A través del tiempo: una fantasía barroca

Esta historia elíptica, colgada de la pared a mano derecha nada más entrar a la biblioteca Gener y Del Monte, inaugura a la vista la exposición A través del tiempo, de Susana Fernández. Es decir, Gìo.
A través del tiempo: una fantasía barroca. Fotos: Ramón Pacheco

Un joven detiene la pluma sobre el papel, y a la luz de un candelabro parece pensar en algo, en alguien. Quizás en la dama que, a un lado, dentro de su propio lienzo, sostiene una carta que bien podría estar escrita por él.

Esta historia elíptica, colgada de la pared a mano derecha nada más entrar a la biblioteca Gener y Del Monte, inaugura a la vista la exposición A través del tiempo, de Susana Fernández. Es decir, Gìo. La artista aún no llega. Su obra la precede y, en cierto modo, la anuncia.

Una intermitente lluvia pone fin a la mañana. Los asistentes recorren, de columna en columna, las demás fotografías expuestas. Detrás de cada modelo, en cada recreación, el espacio se ve tan real que cualquiera de los gorriones intrusos de la biblioteca pudiera acabar su revoloteo contra Lavanderas, un díptico, o Perfumista.

La gente observa y comenta entre sí lo que cree del fine-art; tanto quienes ya estaban como los que van entrando. Solo acaban poniéndose de acuerdo sobre la belleza de las imágenes, porque de inteligencia artificial y retoques modernos poco sabe la mayoría.

Cerca de la entrada, un joven músico ensaya el Canon de Pachelbel. Que la ventolera le disperse las partituras parece inquietarle más que fallar una nota. No se puede romper el hechizo barroco. Cada retrato corresponde a esa época.

La melodía le pega por igual a los posibles amantes epistolares, a las lavanderas, al perfumista, a la planchadora. A todos les recrea una historia personal, ambigua y enigmática, como si las pulsiones humanas estuviesen a punto de cobrar vida tras la aparente calma de cada pose y actividad efectuadas.

En un repentino cese de llovizna, un auto se detiene a las puertas del edificio. Gìo ha llegado, y desde que se baja hasta que entra al recinto basta para que las gotas reaparezcan. No obstante, ella no le hace caso al día: el color cálido de su vestido irradia lo contrario a un clima tan gris.

Nadie diría que tiene solo 19 años. Esa clase, esa seguridad y suavidad en sus maneras, no son solo virtudes de su trabajo. Ella es el equivalente humano a su puesta en escena. Camina de invitado en invitado, sonriente y afable, con tal presencia que el arte a su alrededor parece de pronto más elegante aún.

Con verla se entiende mejor su conexión con tiempos pasados, y escucharla es melodiosamente inusual. Es casi una dama del siglo XIX, viviendo y trabajando en el XXI. Al contrario de artistas más bien mustios, parcos y tímidos, a los que se les nota la inquietud por terminar cuanto antes el intercambio con público, ella sonríe y dedica un paciente saludo a cuanto asistente tiene delante.

Llegado el momento, los presentes forman un semicírculo a su alrededor. Se nota el interés por escuchar cómo se elaboró la muestra, qué sentido tiene, qué supone para la creadora. Alguien sube y pide a los obreros del piso superior que detengan su labor por breve tiempo. Sería una lástima que martillos y barrenas silenciaran lo que la artista tiene por decir.

Un colega fotógrafo hace la introducción de rigor. En muy pocos minutos estará ella hablando. Si Gìo se siente nerviosa, no lo aparenta. Se limita a comprobar con la vista si todos tienen el programa impreso de la exposición en sus manos. Permanece inmóvil pero expresiva, con el control muscular de una modelo que ella misma podría usar.

«I’ve searched the open sky, to find a reason why…» («He buscado en el cielo abierto, para encontrar una razón…»), cantaban los Pop-Tops en una versión con letra del Canon de Pachelbel, a finales de los 60. Quién sabe si, segundos antes de tomar la palabra, explicar con sencillez su técnica e invitar a la contemplación de los lienzos con la pieza barroca todavía en los oídos, Gìo se responde para sus adentros que incluso una mañana así, de cielo cerrado, es la razón de sus búsquedas a través del arte, el encuadre y el tiempo.

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