A las puertas de este libro, que es hogar, nos recibe Miguel Barnet con el exquisito prólogo, resumiendo con suma maestría toda la magia de los futuros versos que nos aguardan. Así mismo cita: “El fervor de la vida se apodera del lector en este libro, donde el arcoíris rompe sus cenizas” , y no le falta razón pues al avanzar por sus páginas un cúmulo de emociones se desliza por cada uno de nosotros, llegando a convertirnos en interlocutores silenciosos que escuchan atentamente la confesión de alguien que tiene miedo, alguien que tiene amor, alguien que ha abrazado la vida, y ha vivido mil muertes. Tal vez ese alguien sea el libro, la autora, o nosotros mismos, leyéndonos y viviéndonos debajo de unas letras, a través de la poesía, o sobre el humo del mundo.
Escrito por Lillian Álvarez Navarrete y publicado en el año 2022, la edición que nos abarca fue auspiciada por el Festival Internacional de Poesía de La Habana, el Instituto Cubano del Libro y el Movimiento Poético Mundial, y de ella solo se imprimieron mil ejemplares, aunque recientemente la autora lo presentó como su próximo libro. Este volumen, además, está dedicado al centenario de Carilda Oliver Labra, la poetisa por excelencia de nuestra ciudad.
Ya sea por la exclusividad del volumen, por el buen augurio del prólogo o por la personalidad a la que fue dedicado, es un título que no se puede perder ningún amante de la poesía en su más alto lirismo.
En sus páginas se acumulan breves reflexiones, que toman forma de verso o prosa. Alusiones a la manera de ver la vida de la autora y a su modo de relacionarse con lo que la rodea. De esos poemarios que dejan huellas perdurables a lo largo del tiempo.
Lillian ahonda sin autorización en nuestros más profundos pesares, bailando de mano con los amores, unos fortuitos y otros no tanto, rozando los prejuicios y agrietando la muerte. Encendiendo la apagada voz de la soledad que nos llega a través de las pantallas, mientras estamos todos juntos, más solos que nunca. Sin tropezar en rimas gastadas, frases prestadas, ni palabras medidas, la autora da a la clásica poesía un nuevo enfoque moderno y desgarrador, cargado de realidad doliente. El amor, la musicalidad y los versos, pasan al segundo plano en esta breve lectura, que en ocasiones elige la prosa como medio de expresión. Aun así la poesía que navega sobre el humo de este mundo, y posiblemente de muchos otros, desciende sobre las páginas de esta obra.
Frases del poemario
“Quiero ser la melodía que se alce sobre el humo del mundo y te devuelva, una mañana como esta, la sonrisa perdida”.
“Los pájaros nunca tienen nombre. Y cuando se desatan nada puede detenerlos. El cuerpo se rompe como una celda vencida por sus rehenes. Y en ese instante no cabe la palabra”.
“Y sin embargo sé que son tinieblas las luces del hogar a que me aferro”.
“¿Qué quedará en la memoria: la vida o su fugaz, falso y ya inútil retrato?”.
“Hoy las fotos son más que los fotografiados. La foto del beso sustituye al beso. La de la avalancha, al grito desgarrador. Los abrazados son solo hojas que se unen en el destino otoñal de la caída. Crónica de una vida que queda y no discurre. Huella que deberá ser, sin haberse dado el paso”.
“El hombre no se parece al hombre; se parece a las máquinas, o a aquel primer monstruo que pudo ser inexplicable, el hombre se parece a sus sueños rotos, a sus deseos prohibidos”.
“La paz del palco eterno, de la siempre sonrisa de la foto”.
“No hay victoria buena. El romano circo solo admite sangre del vencido y la sarcástica sonrisa del vencedor”.
“Cada vida un instante, un pequeñísimo punto, una mancha quizás, que duele por dura, pero quizás también por necesaria”.
“¿Cuánto vale un error?”.
“Toda el alma dispuesta al repartir. Toda la fuerza humana para reinventarnos, para rehacernos sobre el metal, para bruñirlo bajo las heridas”.
“La vida toda no cabe bajo las lápidas grabadas de los cementerios. La muerte no cabe en tarjas, ni en monumentos, ni en la reverencia servil de los museos”.
“Las ciudades crecen encima de sus muertos”.
“La tarde quiere agradar, sobrevivir, quiere también arrancar palabras bellas. Y llora de furia y tiembla porque no puede”.
“El polvo es muerte que queda, la arena es muerte que se entrega a las aguas del mar en cada costa. La muerte es la piedra que narra, el suelo que yace, el aire que envuelve. Aunque nada vean las cámaras apuradas de los turistas ni las postales de absurda vanagloria”.
Sobre la autora
Lillian Álvarez Navarrete es una escritora nacida en La Habana en 1962 y licenciada en Derecho por la Universidad de La Habana. Trabajó como asesora jurídica en los temas de comercio internacional e inversiones. Desde 1994 se dedica al ejercicio, desde distintas instancias e instituciones del Ministerio de Cultura, de la especialidad de los derechos culturales y derecho de autor.
Ha impartido conferencias, cursos de postgrados, diplomados, maestrías y ha participado en congresos y eventos internacionales, en Cuba y en el extranjero, sobre estos temas. Perteneció al Grupo de investigación internacional CopySouth y ha participado como profesora en el Programa Latinoamericano de Educación a Distancia (PLED) de Ciencias Sociales.
Además es editora del sitio web “Una especie en peligro”, en el que se vincula la crisis ecológica con los problemas generados por la cultura del consumo. También edita el blog “Por la cultura y el conocimiento para todos”, sobre temas de derechos culturales y propiedad intelectual, y “Cultura y Resistencia”, dedicado a la guerra cultural y simbólica.
Ha obtenido diversos premios por su obra literaria como: el Premio Especial “Una especie en peligro” del Concurso Internacional de Ensayo “Pensar a Contracorriente”, y el Premio de la Crítica en Ciencias Sociales por Derecho de ¿autor? El debate de hoy.Entre sus más notables publicaciones aparecen títulos como: Ni el aire ni el espejo, Ya los reyes no existen y Como un cristal temblando. También ejerce como guionista de programas de televisión y es una fiel defensora de la humanidad y sus derechos, así como ha publicado trabajos sobre la inminente crisis ecológica y la concientización acerca del medio ambiente. (Por: María Karla Pérez Romo y Odalis Sosa Dencause)