Kriño, un emprendimiento con vocación social

En la norteña ciudad de Cárdenas, a inicios de la pandemia de covid-19, un grupo de 12 mujeres se vio, de pronto, sin trabajo. Las restricciones de la cuarentena les impedían continuar desempeñándose como cuidadoras infantiles. Ante la adversidad, se impuso la imaginación. Juntas fundaron Kriño, un emprendimiento que elabora juguetes artesanales y que en los últimos años no ha parado de crecer.

El proyecto ha sumado apoyo a la par que prestigio. Fotos: Cortesía de la fuente.

“Surgió por la necesidad de reinventarnos, pues en ese momento el Centro Educativo Infantil Los Kariñositos, donde ejercíamos nuestra actividad por cuenta propia, tuvo que cerrar”, explica Yenisleydis Lorenzo Carmenate (Yeni), coordinadora del Proyecto Kriño.

“Comenzamos haciendo los materiales didácticos para el momento de reincorporación de los niños. Nos dimos cuenta de que esos productos eran muy demandados por la población y empezamos con las ventas online.

“Al inicio no teníamos ni siquiera conciencia de lo difícil que es el mercado de juguetes, porque nosotros, me refiero a los que hoy tenemos niños pequeños, somos una generación muy industrializada; se nos adaptó a jugar con artículos de producción seriada y esa mentalidad resulta difícil de cambiar. Poco a poco, fuimos superando obstáculos y sumando carpinteros que nos ayudaran a materializar las ideas”.

Con la vuelta a la normalidad, algunas de ellas se reincorporaron a su antiguo trabajo y fue necesario entonces reclutar a otras personas. A través de la FMC contactaron con mujeres vulnerables; así germinó la semilla de la vocación de ser útiles a la comunidad, que forma parte de los preceptos que guían este emprendimiento.

Siguiendo la misma línea, posteriormente se unieron a proyectos que trabajan con personas con necesidades especiales. Según cuenta la propia Yeni, la idea les llegó por una muchacha con trastorno del espectro autista (TEA) que se acercó a ellas en busca de empleo. 

“Vimos que pintaba muy bien sin haber ido nunca a una escuela de arte. Entonces nos percatamos de que existen muchas personas que pueden ser útiles a sus familias y a la sociedad, y están desaprovechadas. Cuando hablamos de inclusión, parece que solo se trata de aceptar, pero no: inclusión es crear espacios, apoyar, comprender.

“Durante este verano hemos llevado a cabo un taller con el proyecto Grandes Ilusiones, donde preparamos a sus integrantes. Se trata de jóvenes con distintos tipos de discapacidad que terminaron sus estudios y se quedaron en casa. La idea es hacer un registro de sus habilidades para luego incorporarlos en el pintado, decorado, acabado o empaque. Hemos encontrado en ellos unas potencialidades espectaculares”.

Actualmente, Kriño se inserta dentro del ecosistema social y productivo de la ciudad de Cárdenas, con su línea de juguetes dedicados a la primera infancia, con un enfoque educativo que potencia la creatividad, la motricidad fina, la concentración.

“Cuando alguien se acerca a nuestra tienda, nosotros le decimos que no nos diga qué viene a buscar, sino qué necesita el niño, qué edad tiene, qué habilidades se le quiere desarrollar; por eso decimos que nuestro trabajo es personalizado. Hay belleza detrás de cada juguete que se pinta y se ensambla a mano, ninguno es igual a otro”.

A la vez, han tejido un poderoso entramado en el que apoyan con sus materiales didácticos a espacios como el Centro de Diagnóstico y Orientación, la Clínica del Neurodesarrollo Rosa Luxemburgo o el Hospital Pediátrico Borrás-Marfan, en La Habana. También han consolidado alianzas con pequeños negocios de su entorno, siempre enfocados en fomentar el emprendimiento en mujeres y personas discapacitadas.

“Este no resulta un camino sencillo, pero lo estamos recorriendo juntas, aprendiendo, intercambiando. Por un lado, tenemos la situación económica que vivimos y la inestabilidad de las materias primas. Por otro, no es fácil trabajar con personas que poseen un sistema cognitivo diferente; a veces tienen sus inestabilidades, sus momentos en los que no están en condiciones de laborar.

“Cuando vemos la fuerza que ha cobrado y todo lo bueno que trae consigo, nos damos cuenta de que no podemos dejarlo morir. Kriño ha encontrado el respeto y el apoyo del Gobierno local de Cárdenas. Somos parte de la Cátedra Infanciar-Cuba, gracias al profesor Orlando Terré Camacho, que incluso ha venido a nuestro municipio para capacitar a diferentes especialistas.

“Donde haya un espacio respetuoso para las infancias, donde primen las buenas prácticas, donde haya inclusión, ahí vamos a estar y a compartir lo que tenemos”.

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Sobre el autor: Giselle Bello Muñoz

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