Por si anochece, una revelación

Fue agradable asistir a la última función, al menos por ahora, de Por si anochece, una puesta del Taller Juvenil de Teatro Icarón. Por este han pasado jóvenes actores que en el decursar del tiempo tomaron diversos caminos en su vida profesional, algunos con un valioso currículo en varias  agrupaciones. 

También fue agradable asistir a una función de domingo, en la calurosa, para no decir hirviente, sala de Teatro Icarón, por el placer de descubrir a Cristian García Rolo, interpretando el texto escrito por Pablo Omar Milián, con escenografía de María Alba, las luces de Pedro Rubí y la puesta de Miriam Muñoz.

El espectáculo, un monólogo, mezcla lo testimonial, las vivencias estremecedoras del autor, un ser excepcional en el trabajo de prevención de VIH/ITS , un promotor fuera de liga.

Por si anochece participará próximamente en un congreso internacional sobre el tema. Rinde homenaje a Jorge Luis Rodríguez, alguien también singular, que conocí en los talleres y seminarios que sobre el VIH-Sida se daban en nuestros centros de estudios a principios de los 90. 

Cristian García Rolo constituyó para mí una revelación, un joven actor que aún estudia en el preuniversitario, y que muestra dones muy significativos para la actuación. En mi opinión, es una de las mejores experiencias de este tipo que he visto en los últimos años, porque transita por las mutaciones del personaje, por sus traumas, dolores, anhelos, sufrimientos, por el viaje vida-depauperación, muerte-vida, convirtiendo su cuerpo en metáfora, sombra y luz.

Demuestra dominio de la energía, precisión y limpieza en cada movimiento, en las intenciones que el personaje y el texto le exige; transmite fuerza en cada gesto, al trabajo corporal, que se desdobla en los ciclos, por los que lo lleva su lucha por la vida, en una escenografía minimalista.

García Rolo tiene  una presencia física envidiable. Me recuerda por momentos a Diosdado Tarajano, el actor y director también matancero, con un importante trabajo en el teatro, el cine y la televisión.

Hay aspectos perfeccionables, como trabajar los contrastes en la máscara facial, entre los instantes de paz interior, de placidez espiritual, y los de agobio.

Tiene además una voz dúctil, que no atropella los textos, lo cual es muy usual en los que se inician; proyecta con eficacia, trabaja  las pausas y ofrece valor a los silencios; usa los referentes y signos que nos llevan a Freddy Mercury, delicada asociación de la puesta, en su imagen, vestuario, como signo corporal, en el que influye la selección musical, que apoya, dramatiza, como también lo hace el trabajo de luces.

Estamos escribiendo sobre el espectáculo de un joven aficionado que promete. Es más, demuestra sus potencialidades.  

Quizá descubrir un buen espectáculo de un joven actor me hizo sentir bien, a pesar del dolor que transmiten texto, puesta, actuación. Agradezco a los que lo hicieron posible.

Creo que se trabajó bien en Teatro Icarón con esta experiencia pedagógica del Taller Juvenil.

También es importante apuntar la presencia de un público joven que llenó las butacas. Algo que caracteriza la sala que lidera Miriam Muñoz, y que ayuda su trayectoria en la formación de jóvenes actores.

Por si anochece es el espectáculo de un novel artista aficionado que impacta y  nos entrega el placer de una puesta que vale la pena ver.

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Sobre el autor: Ulises Rodríguez Febles

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