Empatía cero

empatía cero
Empatía cero

En la acera se retuerce como si convulsionara, hasta que de momento comienza a realizar giros bruscos que lo llevan a deslizarse sobre el asfalto. El rostro se contrae y emite sonidos, como zombie salido de uno de los filmes que abordan la temática de los “muertos vivientes”. Solo que, aunque hay público, no se trata de un cinema, y su vida pudiera estar en peligro real.

La descripción corresponde al último video viralizado sobre una presunta víctima del Kimico, y no me refiero al cantante Osniel Andrés Cobarrubias, sino a la llamada “droga de los pobres”, una mezcla de cannabis (marihuana) con productos sintéticos entre los que algunos citan a pastillas para la epilepsia, formol y anestesia para animales. 

Pero no pretendo caer en detalles sobre el consumo de drogas o los ya archiconocidos riesgos que trae consigo pues existe otro fenómeno igual de desconcertante, que también continúa ganando adeptos: el schadenfreude.

El uso sin trabas de las redes sociales y las ansias desmedidas de posicionar contenidos en las diferentes plataformas ha incidido en la proliferación de escenas donde, ante personas en situaciones de riesgo, los instintos de los sujetos presenciales se mueven más hacia la necesidad de captar el momento que al impulso de extender la mano amiga. 

Empatía, ¿qué es eso?

Bajo la premisa maquiavélica de que “el fin justifica los medios”, aunque ello signifique regodearse en el dolor ajeno, se prefieren grabar convulsiones y cuerpos agonizantes que llamar al 104 o dar primeros auxilios en el lugar.

El término schadenfreude fue tomado del alemán y se refiere a la alegría por el mal ajeno, sentir placer por la desgracia de los demás. Un perceptible déficit de empatía describe el fenómeno que en los últimos años se ha posicionado en el ciberespacio, tan alto como los contenidos que le describen.  

Y no solo sorprende que alguien tenga el valor de quedarse inerte ante una urgencia médica, sino que otros viralicen y conviertan en tendencia la pérdida de valores humanos. Tantos siglos cultivando la solidaridad, y unos likes vienen a desbaratar preceptos y sacar el lado más oscuro en tiempos en los que se necesitan más que nunca las manos amigas que levantan y salvan. 

Sin renunciar a la empatía

Multipliquemos el amor y no el odio, las buenas costumbres y no las destructivas. Recuerda siempre que mañana puedes ser tú el que esté al otro lado de la pantalla.

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