La fotografía fue otra de las atracciones de las Olimpiadas de París 2024, y esta del surfista brasileño Gabriel Medina es quizá la más espectacular.
Desde su mismo inicio París 2024 se tornaba para nada común, una ceremonia de inauguración fuera de un estadio no había ocurrido jamás y tantas críticas como felicitaciones recibió un acto que llamaba a la unidad, tolerancia y fraternidad, desde el amor a la riquísima cultura francesa.
Aunque la lluvia intentó arruinar el festejo, los artistas hicieron del espectáculo un suceso sin igual, con numerosas referencias a todo lo que nos rodea y representa desde la diversidad. ¡Ni hablar de la colosal reaparición de Celine Dion!
Hubo deportes controversiales que dieron numerosos titulares como el breakdance, todo un espectáculo para muchos amantes de esa modalidad de baile, pero que levantó otras tantas críticas a partir del análisis de si debería considerarse un deporte.
Disciplinas como el béisbol, por solo poner un ejemplo, no estuvieron presentes en la fiesta parisina, lo que responde no tanto a la deportividad o al alcance que entre el público puedan tener, sino al espectáculo televisivo y el tiempo en pantalla que inciden directamente en la economía.
El vestuario forma parte de las reglas de cualquier competición y esta vez la normativa indicó que en las pruebas de gimnasia el escote del maillot debía tener unas características determinadas: no superar el área central del esternón ni la línea interna de las escápulas. En cuanto a la longitud, no estaba permitido exceder el hueso de la cadera. Se especificó incluso que la anchura de los tirantes debía medir como mínimo dos centímetros de ancho.
Otra insólita prohibición para las gimnastas fue que sus uñas no podían estar decoradas ni pintadas. Solo se autorizaba si era con un tono similar al natural. Tampoco podían llevar el pelo de tal manera que les tapara la cara ni un maquillaje exagerado.
En ese mismo deporte se estableció que, para evitar reclamaciones constantes por la puntuación obtenida por los jueces, los deportistas debían pagar 300 dólares para que se revalorara el ejercicio. Si la reclamación era válida, le devolvían el dinero al equipo.
Imágenes enternecedoras fueron las de las atletas que asistieron a los Juegos con sus bebés lactantes y se les pudo observar alimentarlos en medio de una competencia, pues los organizadores habilitaron áreas para ellos en los sitios que lo requerían.
En el voleibol de playa se reguló la talla de los bikinis a una anchura lateral máxima de siete centímetros, una norma que llega después de que, en los Juegos de Tokio 2020, el tema del vestuario de las atletas resultara muy comentado. La Federación Internacional de Voleibol indicó entonces que las jugadoras podían prescindir del habitual bikini para usar camisetas sin mangas o bañadores.
Un gran revuelo también levantó una boxeadora argelina, a quien su condición biológica le proporcionaba algunos rasgos masculinos; y publicaciones mal intencionadas la declaraban como una mujer trans. A la postre, fue la ganadora de la medalla de oro, y su tema se aclaró, pues no posee ninguna ventaja física; de hecho, ha sido derrotada en innumerables ocasiones desde que comenzó su carrera en el pugilismo.
Asimismo, en cuanto a las redes sociales, el COI establece sus normas. Los deportistas estaban autorizados a grabar y tomar fotos para sus perfiles, sin mostrar las zonas destinadas a los cuidados médicos ni utilizarlas con fines comerciales; así como tampoco compartir imágenes de las competiciones deportivas o de las celebraciones de los deportistas en el campo. Además, los vídeos debían tener un máximo de dos minutos de duración.
Incluso las camas de la Villa Olímpica fueron tema polémico, pues cumplían con ser ecológicas, pero no eran cómodas para muchos, y hasta uno de los nadadores, quien había subido al podio en algunas modalidades, decidió dormir a las afueras de la instalación.
Entre espectacularidad, errores y un río Sena para nada higiénico, se desarrollaron unos Juegos Olímpicos que muchos recordarán, si bien no todo fue color de rosa. Los Ángeles 2028 espera por ese mismo espíritu de tolerancia, solidaridad y hermandad que caracteriza desde hace muchos años al olimpismo y al deporte en general.