Cuba entre la paradoja y el mito

Cuba entre la paradoja y el mito
Cuba entre la paradoja y el mito. Fotos: Raúl Navarro

Mientras algunos, desde cómodos escritorios en Miami o Washington, siguen empeñados en vender la fantasía de un pueblo cubano “harto” y “desencantado”, aquí la realidad pintó otro cuadro: miles de banderas rojas, azules y blancas ondeando al ritmo de consignas que, lejos de apagarse, retumbaron con más fuerza que nunca.

El mensaje de los cubanos en el desfile por el Primero de Mayo no fue solo una celebración, fue la convicción de que acá hay un pueblo dispuesto ante los que sueñan con nuestro colapso.

¿Se preguntarán ellos por qué? Desde 1962, el bloqueo estadounidense ha sido el “gran villano” de esta película. Un guion repetido hasta el cansancio: asfixiar económicamente a nuestro pueblo, generar caos, y esperar que, en nuestra “desesperación”, derribe a la Revolución. Pero hay un problema: no creemos en ese libreto.

Hoy, mientras columnas de trabajadores, estudiantes, artistas, militares, gente común, avanzaban hacia la marcha, quedó claro que el hambre inducida, los apagones calculados y las sanciones extraterritoriales no van a lograr dividirnos.

Es curioso: los mismos que nos acusan de “fracasados” son los que llevan más de seis décadas invirtiendo millones en lograr ese “fracaso”. ¿Qué otro país soportaría 60 años de bloqueo sin claudicar? Hasta el The New York Times —sí, ese que no es precisamente un panfleto comunista— se cuestionó en su momento la capacidad de Cuba para resistir el bloqueo.

Entonces, uno desde acá se pregunta: ¿Si el socialismo es el problema, por qué EEUU le tiene tanto miedo?

La pregunta, incómoda para algunos, encierra una verdad como un templo. Mientras las redes pagadas por la USAID insisten en vendernos “alternativas”, el pueblo sabe que, parafraseando al General de Ejército, aquí no hay espacio para experimentos neoliberales disfrazados de salvación.

Y no es romanticismo: es pragmatismo puro. ¿Cómo explicar si no que, incluso en medio de la cruenta escasez, Cuba mantenga índices de salud y educación que son envidia de países con diez veces nuestros recursos?

Al final del día, el mensaje es contundentemente claro: Cuba no es un país de caras tristes ni de titulares derrotistas. Es un pueblo que, como el mítico fénix, parece resurgir cada vez que lo dan por muerto. “Los que apuestan a nuestro cansancio no entienden que llevamos 64 años entrenando para esto”, bromeó conmigo un veterano cuando desfilábamos juntos este jueves, mientras, detrás nuestro sonaba con estrépito una sabrosa conga.

Hoy, mientras los mercenarios de turno repiten su show en redes, aquí seguimos escribiendo la historia. Con errores, sí. Con dificultades, también. Pero con la certeza de que, como dijo Fidel en el año 2000, “Revolución es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas”.

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Sobre el autor: Gabriel Torres Rodríguez

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