Cuando el cuarto lugar no sabe bien

Tener talento y esforzarse no te garantiza el éxito y quizás la cuarta posición de los Cocodrilos de Matanzas en esta LXII Serie Nacional de Béisbol es una prueba fehaciente de ello.

Absolutamente nadie en Cuba puede negar que el conjunto yumurino tiene una de las nóminas más competitivas de toda la contienda; al fin y al cabo, estamos hablando de uno de los equipos más estables en la última década.

Desde el año 2012 hasta la fecha, Matanzas lleva 11 semifinales en 12 campeonatos consecutivos. Cinco bronces, cuatro platas y un título de Campeón Nacional son los resultados que avalan la consistencia y el alto nivel de juego de los Cocodrilos, quienes solo han quedado fuera del podio de posiciones en dos ocasiones (la serie 58 y en esta oportunidad).

Para los matanceros, caer en finales o semifinales se ha vuelto algo común; sin embargo, lidiar con la derrota siempre es difícil sin importar cuán acostumbrados puedan estar los deportistas a ella, y lo es más cuando te quedas  a las puertas de un logro que casi podías acariciar con los dedos.

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Precisamente es por eso que este cuarto lugar alcanzado no resulta satisfactorio: porque luego de dos años consecutivos siendo subcampeones o, como diría el corredor de Fórmula 1 Ayrton Senna, «el primero de los perdedores», quedarse a las puertas de otra final sin mostrar al menos tu mejor cara o el mejor despliegue de tus habilidades, deja un mal sabor.

Al menos así lo siento yo y pido disculpas, pero solo por esta vez me tomaré una licencia para ser parcial, porque al igual que ustedes y ellos –los peloteros– soy un apasionado más del deporte de las bolas y los strikes, y sufro con cada error, cada batazo, cada carrera que le hacen a Matanzas.

Los discípulos de Armando Ferrer no fueron ese equipo que nos ha hecho soñar en más de una ocasión, en este play off semifinal les faltó garra y en ocasiones parecía que la desidia se apoderaba de su desempeño en el terreno.

Después de una convincente victoria de cuatro juegos a uno frente al equipo de Artemisa, donde la ofensiva yumurina produjo 32 carreras para un average colectivo de 339 con 14 anotaciones en contra y un promedio de carreras limpias de 3.00, los vigentes subcampeones nacionales fueron sometidos por el conjunto tunero.

El average matancero cayó hasta 219 con 17 vueltas al plato y permitió un total de 28 carreras para un PCL de 3.94; un descenso en el rendimiento que dio al traste una derrota 4-2 y la venganza de Las Tunas, que había perdido en semifinales frente a los Cocodrilos en las tres veces anteriores.

Una ofensiva en su mayoría maniatada por el cuerpo de pitcheo tunero y que echó en falta el aporte de hombres claves como Erisbel Arruebarruena, Yadil Mujica y Yurisbel Gracial, que según estadísticas de Cubadebate apenas fueron capaces de pegar, entre los tres, 11 indiscutibles en 68 comparecencias al plato para un lamentable 162 de average.

Un cuerpo de lanzadores yumurinos que, si bien hicieron lo que pudieron, fueron incapaces de aplacar la tanda ofensiva tunera y que además no pudieron contar con la mejor versión de su principal carta de triunfo, el zurdo Naikel Cruz.

Muchos errores defensivos, decisiones cuestionables de la directiva, imprecisiones en el corrido de bases, etc. Todo un cúmulo de problemas y situaciones que fueron lastrando e inclinando la balanza hacía el lado contrario.

De cualquier manera, apegándonos a una célebre frase, si del éxito no aprendes absolutamente nada, de los errores y de los problemas sí. Matanzas hizo lo posible, trabajó para ganar pero las cosas no salieron de la mejor manera.

Ahora toca levantarse y seguir, enjuagarnos la boca para quitarnos el mal sabor y que los nuestros se preparen lo mejor posible para la segunda edición de la Liga Élite del Béisbol Cubano, prevista para iniciar el venidero mes de noviembre. Allí, seguramente más reforzados, seremos espectadores de la mejor cara de los Cocodrilos de Matanzas. (Por Carlos Javier Prado Porcena, estudiante de Periodismo)