Jovellanos y la herencia asturiana de su nombre

El Parque Plaza Jovellanos fue creado el 2 de mayo de 1999. Su estructura, que sigue atrapando la atención del visitante, parece enviar un saludo donde las raíces criolla y española se abrazan.

El pasado envuelve el busto de bronce que preside de modo solemne dicho espacio. Quizás, algunos desconozcan que se fundió en los talleres de Esmena, industria metalúrgica de Gijón, la ciudad que dio a luz a Don Gaspar Melchor de Jovellanos, nombre que prestigia a este municipio enclavado en el corazón de Matanzas.

Precisamente mañana, cuando el amanecer despunte sobre la cotidianidad del poblado, los transeúntes serán testigos de un sentido tributo a la memoria del ilustre gijonés, en otro aniversario de su natalicio.

Alicia González Domínguez, Premio Internacional de Investigación Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias, ha dedicado gran parte de su vida a redescubrir la impronta de este español cuya obra repercutió en Europa y América.

“Jovellanos sobresalió por sus dotes de escritor, teólogo, jurista, político… Desde muy joven participó en las tertulias de Don Pablo de Olavide, donde intercambió con los más grandes pensadores de España y parte de Europa y comenzó a crear versos más sustanciales, a ejercer el Periodismo…

“Fue un intelectual comprometido con el desarrollo económico y cultural. Así lo testimonian su Informe sobre la Ley Agraria o su Memoria sobre la educación pública. Considero que sin lugar a dudas su huella, su sentido de la justicia y la libertad influyeron en grandes figuras cubanas como Antonio Bachiller y Morales, el Padre Félix Varela y nuestro amadísimo José Martí.

“Conocer acerca de su amplio quehacer, de la renovación que introdujo en las reales academias españolas y de cómo su nombre hermana a este municipio y a Gijón, resulta esencial para las nuevas generaciones”.

Este 5 de enero, cuando se escuchen las notas del himno de Jovellanos, una ofrenda floral quedará a los pies del busto del hombre noble, transgresor de los cánones de su tiempo; el hombre que creyó en el amor como “la fuerza que mueve la tierra” y que forma parte de la historia vital de este terruño matancero.

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Sobre el autor: Lianet Fundora Armas

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