
—Bróder, échate la pieza esa que viene por ahí…
—Ñooo… y con la licra esa… anda en Modo Suelen.
Cuando la actriz brasileña Ísis Valverde interpretó a la carismática Suelen en la telenovela Avenida Brasil, nunca se imaginaría que hoy, más de 10 años después, y en una pequeña islita del Caribe, aún se seguiría mentando su personaje.
La palabra “Suelen” quedó para siempre grabada en la memoria de los cubanos, asociada a partir de entonces a la prenda de vestir que atrajo durante 180 episodios las miradas de los televidentes, independientemente de sus gustos estilísticos u orientaciones sexuales. Indumentaria fabricada por el mismísimo Dios en el primer día de la creación, según cuentan los conocedores. El Todopoderoso, aburrido de tanta inexistencia, creó los cielos, la tierra, el día, la noche… y las licras, por supuesto.
Pero resulta que no fue Dios el creador de las licras, aunque bien podría serlo. Fue un hombre, de carne y hueso, macho, varón, masculino; sexo, luego existo, después pienso. Joseph Shivers trabajaba en los laboratorios de una sucursal de textiles de la compañía Dupont, cuando descubrió la fórmula perfecta que revolucionaría el mundo para siempre: una fibra sintética elástica que podía estirarse hasta cinco veces su tamaño original.
Los dueños de la compañía no lo pensaron dos veces y la lanzaron al mercado con el nombre más comercial que encontraron: Lycra. Cuando la esposa de Mr. Shivers se probó frente al espejo aquellas telas afrodisíacas, le juró que era la persona más feliz del universo, y que le iba a estar agradecida por el resto de sus días. Más agradecidos estarían los vecinos del barrio que la verían salir con sus licras al grocery todas las mañanas, claro está.
El gimnasio está casi vacío. Son las tres de la tarde y hace un calor digno de la sabana africana. Los depredadores acechan a la presa. La gacela se siente observada por los ojos inquisidores, pero no les hace mucho caso y sigue en lo suyo. Desliza el dedo por la pantalla del celular, buscando en la lista de reproducción algún tema que la distraiga de las miradas asesinas.
Al final, decide darle al botón de Aleatorio y Farruko empieza a hablar de pepas y pastillas. La gacela coloca las pesas sobre sus hombros y comienza a hacer cuclillas para trabajar los glúteos. Al poco rato, el gimnasio, a pesar de ser las tres de la tarde, y de que hace un calor digno de la sabana africana, comienza a llenarse de hombres a sus espaldas. “De verdad que la licra esta es un imán”, piensa y, de paso, se pregunta qué serán las pepas esas de las que habla Farruko.
Nota: Según datos internacionales, nueve de cada diez mujeres han experimentado acoso callejero alguna vez en su vida; la mayoría de ellas varias veces al año, al mes, a la semana… al día. Que la cómoda y visualmente atractiva licra le quede bien a una fémina no te da razón para observarla lascivamente o profesarle alguna obscenidad. Ella es feliz andando por ahí en Modo Suelen; no le fastidies el día.