APARTADO 1433: ¡San Diego! castiga a los chapuceros

APARTADO 1433: ¡San Diego! castiga la chapucería

Todavía recuerdo la extensa misiva de Milagros Rodríguez, vecina de la calle San Diego, entre San Juan Bautista y San Francisco, en la yumurina barriada de Pueblo Nuevo, donde denunciaba la chapucería en las acciones constructivas de un local estatal que colinda con su morada.

En aquella oportunidad la respuesta pública la emitieron los directivos de la Empresa de Construcciones del Poder Popular, y el asunto desembarcó en puerto seguro. Con la lógica intermitencia en las obras constructivas de estos tiempos, parece que la indolencia allí campea por su respeto, porque la remitente ha vuelto a la carga y vía correo electrónico expresó: 

APARTADO 1433: ¡San Diego! castiga la chapucería

“Me da pena con usted, pero después de tanto esfuerzo suyo para limpiar de escombros la calle (San Juan de Dios), de nuevo volvemos al mismo problema. Le adjunto fotos de cómo está la zanja que pasa por frente a mi casa.

“Hace más de un mes los desechos de la construcción están en la calle, aunque respetaron la zanja y fluía bastante bien el agua. Recientemente, con una palita mecánica, limpiaron un poco, pero dejaron todo lo demás tirado y obstruyeron la evacuación del líquido que al otro lado de la calle ha creado una pátina muy peligrosa.

“Tampoco puedo cruzar cuando abro la puerta de mi casa, pues la suciedad se acumula también ahí. Mi mamá habló con uno de los obreros, pero sin resultados, con lo fácil que es evitar estos malestares a los vecinos. Todas las mañanas se reúnen más de 10 trabajadores, sin embargo, para hacer las cosas correctamente no hay ninguno”.

“Por favor, si usted nos pudiera ayudar una vez más, con su labor tan dedicada y fructífera, y en muchas ocasiones tan mal reconocida, lo agradeceríamos”.

No fue necesaria la intervención periodística esta vez para aniquilar tanta desidia y chapucería en dicha obra, cuya remodelación convertirá en viviendas antiguas oficinas. Antes, ya la calle San Diego volvió a ser transitable. ¿Cuánto tiempo más perdurará la higiene comunal? Solo San Diego lo sabe.

En lo tocante a mi labor ofrezco las gracias a Milagros por sus palabras de aliento. Y sí, tiene usted mucha razón estimada lectora. La probable ingratitud de los hombres, al decir del insigne patriota, es el pan nuestro en este desafiante combate contra molinos de vientos. También con seguridad le asevero que nunca me sentirá desanimado ni triste, porque en mis botas llevo espuelas, y en mis manos la pluma, cual fusta de correos antiguos, capaz de redimir el más injusto de los dolores. Revelar siempre la verdad, cueste lo que cueste, será siempre mi paradigma.   


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Sobre el autor: Fernando López Duarte

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