Después de años de espera, los cardenenses vuelven a ver ondear la bandera cubana en el Hotel La Dominica, Monumento Nacional, completamente restaurado. Fotos: De la autora
El rescate patrimonial del Hotel La Dominica, Monumento Nacional, ya es una realidad. Al transitar por la plaza fundacional de Cárdenas se puede apreciar la edificación, donde por primera vez ondeó la enseña nacional, completamente restaurada. Así se ha saldado una deuda que tenía hace muchos años la ciudad con su historia y su pueblo.
Augusto Bueno García es uno de los que recorre el inmueble con frecuencia. Para él será imposible desprenderse de esa rutina, porque acompañó el proceso de devolver los valores perdidos a la estructura arquitectónica del local. Ahora, quizá busca alguna justificación para llegarse hasta allí y ver cómo cobra vida cada espacio con el ajetreo de su personal al servicio de los clientes.
La fachada colonial del siglo XIX, el lobby, un grupo de habitaciones junto a su sala de estar y corredores, el restaurante Salón Dalmau, el bar-cafetería El Almirante y la galería Primus in Cuba, todos exponen la historia de diferentes épocas sin perder los aires de modernidad.
“Cuando estábamos de lleno en la obra, encontramos las bisagras de la puerta principal de este edificio”, comenta el proyectista general, mientras aclara que estas datan de 1869. Las piezas fueron restauradas y hoy son exhibidas en el mismo hotel.
Ambas plantas, a pesar de haber experimentado incontables transformaciones después de ser incendiado por las tropas anexionistas del general Narciso López en 1850, conservan elementos significativos de factura neoclásica en las fachadas por ambas calles.
HONRAR LA HISTORIA
Tras su inauguración, por parte de las autoridades gubernamentales del territorio, el Hotel La Dominica recibió el Premio Provincial de Restauración; posteriormente le fue entregado, en manos del arquitecto Augusto Bueno, Conservador de la Ciudad, y la historiadora María Teresa Clark, una mención en la Categoría de Premio Nacional de Restauración.
Bueno García rememora la situación inicial del edificio, pues se encontraba deteriorado en su totalidad. Su recuperación fue un proceso complejo que se llevó a cabo con el 1 % del desarrollo local.
“Se trata de un edificio construido en la segunda mitad del siglo XIX, con los cambios eclécticos, por supuesto, de la primera mitad del siglo XX. Por tanto, se respeta esa expresión, por ejemplo, las columnas de hierro fundido adicionadas, aunque no son originales, constituyen elementos artísticos que se retoman de esa época”.
Desde el principio del proyecto, partieron de una premisa fundamental: todo aquel que visitara La Dominica se llevara la historia de este sitio. Una idea bien lograda, no solo con la arquitectura, sino también con las obras de artistas locales de la plástica que muestran sucesos y personalidades asociados al inmueble y la urbe.
“El apellido Dalmau en uno de los cristales del salón llama la atención de muchos. El catalán Jobita Dalmau, uno de los dueños del hotel, se caracterizó por brindar información a los visitantes, interesados en conocer los pasos de Narciso López. Este señor realizaba el recorrido, tanto por el lugar donde desembarcó como por aquellos que todavía conservaban marcas de la batalla campal.
“Los historiadores cuentan que Dalmau atendió en una ocasión a un huésped muy peculiar, Antonio Maceo. En su visita privada, el independentista conoció los detalles gracias a la explicación del propietario”, añade Bueno García.
UNA SEGUNDA VIDA
Desde la recepción del hotel, Pedro Fraga Gómez es uno de los que da la bienvenida. Su experiencia en el sector del Turismo le permite trabajar con la destreza y la amabilidad que exige la atención al cliente. Esta vez tiene la oportunidad de servir en la carpeta de un local emblemático.
“Me siento orgulloso de encontrarme aquí, un lugar símbolo del país. Lo más importante es convertirnos en una gran familia, tratar de posicionarnos en el mercado, o sea, darnos a conocer y que nos recomienden”, destaca el cardenense.
Una pareja de canadienses fueron los primeros en hospedarse en el área habitacional. Ambos tuvieron la posibilidad de apreciar los encantos de la edificación, conocer más el centro histórico cardenense y se despidieron con la promesa de regresar acompañados de sus amistades.
René García Bello, director de la instalación turística, se esfuerza por que todo marche en orden en cada área. Ahora él y su equipo de trabajo tienen la responsabilidad de honrar el nombre del hotel e impulsar su comercialización con una gestión eficiente.
“A partir del 8 de marzo el hotel abrió sus puertas. Posee 18 habitaciones confortables y un amplio restaurante, pendiente a concluir la puesta en marcha de la climatización, por tanto, se mantiene funcionando de forma parcial. También tenemos un snack bar que trabaja las 24 horas del día”.
Según García Bello, la prioridad es insertarse en el mercado y la competencia con ese valor añadido patrimonial, con un costo regido por el sistema de agencias de Turismo del país, acorde a los estándares de los hoteles de ciudad.
“Estamos avanzando en los contratos para la conformación de paquetes turísticos atractivos, conformados por visitas que inicien en La Dominica y continúen hacia otros lugares históricos y de interés social, recorridos por la plaza fundacional y de otros espacios de la provincia de Matanzas.
“Actualmente, ya se encuentra en el sistema de circuitos turísticos y el sistema de Paradiso Varadero, agencia de Turismo Cultural. Además, existe la intención por parte de Paradiso Habana de desarrollar una ruta desde la capital, que incluya el paso por La Dominica y siga hasta la finca Coincidencias”, explica el directivo.
La superación del personal es clave para lograr la calidad en el servicio, por ello cuentan con un plan de capacitación que dote de las herramientas y conocimientos necesarios al colectivo, integrado por personas con experiencia y jóvenes.
La dependiente Lisbet Muñiz Góngora atiende a los clientes en el snack bar. Mientras lleva unas bebidas a la mesa de los consumidores, comenta que es su primera experiencia en el ámbito laboral, por tanto, un enorme reto estar a la altura de lo que representa este espacio para los cardenenses.
“La imagen que tenía de este lugar cuando era pequeña es muy diferente a la que tengo hoy. Antes estaba en ruinas y ahora es una oportunidad de trabajo con un ambiente muy acogedor”, confiesa la joven de 25 años.
GALERÍA “PRIMUS IN CUBA”
La canción Los tamalitos de Olga sale de uno de los espacios del hotel. Un grupo de pioneros siguen el ritmo entre risas, pasillos y palmadas, mientras miran con curiosidad un antiguo “equipo de música”: el gramófono. En tiempos de celulares y bocinas, estos niños ven por vez primera el funcionamiento de este instrumento de grabación y reproducción de sonido a partir de un disco plano.
Quienes entran a la Galería Primus in Cuba, a conocer la historia de la bandera cubana y la identidad nacional, pueden hacerlo acompañados de la música tradicional cubana. La mayor parte de las piezas exhibidas en el local son del patrimonio familiar de Alberto Tamayo Izquierdo.
A un lado de la pared, se halla la réplica de la enseña nacional bordada por Emilia Teurbe Tolón; al otro, una imagen del escudo de la ciudad de San Juan de Dios de Cárdenas. Un álbum contiene los sellos en saludo al centenario del arribo de la bandera, en las repisas se observan la medalla conmemorativa, libros de consulta y materiales publicados por el periódico La Aurora.
“En la galería ofrecemos un recorrido sociohistórico patrimonial. Además, comercializamos una serie de cofres que el cliente puede llevar como recuerdo. Uno de ellos incluye una bandera cubana, una postal de la localidad, su certificado de origen, un disco de música cubana, el mapa fundacional, entre otras piezas”, expone Tamayo Izquierdo.
Cárdenas va rumbo a su 200 aniversario de fundada, y muchas son las iniciativas que se pueden crear en torno a este sitio, que tributen al desarrollo local del territorio. Se trata de mirar con luz larga todas las potencialidades y hacer parte del proceso a los cardenenses para que se mantenga y fortalezca el sentido de pertenencia hacia su tierra.
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