Gudelia García fue mi profesora guía durante los tres años de secundaria, quizá la etapa más difícil de mi vida, esa del dominio hormonal.
Recta y a la vez justa, no tanto en ocasión de la jornada por el Día del Educador, quise entrevistarla para agradecerle por su paciencia conmigo y con tantos alumnos en sus 45 años de trayectoria laboral.
Regresar con ese propósito a la escuela secundaria básica urbana Ramón Mathieu, donde cursé la Enseñanza Media, ahora como estudiante de Periodismo en mis prácticas laborales en el periódico Girón, fue raro.
Pero no tuve dudas cuando me hablaron de entrevistar a una profesora. Las hay que te marcan la vida, y podría mencionar a otras, pero una de ellas es sin duda Gudelia.
A sus 63 años, ya jubilada y reincorporada, ha trabajado por más de cuatro décadas en la misma escuela, ubicada en la zona oeste de la ciudad de Matanzas.
Aunque se graduó primero de maestra primaria y después de la especialidad de Educación Laboral y Dibujo Básico, desde el proceso de reestructuración en la secundaria imparte Matemática.
La Matemática es el terror de muchos estudiantes, entre ellos yo. Gracias a Gudelia dejé de ver la asignatura como un monstruo y no tuve que acudir al recurso de pagar repasos.
—Profe, dicen que la Matemática es la asignatura más difícil. ¿Qué usted cree?
—Dicen que sí, pero yo creo que no, que no es la asignatura más difícil ni la más compleja que exista. En Matemática lo importante es la habilidad que tiene el estudiante. Pienso que con aprenderte el procedimiento con el que se hace un ejercicio, es repetir lo mismo con diferentes números.
—¿Qué metodología emplea en sus clases para que su asignatura no parezca tan compleja?
—Siempre intento que el conocimiento llegue al estudiante; busco vías para que de una forma más sencilla pueda entender el contenido que quiero dar, se lo relaciono con cosas de la vida.
“A veces preguntan para qué sirve. La Matemática se emplea en todas las cosas de la vida. La idea es tratar de que ellos sepan cómo se aplica determinado contenido”.
Como tantos jóvenes de su generación, Gudelia optó por ser maestra desde sexto grado. Con 16 años ya estaba graduada de maestra primaria. Luego se haría profesora de Educación Laboral y comenzaría a trabajar en la Ramón Mathieu.
“Trabajé 27 años seguidos hasta 1995, luego me fui a la Eide (escuela de iniciación deportiva escolar) un año, otro para la Espa (escuela superior de perfeccionamiento atlético), y regresé aquí hasta el día de hoy. Estuve solo dos años afuera”.
—¿Qué tan difícil ha resultado impartir clases en una secundaria?
—Es difícil, es la adolescencia, que es una etapa compleja. Bonita, además. Pero en estos momentos es bastante complicado, ya que la tecnología, y el celular, sobre todo, tiene a los niños desquiciados.
“La prioridad número uno de muchos es ese artefacto, y el interés por el estudio va desapareciendo. Es increíble cómo un aparato puede cambiar tanto a una sociedad, y no digo que sea malo, pero ha hecho todo diferente a como era en mis tiempos”.
—¿Por qué decidió dedicarse al magisterio?
—Desde los 12 años me fui para Varadero a estudiar en la escuela Roberto Coco Peredo. Después vine para los antiguos Camilitos, a la Formadora de Maestros aquí en Matanzas, que fue donde me gradué.
“Toda mi vida he sido profesora y si el tiempo regresara atrás, sin duda volviera a elegir esta hermosa carrera. Imagina si me gusta, que estoy retirada y reincorporada porque el aula es mi vida.
“Creo que es una de las profesiones más bonitas que existe, lo que no se le da el lugar que debe tener en la sociedad. El magisterio lo es todo, porque del maestro salen todas las profesiones: el médico, el ingeniero, el albañil”.
—Faltan muchos profesores hoy en Cuba…
—Es muy complicado. No sé si es por el salario, las condiciones en que se está viviendo; los niños no quieren ser profesores tampoco, no optan por esta carrera, ven el sacrificio del profesor. Te digo que en estos momentos ese tema está difícil.
“Aquí lo primero es que tengas vocación para ser maestro. Si no te gusta, no puedes serlo. Hay que saber también, por supuesto, pero hay que tener vocación”.
—¿Cuál ha sido su mayor satisfacción como profesora a lo largo de sus años de trabajo?
—En primer lugar, lograr buenos resultados; uno se siente muy feliz cuando aplica una prueba y los estudiantes salen bien. Lo otro es ver en la calle a tus alumnos que ya son profesionales, y se acuerdan de ti y te saludan con mucho cariño; eso es lo más bonito de ser maestro».
O que un alumno que estudia Periodismo piense en usted para hacerle una entrevista, quisiera decirle, y también agradecerle por la paciencia infinita que tuvo conmigo y con todos, pero sobre todo por hacerme más atractiva la Matemática.
Gudelia pudiera parecer recta en la primera impresión, pero es una maestra de esas que impone respeto y a la vez da cariño y comprende a sus alumnos. Uno se pudiera preguntar qué hace todavía frente a un aula; sabemos que no es por el dinero, sino porque ama la profesión que escogió.
Ojalá la profe Gudelia continúe unos años más; hay muchos César Enrique que le agradecerán estar ahí para ellos. (Por: César Enrique Roche Torres, estudiante de Periodismo)