Eterno Comandante en Jefe

Sigues siendo faro a través del tiempo, David ante Goliat, y lo serás por siempre, eterno Comandante en Jefe.

Un 13 de agosto, hace 97 años, llegaste a la vida. Desde entonces comenzaste a esparcir tu luz, tus ideales en contra de abusos y atropellos, a favor de la igualdad entre hombres y mujeres. Renunciaste a herencias y lujos para luchar por los derechos de otros, para que tu Patria fuera libre y soberana.

Escogiste la profesión idónea, la que te permitió autodefenderte durante el juicio por los sucesos del Moncada. Y no te detuviste hasta que triunfó esa Revolución que continuaste “con los humildes y para los humildes”.

Nada ni nadie te doblegó, ni el imperialismo con sus sabotajes e intentos de asesinato, con sus políticas injerencistas y despiadadas; con su atroz bloqueo económico y comercial por más de 60 años.

Lea también: Hay que estudiar más a Fidel

Pusiste en alto los pilares de la Revolución. Llevaste la educación y la salud a las zonas más encumbradas y distantes de la geografía cubana. Lograste que una pequeña isla fuera el primer territorio libre de analfabetismo en América y que la mortalidad infantil tuviera cifras tan ínfimas que compiten contra las de las naciones del primer mundo.

Hoy no estás físicamente, pero nos acompaña tu ejemplo. Gracias al énfasis que pusiste en el desarrollo de profesionales de todas las esferas, sobre todo de la salud, contamos con un ejército de batas blancas que salva vidas por todo el mundo.

Contamos con personal altamente calificado en la ciencia y la tecnología, en la educación, en el deporte, en la cultura…  Con leyes que nos amparan. Son muchos los logros que te debemos.

Somos un país de luz gracias a ti, Fidel, nuestro líder indiscutible. Un país que no se amilana ante molinos, porque está lleno de Quijotes, que se levanta ante tormentas y, como mosqueteros, frente a las adversidades, somos todos para uno y uno para todos. Demostrado en tiempos de ciclones, tornados, pandemia, derrumbes e incendios, en que solidaridad y amor se exhiben en lo más alto.

Tu huella permanece indeleble y tu legado se multiplica en cada generación. Sigues siendo faro a través del tiempo, David ante Goliat, y lo serás por siempre, eterno Comandante en Jefe.

Recomendado para usted

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *