Pedro Hernández Delgado: una obra cimentada en el conocimiento

El ingeniero Pedro Hernández Delgado mereció el Premio Nacional Vida y Obra de la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción de Cuba (Unaicc)

A veces se le escucha decir a Pedro Hernández Delgado que llegó a la Ingeniería Civil por azar. Pero quien profundice en sus primeros años de vida, y se lo prefigure de mozalbete adentrándose a innumerables cavernas como un entusiasta espeleólogo, entenderá que ese regusto suyo por conocer las entrañas de la tierra desde edades tempranas ya iba condicionando el profesional que sería después: una autoridad nacional, si de conocer los cimientos se trata.

Para cualquier estudio de suelos en Cuba previo a una construcción, apelarán a sus vastos conocimientos que lo han convertido en un referente que puede dictar una conferencia con soltura desde un teléfono.

En una mañana cualquiera, al llegar a la Empresa de Proyectos de Arquitectura e Ingeniería de Matanzas, donde labora desde 1989, analizará incontables e importantes proyectos en ejecución, con una actitud parsimoniosa por momentos, pero con un rigor científico avalado por más de 50 años de trabajo.

El pasado 11 de enero, cuando recibiera el Premio Nacional Vida y Obra de la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción de Cuba (Unaicc), sus allegados le vieron sumamente emocionado, aunque él aseguró varios días después que no sintió tal emoción, al menos en ese instante.

Quizá fue porque desde diciembre ya conocía de la noticia… pero la voz sí le flaqueó y, aunque no logró atisbar su rostro, la emoción era floreciente y contagió a los presentes. Sobre todo a sus tantos alumnos y compañeros de labor que le han visto recorrer la Isla de punta a cabo, solucionando problemáticas constructivas con una sapiencia como si de un erudito se tratase.

Nadie imagina que aquel graduado de licenciatura en Física, sin un plaza acorde a su formación, descubrió en un archivo metálico con varias gavetas su lugar en el mundo, donde depositaría esas ansias de aprendizaje que siempre le han acompañado.

Para cualquier otro joven —hablamos de 1974—, se trataría de informes amarillentos; mas, para él, ávido de conocimientos, representaba la luz que iluminaría su posterior ascenso profesional. Hojeaba aquellos estudios relacionados con las características de los suelos de la provincia casi con devoción.

Fue así que le resultó extremadamente provechosa la llegada del bisoño físico al laboratorio de Mecánica de Suelos y Materiales de la Construcción.

Poco a poco, Pedro descubrió que le apasionaban los estudios de suelo, al punto de tomar la decisión de cursar otra carrera en el Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría, del cual se graduaría en 1980 como ingeniero civil, mediante el curso por encuentros.

Pedro Hernández Delgado: una obra cimentada en el conocimiento
En la hoja de vida del ingeniero yumurino Pedro Hernández Delgado resulta casi imposible cuantificar las relevantes obras en las que ha participado a lo largo de cinco décadas de trabajo constante.
Foto: Arnaldo Mirabal

En esos años, se desempeñó como jefe del Departamento de Geotecnia. Allí realizó innumerables tareas, como el estudio, dictamen y recomendación para el empleo en Cuba de cementos de diferentes procedencias. Fue en ese período en el que contribuyó a la construcción del Ferrocarril Central de Cuba. Define esa etapa como extenuante y rigurosa, y no pudiera enumerar las tantas veces que recorrió la distancia entre el trazado de Aguacate, actual Mayabeque, y el asentamiento de Jicotea en Villa Clara.

Sin cumplir los 30 años aún, estaba a cargo de esta obra colosal para el desarrollo socio-económico de Cuba. Tenía bajo su responsabilidad la localización y evaluación de materiales necesarios, así como de los trabajos de compactación y certificación de la calidad de los 200 km de vía.

Pero en su hoja de vida resulta casi imposible cuantificar las relevantes obras en las que ha participado a lo largo de estas cinco décadas de trabajo constante. Si desenrollara un mapa del archipiélago cubano y marcara un punto al azar, allí seguramente podría rememorar las acciones y estudios de compactación de suelo para una de las tantas edificaciones en las que ha intervenido, muchas veces con soluciones novedosas.

Pocos tal vez conozcan que gracias a uno de sus dictámenes, el edificio multifamiliar conocido como 13 plantas cuenta con un restaurante. Para determinar si era pertinente o no construir otro nivel, se necesitan días enfrascados en exámenes del terreno, los materiales empleados, la resistencias de estos; labores de las que habla Pedro Hernández sin demasiada rimbombancia pero que, sin duda, se convirtieron en referentes en esta disciplina.

Debe ser difícil mostrar sencillez cuando las estructuras más importantes de una urbe llevan el sello de un especialista. Probablemente, fueron noches de desvelos, de discusiones ante algunas recomendaciones que en aquel instante pudieran resultar alocadas por lo novedoso de su propuesta, pero los años le dieron la razón al ingeniero, porque las estructuras permanecen en pie.

Justo es a Pedro a quien llaman cuando alguna obra colapsa. Es tan valorada su sabiduría que le buscan para que determine las causas. Para ello, se valdrá de ese bagaje que despierta el respeto y la admiración de sus colegas, aunque él evite los pedestales. Prefiere seguir siendo campechano y natural, de esos que se toman un trago en una tarde apacible sin demasiadas contemplaciones.

Pedro Hernández mereció el Premio Nacional Vida y Obra de la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción de Cuba (Unaicc),

“Ya la obra está hecha”, pensará en algún momento, aunque en honor a la verdad le resta por hacer. Cuando el teléfono suena, lo mismo puede ser para una consulta desde la Fábrica de Cemento de Cienfuegos, o de parte del personal que labora en las piezas del Puente Giratorio de Matanzas, o sobre la compactación de suelo de los tantos parques fotovoltaicos que se construyen en el país.

El veterano ingeniero continúa activo y al tanto de decenas de proyectos que requieren su dictamen para colocar la primera piedra o corregir una deficiencia. Muchas de sus propuestas han sido pioneras en la ingeniería civil en Cuba; asimismo, soluciones técnicas suyas han ahorrado millones de pesos a la economía nacional.

Seguramente, el gremio que le premiara evoque con respeto, y casi con adoración, aquellas propuestas ingenieras que permitirían a los matanceros contar con una termoeléctrica como la Antonio Guiteras, edificada sobre unos terrenos donde primaban las grutas.

Recuerda que los estudios de cimentación resultaron innovadores para la época, donde se determinó, mediante cálculos e investigaciones, la cantidad de hormigón a inyectar que lograra sostener la potente estructura.

Disímiles decisiones que ha tomado Pedro también describen al profesional arriesgado y resuelto, que basa su arrojo en un estudio profundo de su disciplina y con una amplio bagaje cimentado en la constancia y el conocimiento.

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Sobre el autor: Arnaldo Mirabal Hernández

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