¿Te consideras un gran cinéfilo? ¿Sabes de películas del ayer y de hoy? Si es así, este desafío es para ti. Desde el Periódico Girón te traemos una crónica muy especial, pues entre sus líneas puedes encontrar 25 títulos de grandes obras del séptimo arte. ¿Cuáles puedes descubrir? Cuéntanos en los comentarios.
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Desde mi balcón la vi. Era una rubia despampanante. Le decían la de los ojos color del tiempo. Prometí “me he de comer una tuna”, como diría un mexicano. Del crepúsculo al amanecer, era mi obsesión.
Aceptó mi invitación al Cinema Paradiso. Proyectaban Verano de amor. Se repitieron los encuentros. Me sentía como si fuéramos Salomón y la reina de Saba. Siempre le decía “no te fíes de un extraño”. Cuando me citó en su piso, ascendí los 39 escalones que conducían a su alcoba. A la hora señalada, estaba allí.
Al rato sonó el teléfono: era la llamada fatal. “Los mataré a los dos”, dijo una voz tenebrosa. Era su marido, el boss de la nueva mafia. No obstante, teníamos planificada la huida. Ella cargaba un Smith & Wesson 38 especial, y yo un Winchester 73. Saltamos por la ventana indiscreta, por más que la rubia sintiera vértigo.
Ya en el automóvil, oculto y preparado al efecto, una vez más nos besamos: kiss kiss, bang bang… Sonaron dos disparos y, rápidos y furiosos, logramos escapar. Casi sentí el filo de la navaja con la cual el jefe de los asesinos solía ajustar cuentas a sus adversarios. Sabíamos que irían tras nosotros.
La vida es bella, y lucharíamos por conservarla. La rubia contactó con Adua y sus amigas, para una posible estancia en Italia. Desde ese país me comunicaría con Borsalino y Compañía. Toda precaución era poca. En vez de miel, teníamos lunas de hiel.
Un contacto de Borsalino y Compañía nos sugirió ir a Casablanca. Días y horas de angustia después, estábamos admirando los paraguas de Cherburgo. ¡Qué pintoresca variedad de colores! Numerosas sombrillas mostraban dibujos de flores. “Ven y mira”, le dije a mi chica.
Bajamos de nuestra habitación y nos unimos a los paseantes. Al rato, grandes goterones comenzaron a caer. Pero, mágico momento: todos estaban cantando bajo la lluvia.
Dos días más tarde compramos boletos para el paraíso, y fuimos a Casablanca. “Los atardeceres son aquí apacibles”, afirmó Bogart al recibirnos en el Rick’s Bar.
(Continuará)
(Por Fernando Valdés Fré)