Vida en Series: Fallout, nuclearmente espectacular

Vida en Series: Fallout, nuclearmente espectacular

Los seres humanos venimos contando historias hace ya algún tiempo, desde épicas batallas entre los dioses del Olimpo, personajes que roban el fuego, o laberintos y minotauros. Pero también vivimos una fábula imparable, cuyo hilo conductor aún no tiene destino final, aunque no han sido pocos los episodios dentro de nuestra historia que han presagiado el fin de la civilización. La guerra fría fue uno de ellos, incluso, la polarización que trajo como resultado parece el presagio de tiempos distópicos que aún no llegan. Es aquí donde nuestro inherente talento (y vicio) para contar historias hace de las suyas.

Fallout es originalmente una serie de videojuegos de rol, que imagina un mundo devastado por la ingeniería nuclear y pone al jugador al mando de un personaje “virgen” que recorrerá el yermo entre facciones, monstruos, decisiones, comedia, gore, amor, sexo, alimañas mutantes y amigos. Es una imaginería endiabladamente buena y llena de posibilidades, ya que los jugadores juegan a ser los inquilinos de cualquiera de los cientos de refugios que hay esparcidos por toda América del Norte. 

Supongo que Amazon Prime entendió el enorme potencial que existe en este yermo, la posibilidad de utilizar la adaptación de una franquicia de videojuegos y escribir una historia aún no vista. Uno de los nombres que aparece acreditado en la serie es el de Jonathan Nolan, mente maestra de otra serie que aún me cuesta aceptar que haya sido cancelada: Nolan nos trajo un drama de ciencia ficción que desvió la atención de muchos seriéfilos desde la legendaria Game of Thrones hacia Westworld, serie que ponía a los humanos en un muy mal lugar y utilizaba a los robots como espejo; es una lástima que HBO no siguiera con el proyecto.

Vida en Series: Fallout, nuclearmente espectacular

Sea como sea, la ciencia ficción es un entorno en el que Nolan sabe moverse demasiado bien. Tanto así, que logró fusionar (de nuevo) el wéstern con la ciencia ficción y darle toques de intriga política y hasta cuestionamientos morales. Todo con una premisa que antaño solo encontraba su medio en el videojuego y que, como ya muchas otras adaptaciones (The Last of Us, Cyberpunk Edgerunners, Arcane, etc.), logra hacer escapar al gaming de prejuicios tales como su mera utilización para distraer y su incapacidad para contar todo tipo de historias.

En los juegos de Fallout, el jugador puede disfrutar de ciertas libertades y hasta elegir el curso de la historia; además, el progreso de su personaje es harto importante. No es coincidencia entonces que Ghoul (Walton Goggins) haga y nos haga esta pregunta en la serie: ¿en qué crees que te convertirá el yermo a ti? Este personaje es lo que podríamos llamar como un experto con alto nivel en el mundo donde se desarrolla esta historia. Los otros vendrían a ser Lucy (Ella Purnell) y Maximus (Aaron Clifton Motes), quienes han sido criados de formas distintas, una en el refugio 33, bajo tierra, y el otro en una base militar (casi una secta), en la superficie.

Pero el suspense es otro factor clave en la construcción de una narración que acompaña a los personajes, los separa, y después los vuelve a juntar. No se olvida de su punto de iniciación y desarrolla un arco subterráneo tan atroz como los experimentos llevados a cabo durante la Segunda Guerra Mundial. En un principio, pensé que la historia estaría dividida en tres caminos, pero mi sorpresa fue tal que disfruté enormemente el del inesperado cuarto protagonista interpretado por Moisés Arias: el cobarde que decide quedarse en el refugio 33.

Ver Fallout en Picta

Cada uno de estos hombres y mujeres (y Ghoul) representan el nivel de acercamiento de cualquier persona con las mecánicas y trasfondo de esta ficción distópica. ¿Y qué ofrece una narrativa cinematográfica dividida en ocho episodios?, pues, tanta adicción como los mismos videojuegos; porque Fallout es tan seria como sarcástica. Detrás de su humor nuclear, splasher, gore, sin consideración alguna con el desmembramiento y mostrarlo en pantalla, hay una analogía para nada primitiva de nosotros mismos: humanos atrapados en un mundo polarizado en el que todo tiene que ser necesariamente rojo o azul.

Se trata de una demostración eficaz y divertida que hace pensar sobre los horrores de la guerra y sabe dividir sus episodios en temas que convierten al espectador en un adicto a la radiación que la serie irradia. (Por Mario César Fiallo Díaz) 


Lea también

Este 29 de abril la Casa de la Memoria Escénica arriba a su 30 aniversario resguardando la historia teatral cubana.

Diez miradas a la Casa de la Memoria Escénica

Lisandra Pérez Coto – Este 29 de abril la Casa de la Memoria Escénica arriba a su 30 aniversario resguardando la historia teatral cubana. LEER MÁS »


Recomendado para usted

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *