Maestro del terror, fundador del género policial y uno de los más notables cuentistas de su tiempo, Edgar Allan Poe ocupa un lugar de honor en la historia de la literatura y, sin lugar a dudas, se ha consagrado como uno de los creadores cuya influencia ha sido más profunda y duradera.
Sus cuentos han sido de lo más llamativo de su carrera. La mayoría se desarrollan en un ambiente gótico y siniestro, plagado de intervenciones sobrenaturales, y en muchos casos son obras maestras de la literatura de terror. Poe basó su estilo tanto en la atmósfera opresiva que creaba durante el inicio y desarrollo del relato, como en los efectos sorpresivos del final.
Infinitas recopilaciones se han maquetado de los mismos, títulos como El escarabajo de oro, Los crímenes de la calle Morgue o El gato negro son repetidos en diferentes ediciones. Julio Cortázar clasifica, muy acertadamente, los cuentos de Poe en ocho apartados: cuentos de terror, sobrenaturales, metafísicos, analíticos, de anticipación y retrospección, de paisaje, grotescos y satíricos. El conjunto de la obra de Poe influyó notablemente en la literatura que vino después. Exponentes como Arthur Conan Doyle, en la novela detectivesca; Julio Verne, en la ciencia ficción o H.P; Lovecraft, en la literatura de terror, son sólo algunos ejemplos.
Cuando realizamos la lectura cronológica de los relatos de Poe comprobamos varias cosas: en primer lugar, la asombrosa maestría que muestra el escritor americano desde sus primeros escritos; en segundo lugar, que por su carácter e inquietudes personales Poe no estaba dotado para la escritura humorística. Sus narraciones son extraordinarias no sólo por los temas que aborda sino por la manera de transmitir tan fielmente los temores y la angustia de los personajes en un ambiente sombrío y cargado de suspenso. Teniendo en cuenta que fueron escritos hace casi 200 años no han perdido hasta el momento un ápice de actualidad.
Reseñar o criticar un libro de cuentos es tarea complicada ya que no hay que centrar el foco de opinión como en una novela. Uno no se cansa de leer a Poe, uno de esos escasos autores de los que merece la pena tener diferentes ediciones y traducciones. Es un imprescindible no sólo por su importante legado en la cultura moderna, sino también por su habilidad como narrador. Edgar Allan Poe se lleva el gran mérito como iniciador del género gótico, sin embargo habrá lectores a los que no agrade mucho tal vez por una expectativa que dista de la realidad, pues si bien su obra siempre tiene un toque crudo y melancólico, también siempre va cargada de una teatralidad propia de la época en la que se escribió.
Frases extraídas de diversos cuentos:
“Todo lo que vemos o parecemos es solamente un sueño dentro de un sueño”.
«Los monstruos más temibles son los que se esconden en nuestras almas”.
«Tengo gran fe en los tontos; mis amigos lo llamarán autoconfianza”.
«Profundamente en esa oscuridad mirando, mucho tiempo permanecí allí, preguntándome, temiendo, dudando, soñando sueños que ningún mortal se ha atrevido a soñar antes”.
«El verdadero genio tiembla ante la incompletitud, la imperfección, y generalmente prefiere el silencio a decir algo que no sea todo lo que debería ser dicho”.
«El sueño, esas pequeñas porciones de muerte, ¡cómo las odio!».
«Me volví loco, con largos intervalos de horrible cordura”.
«Años de amor han sido olvidados, en el odio de un minuto”.
«Toda religión, amigo mío, simplemente se desarrolló a partir del fraude, el miedo, la codicia, la imaginación y la poesía”.
«Los hombres me han llamado loco, pero la pregunta aún no está resuelta, si la locura es o no la inteligencia más elevada, si mucho de lo que es glorioso, si todo lo que es profundo, no proviene de una enfermedad del pensamiento, de estados de ánimo elevados a expensas del intelecto general”.
«Si deseas olvidar algo de inmediato, toma nota de que esta cosa debe ser recordada”.
«Ojalá pudiera escribir tan misteriosamente como un gato”.
Sobre el autor:
Edgar Allan Poe fue un poeta, narrador y crítico nacido en Estados Unidos en 1809, conocido como uno de los mejores cuentistas de todos los tiempos y como el iniciador del relato policial y la ciencia ficción.
Con apenas dos años de edad, el reconocido autor perdió a sus padres, actores de teatro ambulante. El pequeño Edgar fue educado por John Allan, un acaudalado hombre de negocios de Richmond. Las relaciones de Poe con su padre adoptivo fueron traumáticas; también la temprana muerte de su madre se convertiría en una de sus obsesiones recurrentes. De 1815 a 1820 vivió con John Allan y su esposa en el Reino Unido, donde comenzó su educación.
Después de regresar a Estados Unidos, continuó estudiando en centros privados y asistió a la Universidad de Virginia, pero en 1827 su afición al juego y a la bebida le acarreó la expulsión. Abandonó poco después el puesto de empleado que le había asignado su padre adoptivo, y viajó a Boston, donde publicó anónimamente su primer libro: Tamerlán y otros poemas.
Se alistó luego en el ejército, en el que permaneció dos años. En 1829 apareció su segundo libro de poemas: Al Aaraaf, y obtuvo, por influencia de su padre adoptivo, un cargo en la Academia Militar de West Point, de la que a los pocos meses fue expulsado por negligencia en el cumplimiento del deber.
En 1832, y después de la publicación de su tercer libro: Poemas, se desplazó a Baltimore, donde contrajo matrimonio con su jovencísima prima Virginia Clemm, que tenía entonces 14 años. Por esta época entró como redactor en el periódico Southern Baltimore Messenger, en el que aparecieron diversas narraciones y poemas suyos, y que bajo su dirección se convertiría en el más importante periódico del sur del país. Más tarde colaboró en varias revistas en Filadelfia y Nueva York, ciudad en la que se había instalado con su esposa en 1837.
Su labor como crítico literario incisivo y a menudo escandaloso le granjeó cierta notoriedad, y sus originales apreciaciones acerca del cuento y de la naturaleza de la poesía no dejarían de ganar influencia con el tiempo. En 1840 publicó Cuentos de lo grotesco y lo arabesco; obtuvo luego un extraordinario éxito con El escarabajo de oro (1843) y con El cuervo y otros poemas (1845).
La larga enfermedad de su esposa convirtió su matrimonio en una experiencia amarga; cuando ella murió, en 1847, se agravó su tendencia al alcoholismo y al consumo de drogas, según testimonio de sus contemporáneos. Ambas adicciones fueron, con toda probabilidad, la causa de su muerte, ocurrida en 1849: fue hallado inconsciente en una calle de Baltimore y conducido a un hospital, donde falleció pocos días más tarde, aparentemente de un ataque cerebral.
(Por María Karla Pérez Romo y Odalis Sosa Dencause, estudiantes de Periodismo)