Transcurría el Año de la Libertad y Fidel se encontraba en Matanzas en visita de trabajo. Se presentó ante él un humilde panadero de piel negrísima con un cofre repleto de billetes y monedas estadounidenses recogidas entre los vecinos con destino al Banco Nacional para aumentar las divisas del país.
¿Cuánto dinero han recogido en este cofre?, le preguntó el Comandante en Jefe.
Cuéntelo usted, Fidel, ahora hay un gobierno honrado en Cuba.
El Comandante en Jefe abrazó al trabajador y lo invitó a almorzar.
Era un ejemplo entre muchos de la fe que había despertado en el pueblo el proceso iniciado en enero del año 1959 personificado en su principal dirigente.
Ese sentimiento se manifestó desde el primero de enero cuando los trabajadores apoyaron decididamente la convocatoria a la huelga general revolucionaria para consolidar el triunfo, e inspiró a las gigantescas multitudes de cubanos que espontáneamente se convocaron a lo largo y ancho del país para recibir la Caravana de la Libertad.
A la llegada de esta a la localidad habanera del Cotorro, los trabajadores de la fábrica de cerveza salieron para darles la bienvenida a los rebeldes y les quisieron obsequiar unas cervezas; Fidel dijo que no, que si acaso aceptaba algo eran maltas, se las trajeron y las tomaron en el lugar.
En el transcurso de ese año Fidel en sus recorridos por la geografía nacional se reunió con diversos sectores y colectivos laborales.
Una curiosa foto de Korda lo muestra en una escalera de un tanque de petróleo. Ocurrió en diciembre en el yacimiento Compañía de Petróleo Independiente (CPI) número 3, hoy Jatibonico 77, en Sancti Spíritus. Días antes la prensa se hizo eco de que allí una columna de petróleo se había elevado a más de 50 pies, y se catalogó ese sitio como el más productivo de los perforados en el territorio nacional hasta ese momento. En menos de 72 horas el Comandante en Jefe acudió allí con directivos de la empresa para observar la extracción del carburante y fue construida urgentemente una línea para evacuar la producción. Aprovechó la ocasión para dialogar con trabajadores y vecinos.
Otro vínculo con obreros se había producido en abril en los muelles de Fesser, en Regla, donde inauguró la primera industria de la etapa revolucionaria, la Extractora Cuba de Aceites Vegetales S.A.
A solo 35 días de la victoria llegó a la finca Tres Ríos propiedad del latifundista y senador batistiano Guillermo Aguilera, en Yara Arriba. en la actual provincia de Granma. Fidel convocó a una concentración para el día siguiente en la que anunció ante unos 4 mil campesinos la creación de la primera cooperativa agrícola que llevó el nombre de Número 1 José Martí dedicada al cultivo del arroz. Se trató de un proyecto integral que incluyó la construcción de viviendas de mampostería, escuela, tienda del pueblo, campo deportivo, parque y caminos. Constituyó un ensayo de la Ley de Reforma Agraria que se firmaría el 17 de mayo.
En marzo arribó en helicóptero al campus de la Universidad Central de Las Villas Marta Abréu, donde fue aclamado por una multitud de profesores, estudiantes y gente de pueblo que le escucharon emocionados ponderar el heroísmo de los villaclareños en la guerra. Allí fundó la Biblioteca de la Universidad. En esa visita se reunió con el Consejo Universitario para conocer las necesidades del alto centro docente.
Como esa vez los niños de la Escuela Anexa lo habían estado esperando sin poderlo ver, el Comandante en Jefe regresó al día siguiente para conversar con ellos. En una crónica el escritor Samuel Feijóo reseñó el suceso en el que después de dedicarles un discurso sencillo, un coro de infantes entonó el Himno de la Universidad y la Marcha del 26 de Julio, y a Fidel se le humedecieron los ojos.
De Las Villas se trasladó a la Ciénaga de Zapata, que visitó por primera vez en ese mes de marzo. Antonio Núñez Jiménez que lo acompañó relató que el helicóptero que los conducía descendió cerca de la Laguna del Tesoro, junto a un horno de carbón. “Al comprobar que el jefe de la Revolución se encuentra entre ellos —escribió Núñez— no reprimen su emoción
“Y con la sencillez que los caracteriza, estrechan su mano, y luego lo invitan a comer (…) Se les hace difícil creer que el combatiente del Moncada y la Sierra, el Primer Ministro de Cuba, haya venido a visitarlos, a conocer sus necesidades. ¡Los tiempos han cambiado! dice un cienaguero negro”.
El Comandante en Jefe que había participado en marzo en la colocación de las primeras piedras de las viviendas populares que se construirían en el este de La Habana, asistió cuatro meses después a la asamblea de capataces de la construcción que laboraban allí e intercambió con los obreros.
El local del sindicato de pescadores de Manzanillo fue el escenario en junio donde se interesó por conocer las condiciones de trabajo y de vida de estos trabajadores que eran sumamente precarias, fue en esa ocasión que aprobó la creación de una cooperativa y un astillero y construir la primera ciudad pesquera con viviendas confortables equipadas con todo lo necesario.
Las preocupaciones de los diversos sectores laborales fueron atendidas también por el Líder Histórico de la Revolución en reuniones nacionales de los azucareros, de los telefónicos, con los de los ómnibus, gastronómicos, textileros, maestros. Y casi finalizando el año inauguró y clausuró el X Congreso de la CTC.
Como una demostración más de que ciertamente los tiempos estaban cambiando, al jefe de la Revolución, que se encontraba con varios dirigentes en la revisión de los planes turísticos de la Laguna del Tesoro y de otros proyectos, le sorprendió el atardecer del 24 de diciembre, y a la pregunta de a dónde iban a ir, la respuesta fue: “Con los carboneros, a cenar con ellos”.
Ante el espectáculo nunca antes concebido del Primer Ministro y su comitiva, sentados en torno a una rústica mesa en la casa del campesino Rogelio García dispuestos a compartir la Nochebuena con los sencillos pobladores de la zona, un viejo vecino de Sopillar, testigo de las transformaciones que se estaban produciendo en aquel lugar por tanto tiempo olvidado, expresó emocionado: “Cuando ustedes luchaban en las montañas, para serles franco, no creía que esta Revolución iba a ser tan pura. ¡Eran tantas las decepciones del pasado! Yo conozco como nadie la ciénaga y ahorita no se va a conocer”.
Pronto terminaría el primer año de la Revolución durante el cual Fidel marchó codo a codo con los trabajadores, escuchando problemas y aspiraciones y empeñado en dejar atrás las injusticias. (Por: Alina Martínez Triay)