Sexting y la intimidad al descubierto

Desde hace algunos meses, Dania y Raúl no se tocan, ni se besan. El muchacho decidió poner 90 millas de por medio y ella quedó a la espera de algún día poder reunirse con él. Al principio, a través del WhatsApp se enviaban mensajes de textos durante el día, y en las noches, cuando él podía, hacían una videollamada para contarse lo dura que puede ser la vida aquí y allá. 

Poco a poco los mensajes desaparecieron y a veces, cuando Raúl no trabaja, conversan en las noches. Dania sentía que la relación iba perdiendo “la llama”. La distancia, los horarios de trabajo que no les coincidían, el cansancio, la frustración de dormir sola, pensó que no resistiría. Hasta que una noche su novio le propuso que, para avivar el “fuego”, se quitara poco a poco la ropa frente a la pantalla. 

A partir de ahí comenzaron las fotos, desnuda y semidesnuda, los mensajes “calientes”, los videos eróticos de ambas partes. Y todo estuvo bien por algunas semanas, hasta que en una parada Dania perdió su celular…

Todavía lleva varios días sin dormir. Como loca se levantaba a cualquier hora a revisar las redes sociales con la incertidumbre de que pudiera aparecer alguna imagen suya. Ha pasado el tiempo y no ha sucedido nada, pero sigue pensando a dónde habrán ido a parar sus fotos, su intimidad… 

El sexting es una práctica sexual que ha cobrado auge en los últimos años en Cuba.

SEXTING, UNA FORMA DE VIVIR LA SEXUALIDAD

Durante los últimos años el auge de las nuevas tecnologías, y la comodidad con que los más jóvenes se mueven en ellas, han posibilitado que aumente el envío de mensajes, fotos y videos de carácter sexual a través de Messenger y WhatsApp. 

A esta práctica se le conoce en el mundo digital con el nombre de sexting (acrónimo de sex, o sexo, y texting, o escribir mensajes). Consiste en enviar mensajes, fotos o videos de contenido erótico y sexual personal a través del móvil mediante aplicaciones de mensajería instantánea o redes sociales, correos electrónicos u otro tipo de herramienta de comunicación.

Por lo tanto, se considera una práctica sexual en sí misma que, sin necesidad de verse, tocarse o mantener un contacto físico entre dos personas, puede convertirse en un juego erótico y placentero entre conocidos o desconocidos que han pactado de forma voluntaria enviarse este tipo de contenidos. 

Si bien el sexting comenzó a detectarse en el año 2005, entre los adolescentes de países anglosajones, actualmente su práctica está muy extendida por todo el mundo. 

En Cuba, si bien no podemos enmarcar la aparición de este fenómeno en un año determinado, según la bibliografía consultada, sí podemos decir que comenzó a despuntar y a consolidarse como una práctica habitual a partir de la situación pandémica generada por la epidemia de la covid 19, cuando el distanciamiento social obligó a muchas parejas a acudir a esta práctica sexual. 

Otro factor que ha posibilitado el despegue del sexting en Cuba ha sido la creciente ola migratoria, en la que muchas parejas han quedado separadas y han visto en esta vía una forma para mantener viva la relación. 

Y es cierto. Esta forma de vivir la sexualidad puede influir positivamente en la dinámica interna. Así lo confirma el estudio La práctica del sexting mejora la vida sexual de las parejas, desarrollado por la Universidad de Filadelfia, en Estados Unidos. Sus investigadores concluyeron que “tiene un lado positivo para los adultos, ya que mejora la satisfacción de la pareja a nivel sexual». Además, reveló una relación entre los más altos niveles de satisfacción de la pareja. 

Así también lo ve la psicóloga matancera Diadenis Romero Morales, especialista en el Centro de Diagnóstico y Orientación: “Puede ser una práctica más entre adultos y resultar divertido, excitante, se pueden cumplir ciertas fantasías sexuales e, incluso, puede fortalecer la relación. Pero alerto e insisto en la responsabilidad que deben tener quienes recurran a esta práctica sexual que es íntima y no debe ser compartida sin consentimiento”.

De esa manera también lo siente Claudia Ortega, una de las usuarias que accedió a responder a nuestras preguntas en las redes sociales del periódico Girón: “Depende del mutuo acuerdo, de establecer los límites de la privacidad y respetarlos, así como de tomar medidas para proteger nuestra intimidad, como el empleo de aplicaciones que eliminan las imágenes luego de un tiempo o evitan las capturas de pantalla. En fin, depende de la persona con la que compartas la experiencia y del conocimiento que tengas de la tecnología”. 

Antes de practicarlo, debemos ser conscientes de los peligros que entraña. 

 

CUANDO SE ROMPE LA CONFIANZA

Ante las interrogantes hechas en nuestras redes sociales («¿Sabes que es el sexting? ¿Lo has practicado alguna vez? ¿Lo consideras una práctica peligrosa? ¿Crees que es una forma más de tener relaciones sexuales?»), la mayoría de los usuarios que interactuó con la publicación no admitió haberlo hecho. Solo una mujer reconoció su uso como una forma más de tener relaciones íntimas, aunque lo consideró peligroso.

Para Ily Guevara, «puede ser peligroso en dependencia de quienes lo utilicen. Entre parejas lo considero muy bien mientras ambos estén de acuerdo. El problema radica en que en las redes existen personas que muchas veces detrás de un perfil falso y con malas intenciones pueden aprovecharse de otros. Pienso que esa práctica no se debe tomar a la ligera y es preciso tener la misma responsabilidad que en el acto sexual”.

Por su parte, Dianelys Almeida Almodóvar considera: “Yo nunca lo haría, es muy riesgoso. En muchos casos he escuchado que se han filtrado fotos o videos y es algo muy penoso que otras personas lo vean, no creo que sea una forma más de tener relaciones sexuales, lo considero muy peligroso”. 

Neptuno Enci agrega que “Independientemente del sentimiento de seguridad que pueda generar el consentimiento o la confianza de dos personas, o más… existen los hackers y, si vamos más allá, podemos hablar de las personas que tienen acceso a los servidores de las distintas redes; somos vulnerables”.

Quienes han comentado no están muy alejados de la realidad. La cara más oscura del sexting empieza a ser visible cuando pasamos a convertirnos en víctimas de la violación de nuestra intimidad. 

No son pocos los casos de filtraciones de imágenes en las redes sociales, ya sea de forma casual o con intención por parte de exparejas cuya relación no acabó en buenos términos o de quienes violan el pacto de confiabilidad.

Romero Morales así lo explica: “Esta práctica implica riesgos, pues si bien las imágenes se envían de forma voluntaria, una vez enviadas se pierde el control sobre ellas y la intimidad queda expuesta. Cuando estas son comprometedoras y caen en manos de personas que no tienen respeto por los otros, las pueden utilizar para hacer cadenas de WhatsApp o difundirlas en los diferentes grupos y esto puede prestarse para molestar, acosar, humillar, hacer bullying cibernético e, incluso, llegar a chantajes”.

La situación empeora cuando se trata de un adolescente, que no tiene la madurez suficiente para comprender el alcance de este tipo de práctica. “Para ellos, que sus fotos íntimas sean expuestas en redes sociales trae consecuencias negativas: su autoestima se puede ver lacerada, pueden sentirse humillados, cuando la presión es mucha pueden sufrir ansiedad, depresión y en los casos más complejos llegar hasta el suicidio”, comenta Romero Morales.

El mal uso del sexting puede desencadenar en delitos virtuales como el ciberacoso o el grooming, que no es más que establecer lazos de amistad con un niño o niña, de manera deliberada por parte de un adulto, para obtener satisfacción sexual mediante el envío de imágenes eróticas o pornográficas. 

También puede darse la sextorsión, un tipo de “extorsión sexual en la que la persona que sufre el chantaje es amenazada con la publicación y/o la posibilidad de compartir una o varias imágenes suyas, ya sean videos o fotografías, en las que está desnuda o realizando actos sexuales”. 

Como muchas de las prácticas asociadas a la tecnología, el sexting no es bueno ni malo en sí mismo y es tan válido como cualquier otro acto sexual: todo depende de que no se rompa la confianza y respeto entre quienes consensuaron desarrollarlo. 

De igual forma es pertinente tener en cuenta que por cualquier motivo, incluso ajeno a la voluntad de quienes lo practican, nuestra intimidad puede verse expuesta y corremos el riesgo de convertirnos en víctimas de esta situación. 

De  cualquier manera, antes de dar clic y mostrarnos al desnudo, es prudente conocer los peligros  que entraña hacer sexting sin responsabilidad. 

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Sobre el autor: Jessica Acevedo Alfonso

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