El día que Samuel murió, su esposa estaba durmiendo y su hijo paseaba al perro. Cayó desde la parte superior de la casa en que vivían. El hijo descubrió el cadáver. A partir de aquel momento, cuando Sandra se fijó en el cuerpo de su difunto marido, su vida cambió para siempre. Vivió una persecución insaciable que nos invita a saber qué pasó. Justine Triet dirige este drama de corte producido por Neon, los productores de la multigalardonada y ya convertida en clásico Parásitos. Anatomy of a Fall (Anatomía de una caída) estuvo en mi radar desde el minuto uno, su tráiler fue tan impresionante como el producto final.
En Anatomy of a Fall se narra la posibilidad de una mentira perfecta (¿un crimen perfecto?) en la que todos los recursos históricos del thriller parecieran ponerse de acuerdo para atrapar al espectador en la morbosa interrogante de ¿lo mató o no? Ella es una escritora alemana, él un compositor francés. En la casa se habla un inglés que es una especie de tregua simbólica a la europea. Los dos son artistas cuyas intimidades quedan al descubierto en un juicio que disecciona su matrimonio. Tienen un hijo casi ciego y un perro llamado Snoopy.
El matrimonio es una de las instituciones más longevas de la humanidad, uno de los grandes narradores que se interesó en ella como célula narrativa fue William Shakespeare, quien encontró en este una dupla de personas que juran ante Dios amarse, respetarse y separarse cuando la muerte los separe. Por ende son estos los histriones que apostarán cualquier cosa con tal de alcanzar sus objetivos, virtuosos y macabros. En Macbeth, de Shakespeare, ya se jugaba con la capacidad conspirativa que tiene un equipo con estas características, y fue H. Ibsen quien los separaría a modo de portazo con su Casa de muñecas.
En Anatomy… también hay un portazo bastante dramático, es el marido el que deja de ser parte de la fórmula y se escapa. Su ausencia se traduce como el punto de partida para Sandra y su batalla campal para demostrar su inocencia. Es una escritora con cierta reputación y algunos libros publicados, él era un compositor que se encontraba en la mediana edad y no había sido capaz de concebir una idea en bastante tiempo. Cuando Samuel muere, se vuelve imprescindible encontrar un abogado que la defienda de la justicia, la cual es bien conocida por su ceguera.
Triet planta desde un principio la duda en la psiquis del que ve la película. Un asesinato del tipo “artista mata a artista”es demasiado novelesco como para ser verdad, una casualidad que se convierte en titulares de periódicos. El filme presenta una estructura pulida hasta el más mínimo detalle, que convierte a los personajes en piezas musicales que se mueven por orden del guión/dirección.
Es una mentira que sacia por dos horas el fetichismo humano de saber qué pasó y por qué. La esposa trágica; el abogado defensor/enamorado; el fiscal que conoce las limitaciones de la justicia y en el que muchos encontrarán similitudes con personajes de Dostoievski y Kafka; el hijo con problemas de visión, una apología más a la justicia y que tiene un peso extraordinario en él por el simple hecho de ser el hijo; las pruebas: visibles y audibles; la literatura y Stephen King; ¡el perro!
Es una farsa tan bien contada con la que es imposible no saltar de la butaca o estar al borde de esta (espalda encorvada y vista fija a la pantalla), y gritar de efervescencia porque un personaje ha dicho algo inteligente: ha marcado un gol en un estadio donde se juega a un 3 contra 11.
En una película de Pedro Almodóvar, precisamente en La flor de mi secreto, el esposo del personaje de Marisa Paredes decía: “Me voy, porque no hay guerra que se compare contigo”, y hay que tener en cuenta que era un veterano el dueño de esas palabras. Mi punto es que los que hacen las historias encontraron en el matrimonio un arquetipo con el que jugar con el lenguaje e innovarlo.
Incluso Orson Welles utiliza este concepto en su maravillosa obra noir Touch of Evil, y David Fincher no opta por el camino de la separación, sino que obliga a sus personajes a continuar perpetuando la mayor farsa de sus vidas: desde que se dieron el sí; estoy hablando de la tremenda clase de cine neo noir que es Gone Girl, basada en la novela negra (bastante superior a la película) y de mismo nombre escrita por Gillian Flynn.
Marido y mujer son dos entes que viven y sobreviven (y mueren) en la imaginación del dramaturgo. Hoffman y Streep vieron derrumbarse su matrimonio y fueron hasta los tribunales para que estos se encargaran de elegir cuál de los dos merecía la custodia del hijo en Kramer vs Kramer. La modernísima visión de Noah Baumbach con su Historia de un matrimonio puede ser leída como una reconciliación del cine con el divorcio y el acabar con una relación que ya no está viva.
Y es bastante enriquecedor que dicha película homenajee otra obra magna de ¿este género?, pues en uno de sus planos se hace alusión a una película de Bergman conocida como Secretos de un matrimonio y de la que Oscar Isaac y Jessica Chastain protagonizan una especie de remake en forma de serie.
Si el lector tiene hambre de estos dramones duros, pues es imprescindible recomendar Una separación, la cual aporta un cambio de perspectiva y geográfico a la idea de pensar en el divorcio. Y por supuesto no podría faltar Clint Eastwood en este cementerio de esposos y esposas, cuando él hizo una especie de reinterpretación bíblica en Los puentes de Madison y dotó a la esposa aburrida y hogareña de una satisfacción sexual y romántica que hacía tiempo necesitaba cubrir.
Así como hace Baumbach en Historia de un matrimonio, también Justine Triet estira la tensión con los personajes que tiene dentro del encuadre. Llega un momento en el que las emociones son tan fuertes y reales que el personaje explota y dice todo lo que ha estado reprimiendo. Si usted recuerda la escena de la discusión en Historia de un matrimonio,ya sabe a lo que me refiero, será uno de los momentos más eufóricos y divertidos que vivirá.
La película pudo (si jugamos a ser tradicionales) llamarse Anatomía de un matrimonio. Me alejé de ella y la imagen que no salía de mi cabeza era la de un hombre que se ahogaba en una playa sin agua, celoso del éxito de su esposa y azotado por una crisis de la mediana edad e ideas creativas incompletas. Disfruto tanto del cine que no puedo dejar de recomendar esta obra a todo lugar al que voy, es una demostración del poder de la dramaturgia inteligente y de lo inspiradores que son los personajes inteligentes para las audiencias. Me atrevo a decir que esta película pudiera salvar cientos de matrimonios. (Mario César Fiallo Díaz)
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