Este viernes fueron en Matanzas las celebraciones por el Día de la Prensa Cubana y justo empezando la jornada, en el teatro Sauto, entre los muchos amigos de otros medios con los que me reencontré estaba él: Santiago Ramírez Frías, esta vez con unas canas de más y un bastón como complemento para ayudarle a mover su cuerpo al que no han perdonado los años.
—¿Me reconoce? —le pregunté aún cuando la certeza me susurraba al oído lo obvio. No podía hacerlo después de cuatro marzos sin compartir. Cuando la memoria no se ejercita, suele jugarnos malas pasadas, sobre todo si se ha vivido en demasía.
—Hija, puede ser, pero ahora mismo no estoy seguro —y solo pude atinar a un “no importa” traducido en abrazo.
Santiago es un referente del periodismo en Cárdenas, y digo Cárdenas por ese afán de apegar las personas a áreas geográficas, incluso cuando su trayectoria y aportes trascienden límites.
Cuando le conocí hace casi una década ya estaba jubilado, pero seguía incansablemente colaborando con la emisora Radio Ciudad Bandera, la más antigua del país en activo.
Lo mismo escuchaba suya una información de zafra, que de comunales o del reinicio del curso escolar. No lo frenaban los sectores. Desandaba la Ciudad de las Primicias y siempre se las arreglaba para llegar con algo fresco, novedoso, con la información acabadita de “hornear”, certera y veraz como debe ser.
Me resultaba tan llamativa esa entrega desmedida a la que no menguaba el cansancio, y esa satisfacción por sentirse útil sobre la que me comentaba siempre que coincidíamos, a veces en la emisora cuando iba a cobrar, otras en la ACAA o algún museo de la ciudad, donde a cada rato una cobertura de evento nos ponía en el mismo camino.
En octubre de 2020 Santiago dejó de ejercer el llamado por García Márquez “mejor oficio del mundo”. Y cuando me lo comentó se le aguaron los ojos. Cuatro años después, le sigue pareciendo mentira alejarse de la grabadora y los micrófonos, esos a los que se dedicó toda su vida.
—¿Por la Covid?
—No, porque cerraron los contratos. Dicen que no tenían dinero para pagarme. A mí la Covid no me frenaba. Al final, a la calle hay que salir a buscarlo todo, cómo no hacerlo para trabajar.
Este 15 de marzo colocaron en el pecho de Santiago Ramírez Frías, Hijo Ilustre de Cárdenas, el sello “60 Aniversario de la Unión de Periodistas y Escritores de Cuba”, un reconocimiento más que merecido a quien ha dado todo por su organización y por su pueblo, y quien ha sido y por siempre será faro para los pinos nuevos.
Necesitamos más Santiagos incansables y fieles a una profesión tan sacrificada, incomprendida por muchos, pero hermosa. De esos a los que no los detienen pandemias ni años, porque están templados con el acero de los principios y la ética, y tienen como mayor virtud la nobleza del alma.