El Jardín de Isabel: un espacio de Nuestra América y para el arte

El patio interior del museo Oscar María de Rojas, de la ciudad de Cárdenas, tiene su magia: la fuente en el medio, los vitrales de puertas y ventanas con colores navideños, la acústica, la intimidad…

Además de valiosas y únicas colecciones de numismática, mariposas, arte e historia, la institución patrimonial se desdobla una que otra noche al mes para convertirse en cuna de la música.

Y, aunque sus espacios pueden variar, hay una cita pactada que pocas veces ha tenido modificaciones en cerca de dos décadas: el Jardín de Isabel. Los primeros sábados de cada mes, el museo abre sus puertas a aficionados, profesionales y amantes del buen arte, en esta peña del grupo Nuestra América que cuenta con un público fiel y sobresale por impulsar el talento artístico en la Ciudad de las Primicias.  

LOS INICIOS DEL JARDÍN

El Jardín de Isabel

El Jardín de Isabel atesora 18 años de existencia. “Siempre hemos hecho peñas, una manera de hacer conciertos —rememora Dolores Márquez de la Torre, o simplemente Loly para Nuestra América—. En la década del 80, cuando nos hicimos profesionales, teníamos una en el parque José Antonio Echeverría, otra muy linda en el cabaret del Hotel Internacional, y en la Universidad de Matanzas.

“Uno de los directores que tuvo el museo, Oscar María de Rojas, nos propuso el espacio y aceptamos, pero ya no como conciertos nuestros, sino invitando a otros artistas aficionados y profesionales a formar parte de la propuesta”, recuerda.

El ambiente del patio interior es seductor e intimista. Solo se abandona si alguna llovizna pertinaz atenta contra la noche, por lo que en ese caso no quedaría más remedio que trasladarse a alguna de las Salas de la institución. Sin embargo, ese local no fue el elegido por la peña en el 2005, cuando nació el proyecto. “Inició en el jardín, donde hay una estatua de Isabel Segunda, y de ahí el nombre. Pero, por la lluvia y el ruido del transporte, decidimos pasarla hacia el patio central de la fuente y es un encanto: magnífico y acogedor”.

Comenta Luis Llaguno, fundador y director de la insigne agrupación matancera: “No solo abrimos a la música, también a las artes plásticas y la literatura. Desde los inicios, se han incluido presentaciones de libros y hasta una sección de historia, que aún se mantiene”.

“Es importante resaltar la presencia siempre del historiador de la ciudad”, —apunta Loly—. Ahí se comentan las efemérides y un poco más allá. Al principio lo hacía Ernesto Álvarez Blanco y ahora María Teresa Clark, la historiadora actual”.

Pero lo más significativo del espacio no es solo que está abierto a cada una de las manifestaciones del arte, sino que ha impulsado notablemente la música en la Ciudad Bandera.

UN ESPACIO PARA CRECER

“El Jardín de Isabel nos ha enseñado a muchos músicos cómo realizar de veras un trabajo con la comunidad, sobre todo con un público diverso”, considera Abel Rodríguez Carreño, integrante de Nuestra América.

“Desde mi entrada a la Escuela de Instructores de Arte comencé a relacionarme con personas que eran asiduas al lugar, por lo que mi vinculación fue casi inmediata —rememora Kenia Molina, regresando más de una década en el tiempo—. Me aportó un desarrollo cognitivo integral, y allí comencé a adquirir habilidades en la creatividad artística. Más allá de las presentaciones, los espectadores se van con grandes aprendizajes, y los que brindamos arte nos llevamos la cálida energía de un público conocedor y exigente”.

La instructora y directora del coro Infantil Solecito Cantor reconoce las bondades del espacio, en que los infantes aficionados han compartido escenario con artistas de primera línea de la música en Cuba, como Liuba María Hevia, Frank Delgado y Beatriz Márquez.

Kenia Molina y Coro Solecito en peña

“Es la peña que más historia tiene en Cárdenas y que siempre se ha preocupado por promover el arte joven”, alega Alejandro Arteaga, percusionista del trío de jazz The Heat Transfer, quien confiesa que sus primeros trabajos más serios dentro de la música los presentó allí, donde llegó siendo adolescente como parte de un coro juvenil.  

“Como aficionado me ayudó mucho en mi carrera, en la batalla contra los nervios, a adquirir experiencia en el escenario, —expresa Idiel Ávila—. Creo que la confianza que brindan sus integrantes es esencial, son grandes músicos y excelentes personas”.

Celestino Esquerré en Peña El Jardín de Isabel

Confiesa Celestino Esquerré con evidente emoción: “Es uno de los grupos musicales que más he admirado en mi vida. A ellos me atan lazos sentimentales por su apoyo en mis 16 años de carrera, pero mi vida la marcaron desde antes: de la mano de mi abuela, siendo un niño, asistía a sus Conciertos de Navidad. Cuando comencé en la música mi primer profesor de guitarra fue Rubén Rodríguez, el compositor y bajista de la agrupación. Ver canciones mías, como La fuerza, grabadas por ellos, me pareció surrealista y maravilloso. Es un orgullo para Cárdenas, para Varadero, para Cuba, tener al grupo Nuestra América, que ha hecho tanto por el arte, por la fe, por la música, por la cancionística cubana”.

PERSEVERANTES AUN EN TIEMPOS DIFÍCILES

El espacio lo mismo cedió sus escenarios al querido trovador Tony Ávila antes de dar el salto a la fama, que a un reconocido chef de Varadero para el lanzamiento de su libro sobre comidas de verano. Mucho acumula en sus memorias el proyecto; sin embargo, no todos los tiempos han sido de luz.

En alrededor de dos décadas han sido muchos los retos afrontados por Nuestra América para mantener la peña “en las buenas y en las malas”, afirma Loly. “Sobre el 2007 estuvimos más de un año sin cobrar un centavo, y nunca nos detuvimos. Asumimos siempre los gastos de producción, que incluyen el traslado de los instrumentos, las luces y el audio. Pero es un gusto, una responsabilidad, un deber, y nos complace tanto que incluso bajo lluvia se han buscado alternativas para hacerse”.

Explica Luis Llaguno que está satisfecho por el trabajo latente en todos estos años, nutrirse de escritores y artistas plásticos, y haber sentido la necesidad de ayudar a los talentos de la ciudad (ya sean niños o jóvenes) en su evolución artística. “Hemos tenido invitados nacionales siempre que los recursos lo han permitido. Entre ellos Pepe Ordaz, Eduardo Sosa, Carlos Ruiz de la Tejera, Ivette Cepeda, Virulo, Frank Fernández… No obstante, Cárdenas posee vasto talento y, aunque muchos jóvenes trovadores ya no están por el fenómeno de la emigración, sigue apareciendo gente valiosísima en cada edición”.

Precisamente en la captación de ese talento desempeña un papel protagónico Ramón Hernández, otro de los integrantes de Nuestra América. “Como trabajo con niños, estudiantes de pre, de la universidad, me centro con ellos en el repertorio. Intento inculcarles canciones con un texto bonito, que tengan melodía y no sean fáciles de interpretar. Entonces, cuando logran calidad, como premio los llevo al Jardín de Isabel. Trabajar con talento joven nos da frescura y nos llena de vitalidad”.

CUANDO SE AMA EL ARTE

Celestino Esquerré considera que para tener 50 años en la música no basta solo con el talento. “Hay que tener perseverancia y la capacidad de reinventarse, de seguir adelante, de sacrificios, y eso a Nuestra América le ha sobrado”.

En tanto, asegura Loly: “Es esa retroalimentación la que nos impulsa a seguir y a dar cada vez más. Es la gente, aparte de que nos encanta cantar. Es la constancia, la unión de la misma agrupación en los proyectos. Nos proponemos trabajar y hacerlo lo mejor posible”. 

Y Abel resultó enfático: “Desde que yo tenía ocho años tuve el honor de estar cerca del grupo. Soy casi fundador, pero de lejos, porque estuve en los ensayos, en la primera actividad que dieron en una velada por un 8 de octubre, y siempre he sido admirador de su trabajo. Integrar la agrupación es un sueño cumplido, y estoy feliz de acompañarlo en cada uno de sus empeños”.

Mientras, Luis considera: “Cuando se ama la profesión, los años se van volando y siempre quedan proyectos por realizar, pero ilusiones y sueños se van haciendo realidad. Estos 50 años hemos vivido entregados al grupo, y en el caso de la peña ha sido igual. Es amar las cosas para tratar de sacarle el mejor resultado, sobre todo cuando ves que hay un público que te sigue y una ciudad que te agradece”.

Peña El Jardín de Isabel

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1 Comment

  1. Significativo y merecido reconocimiento a ¨Nuestra América ¨ por la excelencia de su arte y la creación del Jardín de Isabel Felicidades
    Saludos Ana Cristina Excelente articulo

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