Un nuevo aniversario para las filas del Minint

Un nuevo aniversario para las filas del Minint

En realidad, también hay un hogar que se añora al otro lado de esos uniformes, y posibles ratos de ocio sustituidos por arduo y peculiar trabajo en las filas del Minint. Fotos: Ramón Pacheco Salazar

La mañana despunta y disipa la frialdad, mientras la luz del día se cierne sobre Matanzas entera. Los patrulleros, alineados entre carro y carro a lo largo de una formación estricta, esperan la orden de recorrer sus calles. Humanos y máquinas están igual de quietos, mudos e imponentes.

Un silbato al frente resuena. Las órdenes están dadas. Cada uno se identifica a sí mismo y a su vehículo. De izquierda a derecha, una entonación rápida y concisa sucede a la anterior entre voces masculinas y femeninas.

Las puertas de cada carro se abren y cierran al unísono. El sonido es efímero, musicalmente compacto, como de un regimiento al cargar fusiles en sincronía. Solo entonces estallan las sirenas en su sordo “Aquí estoy yo”, y ese sonido que anuncia adrenalina en las películas se genera en la matinal base de patrullas.

Este acto es un saludo al ciudadano, al orden, a la moral de nuestra sociedad… y, sobre todo en estas fechas, al Ministerio del Interior (Minint). Este 6 de junio son ya 63 años los que suma la pionera institución revolucionaria. No han sido pocos sus esfuerzos en tanto tiempo, ni han estado exentas sus filas de jóvenes valiosos.

Por ejemplo, en ese propio enclave de El Naranjal, destaca por su ejemplaridad el primer suboficial José Miguel Lugo Pérez. Su mirada, parapetada tras espejuelos y una sonrisa bonachona, más que nada denota avidez, agudeza, recelo y algún otro rasgo de los que se atribuyen al buen policía.

“Mi trabajo consiste en cubrir un determinado sector de vigilancia y patrullaje para garantizar la tranquilidad de los matanceros”, sostiene José Miguel. “Para eso hay que estar atento siempre a las órdenes de radio, de lo contrario no hay manera de responder a cualquier inquietud o molestia de la población. Y mi deber fundamental es encontrarme presto a dar el paso al frente para luchar contra la delincuencia, aminorar los malos ratos que esta provoca en la ciudadanía”.

A su vez, la segunda suboficial Yusi Ester González no duda en manifestar su orgullo hacia la institución que tributa. “Soy jefa del carro 265, y me siento muy contenta, como mujer y trabajadora, de formar parte del Minint”, afirma esta veinteañera que, mediante el uniforme y su firmeza, disimula la lozanía de su edad.

No menos imponente resulta en cumplimiento de sus funciones, a horcajadas sobre la moto como una esfinge de autoridad, la primera suboficial Yaiselín González Moreno. Ella también reconoce la igualdad de condiciones que permite a las féminas integrar este Organismo de la Administración Central del Estado.

Un nuevo aniversario para las filas del Minint

“Lo que hago requiere concentración, esfuerzo, sacrificio”, declara. “Es un poco más complejo para quien, después del trabajo, tiene una casa con la que lidiar. Pero, contrario a lo que se pueda creer al verme en esta ocupación, siendo mujer recibo mucho respeto”.

A punto de retomar su trayecto y enfilar Viaducto arriba a pleno sol, González Moreno señala: “Aparte de lo mucho que me gustan las motos, siempre quise pertenecer a las filas del Minint. No todo el mundo tiene ese privilegio”.

Quienes patrullan las calles y responden, como estos suboficiales, a cualquier necesidad que implique arrancar el vehículo y bajar de él con aplomo, suelen coincidir en que nada dificulta tanto la impasibilidad durante sus tareas como un accidente. Y mucho más, según algunos, si hay niños implicados en el siniestro.

Esta sensación la conocen muy bien los bomberos y rescatistas que, dispuestos a todo, se ejercitan en el histórico cuartel situado en la plaza de La Vigía. La labor de un jefe de dotación en el Comando Especial Supertanqueros Matanzas implica la responsabilidad, que en estos momentos asume el Mayor Osmel Santiuste Díaz, de destinar medios y fuerzas a salvaguardar vidas humanas y bienes materiales.

“Bajo mi mando tengo el compromiso de poner en práctica la preparación especializada del bombero y su formación militar”, explica el joven. “Esto tiene su objetivo en dar la mejor respuesta a cualquier situación existente en un momento dado, desde enfrentar un incendio hasta derrumbes o catástrofes naturales”.

A numerosos kilómetros de allí también opera personal del Minint en la provincia matancera. En el Aeropuerto Internacional Juan Gualberto Gómez, la inspectora de Inmigración Greter Vives Pérez contribuye a evitar que personas con documentación fraudulenta puedan entrar o salir del territorio nacional.

“La función que me corresponde es revisar la autenticidad y veracidad del documento del pasajero, tanto a la entrada como a la salida del país, y con esto evito dentro de mis posibilidades la penetración ilegal en la frontera”, refiere la trabajadora aeroportuaria.

Así, entre otros deberes, pudiéramos seguir ilustrando la actividad diaria y rigurosa de los miembros de este organismo. En cuántas prolongaciones no se desdoblará una entidad abocada hacia el enfrentamiento al delito, los planes agresivos del imperialismo, la formación preventiva en la ciudadanía o el orden social en sus diversas acepciones.


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Para ello, y más en tiempos difíciles, se requiere compromiso, entrega, honradez. Se necesita de hombres y mujeres por igual, aquellos que han engrosado las sucesivas generaciones que el Minint acoge en su seno, en el desempeño de disímiles servicios, desde aquel 6 de junio de 1961.

De esta institución muchos retenemos la misma imagen que pudiéramos tener de cualquier otra: mecánica en su funcionamiento, horarios y protocolos, y conformada quizá por individuos predeterminados y no de carne y hueso. En realidad, también hay un hogar que se añora al otro lado de esos uniformes, y posibles ratos de ocio sustituidos por arduo y peculiar trabajo, y durezas que van más allá de la autoridad.

Desde luego, sería sumamente injusto obviar el merecido reconocimiento a los integrantes de todas sus épocas, al aporte generado por cada uno desde su lugar, pero el presente aniversario se revela especialmente propicio para resaltar la valía de los que todavía inician trayectoria. Son el relevo que se abre camino, a través de una actualidad azarosa que obliga a elevar la guardia en todos los frentes.

Oportunidades donde probar su capacidad y compromiso, y un pueblo que salvaguardar, nunca les faltarán.

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