Alain Gómez Pérez: Tienes que escribir sobre lo que quisieras leer

Alain Gómez Pérez: Tienes que escribir sobre lo que quisieras leer
Alain Gómez Pérez: Tienes que escribir sobre lo que quisieras leer

«Al principio todos llegamos a la literatura por lo que nos cuentan nuestros padres porque no sabemos leer, después leemos lo que nos mandan en la escuela: en su mayoría cuentos educativos que sirven para abrir y conformar nuestra mente. El primer libro que leí solo fue El Principito y por supuesto en aquel momento no entendí nada, después en una de mis adulteces lo releí y la experiencia fue totalmente distinta.

“En mi casa siempre se ha leído mucho; mi tío, mi papá, aunque quien más lee es mi abuela, a ellos los dejo leer mis historias, pero no como los primeros, porque siempre me van a decir que están perfectas, eso no falla. Muchos de los libros que están en el librero de la casa han pertenecido a distintos miembros de la familia, van de generación en generación. De algunos sabemos cómo llegaron a los estantes, pero otros simplemente han estado ahí siempre.

“Empecé a escribir desde la primaria para concursos infantiles, pero en la pandemia decidí retomar esa parte de mi vida y pulir mis habilidades: tomármelo en serio. Cuando era niño me interesé por los cuentos de los hermanos Grimm, quizás por ello la fantasía se adueñó de mí. Su capacidad para construir mundos alternativos me hipnotizaba, con ella era capaz de transportarme a un universo paralelo donde no existían las leyes de la humanidad.

“Recuerdo leer Escuelita de los Horrores, de Enrique Pérez Díaz, un autor cubano y quedar fascinado con cada una de sus páginas. Era un libro que tenía la particularidad de que narraba una historia fantástica desde la imaginaria de un escritor nuestro y mezclaba el terror con la narrativa para niños. Me gustó muchísimo en su momento, recuerdo que lo pedí prestado en la biblioteca y que hasta hace solo unas semanas me lo pude volver a encontrar. En Escuelita… el protagonista comparte clases con el hijo de Drácula, el de Frankenstein, el del Hombre Lobo y hasta las maestras eran brujas. Encontré un equilibrio divertidísimo entre la vida escolar real y la vida escolar ficticia.

“En la adolescencia lo que pudo llegar a nuestro país fue gracias a las ferias del libro de La Habana, pues empezaron a aparecer diferentes editoriales extranjeras. Arribaron novelas maduras de fantasía; aparecía Stephen King con su terror psicológico, profundo; llegaba la saga Dune, de Frank Herbert. Fue en ese momento que empecé a descubrir nuevas formas de escritura. Me gustó mucho la saga de La Calle del Terror (1989), de R.L. Stine, que tuvo su boom en el momento que yo pasaba por la secundaria. Eran libros a los que se accedía relativamente fácil, eran baratos.

“Todos esos y muchos otros ayudaron a conformar mi pasión por la escritura de ficción, por la posibilidad de poder salir de lo cotidiano. Hubo un momento en la literatura que el realismo estuvo sobreexplotado, y real nunca hay nada. En ese realismo que cuenta lo que vivimos diariamente no encuentro el elemento que me atrape, que haga que una historia capte toda mi atención. Me gusta fusionar lo normal con lo emotivo, con lo inentendible.

Alain Gómez Pérez: Tienes que escribir sobre lo que quisieras leer

“Así como cambiamos nuestros gustos de lectura, también cambiamos los referentes. Podría mencionar a Lois Lowry, por ejemplo, es una autora canadiense que escribió El Dador de Recuerdos; Dan Brown supuso en su momento muchas noches de desvelo. La combinación que él hace del thriller subordinado al arte me atrapó desde la primera página. También conocí el mundo mágico de J.K. Rowling con la saga de Harry Potter y toda la revolución que significó. Incluso aprendí de autores de una complejidad mayor como son Haruki Murakami, Brandon Sanderson y su fantasía épica, el realismo mágico de Gabriel García Márquez o las novelas de Neil Gaiman, y no puedo dejar de mencionar La Sombra del Viento, de Carlos Ruiz Zafón.

“Tienes que escribir sobre lo que tú quisieras leer. Quizás por eso todo lo que mencioné ha ayudado a conformar mi propio estilo y mis propios objetivos. Durante la pandemia pude estudiar en el Laboratorio de Escritura que conduce Elaine Villar en la capital. Con ella aprendí el valor de la revisión y la búsqueda constante del error, aunque creas que no hay ninguno. Fue un momento donde la revisión pasó a volverse mi disciplina.

“Gracias a esas clases he podido escribir dramaturgia, logré dos obras de teatro siguiendo las anotaciones que se hacían en las clases. Una de ellas ocurre en nuestro país y la otra está protagonizada por una familia irlandesa que está realizando los preparativos finales antes de viajar en el Titanic. El tema del hundimiento es bastante conocido, por lo que quise utilizarlo más bien como una forma de construir suspense.

“La otra obra de teatro, Joyas, es un rescate que hago de los recuerdos que rondan por las mentes de nuestros mayores, hay autoficción y elementos totalmente inventados por mí. Entre cada una de las escenas se entrelazan las vidas y las muertes de cuatro hermanas que, conversan y resuelven conflictos sobre los que cuando estaban juntas no se atrevían a conversar.

“Después incursiono en la literatura para niños, que, aunque no lo parezca es muy compleja, es un público bonito pero difícil de satisfacer. Tienes que encontrar una forma de captar su atención desde el principio. Quería combinar la magia y el realismo con esa literatura, por lo que también empecé a escribir para adolescentes; y Escuelita de los Horrores se convirtió en la brújula por la cual guiarme a la hora de enfrentarme a la página en blanco.

Mar de Vidrio nació de ese enfrentamiento, lo escribí con los jóvenes como objetivo, aunque me han dicho que podría estar dirigido a adultos exclusivamente. Es el fruto de una tarea del Laboratorio de Escritura cuya orden era la de escribir algo con un niño como protagonista. Entonces, se ocurrió la idea de tener un pequeño que le roba una bola de cristal a una anciana, la bola se rompe y su cuarto empieza a llenarse de agua, como resultado ocurre una inundación que engulle todo el pueblo. Es una escena que tomé prestada de Ponyo, la película de Hayao Miyazaki.

“Estuve muy feliz cuando a finales de 2022 uno de mis cuentos, El Umbral, llegó a publicarse en una revista mexicana llamada Letras y Musas. Estuve como finalista en el Eduardo Kovalivker, y obtuve mención en el Oscar Hurtado, además de una reciente mención en los Premios Aldabón 2024 por el cuento Mar de Vidrio.

“Me atraen los personajes distintos que vivan de maneras llamativas. Sherlock Holmes es un ejemplo de ello; me gustan por el nivel de conexión que pueden construir con el lector. Creo que ello ha influido mucho en mi narrativa: me alejo del terror macabro y me dejo llevar por el terror sublime. Y a veces es difícil escribir, porque con todos los problemas que sobrellevamos se me hace muy difícil sentarme frente a la computadora; tengo que obligarme, decirme a mí mismo Siéntate, porque tienes que escribir.

“El escritor necesita amar su profesión y siempre querer hacer más, tiene que leer constantemente y de todo, tanto libros que le entretengan como volúmenes teóricos que le ayuden a adquirir técnicas narrativas, formas de estilo, metodologías adaptadas a lo que quiera hacer. Ya en el camino encontrará su estilo y lo que quiera hacer, lo que no quiera hacer, sus carencias y sus virtudes”.

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Sobre el autor: Mario César Fiallo Díaz

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