiosa e incluso ha abierto sus puertas a que muchos de estos creadores, marginados durante años, formen parte de la organización. 

El ganador de la expo fue Leniel Llufrio Bacallao del estudio Slayer_tattoo, el segundo lugar lo mereció Andy Ceballos Merino del Soulsser Art y el tercer lugar se le otorgó a Jose Carlos Ferrer Acanda de Amaterasu tattoo Studio. Los premios se concedieron mediante la votación del público participante en el evento. 

El evento teórico contó con la presentación de varios proyectos relacionados con el rock, entre los que destacó el espacio de promoción “El rincón del Zine” de Santi Spíritus. Además, se entregó el premio de literatura al cuento Emancipation Constipation del escritor Eric Michel Villavicencio Reyes de Las Tunas.

En el horario nocturno del segundo día, se proyectó la película musical Rock of Ages como parte del taller D´Cine de la AHS, coordinado por el periodista y crítico audiovisual Jose Alejandro Gómez Morales. La numerosa asistencia al espacio fue la muestra de que el Atenas es un espacio que puede aglutinar a diferentes expresiones del arte. 

Esa noche resultó, sin duda, la más compleja para los productores del evento y el comité organizador. Las autoridades de la provincia advirtieron de que no era posible garantizar el servicio eléctrico más de una hora y media. Esto provocó que solo pudieran presentarse dos bandas, Zeya y Switch, con menos canciones de las que el público hubiese deseado. 

Este acontecimiento provocó un cambio considerable en el programa y obligó a la AHS matancera a replantearse aspectos de la producción del festival, en vista de una tercera noche de conciertos en la que se presentarían nueve bandas. 

La mañana de la última jornada fue la más tranquila de todas. Se desarrolló la peña de cultura japonesa del proyecto Animat, un espacio ya habitual del Patio Colonial. Niños y adolescentes, pudieron disfrutar de la presentación de disfraces, concursos de participación y ventas de artículos relacionados con el anime. 

Sin embargo, la tarde fue la más ajetreada del evento, productores y artistas invitados trasladaron un grupo electrógeno hacia el área del concierto, en una muestra increíble de compromiso con el evento y el público esperó pacientemente a que el aparato echara a andar.

Finalmente, el concierto comenzó cerca de las diez de la noche, con dos horas de retraso respecto a lo planificado, pero se dio. Nunca olvidaré la imagen de una veintena de personas con los dedos cruzados, proyectando energía positiva con la esperanza de que el concierto no se cayera.

El público olvidó el inconveniente de la noche anterior, y disfrutó de seis horas de música ininterrumpidas como si no hubiera un mañana. El parqueo Entre Puentes estaba repleto de personas que saltaban al ritmo de la música y apoyaban y aplaudían a los artistas. 

Cerca de las cinco la banda mexicana cerró el festival con su segunda presentación y agradeció infinitamente la buena vibra transmitida por el público matancero. Los organizadores y productores celebraron el final, unas cinco horas más tarde, después de haber desmontado las carpas y el audio.

La edición número XXVI del Festival Atenas Rock, fue mejor que la anterior, pese a todo, y así lo sintieron los amantes del género en la provincia. Acorde a la visualidad propuesta por la AHS para el evento, con una temática de zombies, el rock resucitó una vez más en nuestra ciudad, para demostrar que está más vivo que nunca. 

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Sobre el autor: Boris Luis Alonso Pérez

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