El pasado 4 de julio, el maestro René Fernández Santana recibió el Premio La Aurora, que otorga la Biblioteca Gener y del Monte a personalidades relacionadas de muchas maneras con la importante institución matancera, y con la literatura.
René Fernández Santana tiene a la biblioteca como ese espacio que fue para muchas generaciones un lugar de encuentro con la obra de muchos autores de Cuba y el mundo, que guardan sus anaqueles.
La Gener y del Monte es un ambiente de tranquilidad, belleza y cultura, legado de nuestros antepasados, y uno de los más importantes de la ciudad, junto al Teatro Sauto (MN).
El maestro, dramaturgo inspirador de la Assitej, Premio Nacional de Teatro 2007, es un incansable lector, y con sus textos dramáticos, un referente para los nuevos lectores, por su prolífica y, a la vez, muy publicada obra, en disímiles editoriales, que van desde Ediciones Matanzas, Vigía, Tablas Alarcos, Gente Nueva, Papalote o varias internacionales, que lo catalogan como uno de los más importantes autores titiriteros de hispanoamérica, junto a figuras como Federico García Lorca, Javier Villafañe o Roberto Espina.
Su relación con la literatura universal se vincula a escritores como Charles Perrault, los hermanos Grim, Hans Cristhian Andersen o Juan Ramón Jiménez, entre otros que fundamentan su conocimiento de imprescindibles obras y personajes.
Sus investigaciones en las culturas afrocubanas nos muestran a un creador en constantes indagaciones, las cuales potencian la mixtura de herencias que se pueden encontrar en su obra, en que lo hispano y lo africano tienen una singular presencia.
Cada texto suyo, imbricado en las diversas líneas creativas en las que ha trabajado, constituye un importante aporte al patrimonio matancero y cubano, pero también a la literatura titiritera mundial.
Muchos de los que han estado vinculados a su trabajo estuvieron en la entrega del Premio La Aurora, hablaron sobre su obra y vida de 80 años, y recordaron su trayectoria como dramaturgo desde 1964, cuando estrenó La amistad y la paz, esa pequeña pieza titiritera que se ha convertido en un clásico, y que en la sencillez de la trama revela la necesidad de salvar valores imprescindibles, en este mundo tan diverso y violento.
Ese comienzo, del que se cumplen por cierto 60 años, es un punto de partida del poeta titiritero sobre los escenarios, que ha creado tantos personajes, historias nacidas de diversas tradiciones y de su fértil imaginación, tan conocedora del universo del niño.
Hay un video en las redes, donde René, el abuelo, carga a su nieto Diago. Se guarda tanta ternura en esa imagen, en ese gesto, que traduce lo que aparece en muchos de sus textos, la mayoría llevados a escena, su inmersión en el mundo del niño, la comprensión de sus necesidades y problemáticas, el espíritu de la manera en que los pequeños se insertan en la sociedad.
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El Premio La Aurora reconoce con su entrega de este año 2024 los valores de la dramaturgia titiritera y para niños, y específicamente las de la creación de René Fernández Santana, un símbolo de la ciudad, creador de espacios también paradigmáticos, como la Sala Papalote; por lo que también distingue sus tributos a la formación humanística de varias generaciones de infantes cubanos, fundamentalmente matanceros.
Dentro de este público se encuentran los niños de La Marina, con los que René mantiene una relación muy particular. Ese es un tema interesante, en los aportes que singularizan a Papalote y a René, la convivencia con una comunidad que también ha influido en su creación y manera de ver el mundo.
Un autor como René debía ser traducido a otras lenguas, vía eficaz del conocimiento en ámbitos culturales diversos, y contar con un libro que recopile su trayectoria dramatúrgica, desde las visiones múltiples de sus estudios más significativos. Un lindo homenaje el de la biblioteca a su trayectoria artística, y a su fidelidad con la ciudad que lo vio nacer, Matanzas, confluencia de culturas, de aguas, de historias, que sedimentaron su creación y su vida.