Creado en el 2003, el evento científico de las Artes Escénicas El Anaquel, de alguna manera, contribuyó a fundar y solidificar un espacio de intercambio y confrontación de saberes diversos sobre la escena, desde diferentes perspectivas: creativas, de programación, promoción, comercialización de la artes escénicas, pero fundamentalmente sobre la teoría y la creación.
Reunirse en una sala como la Abelardo Estorino un 14 de junio a escuchar experiencias, y que ese público fuera en su mayoría de jóvenes, pero también de especialistas de otras áreas del conocimiento, alejados de lo escénico, fue un logro cimentado durante años en anteriores ediciones, del que han nacido libros galardonados, ponencias que han obtenido reconocimientos provinciales o nacionales en diferentes eventos investigativos o que hoy circulan por el mundo, como La Historia del Teatro Sauto, de Daneris Fernández, las investigaciones sobre los hermanos Camejo y el Guiñol Nacional o los estudios sobre la dramaturgia cubana, a partir de la dramatología, como resultado de la Casa de la Memoria Escénica.
El Doctor Oscar Piñera, profesor de la Universidad de Matanzas, que por primera vez asistía a una de sus ediciones, declaró nunca imaginar algo así: la calidad de las ponencias, la organización del programa, la activa presencia del heterogéneo público, la asistencia de directivos de otras esferas de la cultura, y entre otras, el rigor del jurado integrado, además, por el Premio Nacional de Edición Alfredo Zaldivar y la investigadora Mireya Cabrera Galán.
Lo cierto es que durante años el evento se ha solidificado desde aquellas primeras ediciones en las que participaban dos o tres ponentes, entre los que se encontraban Daneris Fernández, historiador del Teatro Sauto, Rubén Darío Salazar, líder de Teatro de Las Estaciones y algún especialista de la Casa de la Memoria Escénica.
De esa etapa, son testigos Liliam Padrón, directora de la Compañía Danza Espiral, Mercedes Fernández Pardo, presidenta del CPAE durante ese tiempo, y Eva Barrichostea, productora administradora de Danza Espiral.
¿Para qué sirve El Anaquel? Para aprender desde la sedimentación y reflexión del conocimiento, para confluir en un mismo espacio con el intercambio diverso, inteligente, polémico, iluminador; para detectar logros del trabajo cotidiano y también aspectos que tenemos que perfeccionar o transformar; para mantener viva la historia y alimentar la práctica escénica desde la teoría y la memoria.
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En esta edición XIX, fue singular la participación de Anthony Bernal, joven miembro del Taller de Actuación de Teatro Icarón, con su ponencia sobre Autopsia del paraíso y el teatro de adolescente, por indagar de manera reflexiva en esa zona tan olvidada del público y presentar una propuesta de inquietante trascendencia, junto a los aportes de Amarilys Ribot sobre Daniel Dall´Aglio, el arquitecto del Sauto; el proyecto Tras bambalinas, de Norge Céspedes; Perfiles escénicos, de Ayose García Naranjo, quien presentó la ponencia el mismo día del evento; los especialistas del Teatro Sauto, con sus joyas discográficas, también estuvieron presentes; experiencias de María Isabel Tamayo, sobre Archivo Comunitario, Aplicación metodológica de archivos escénicos para Cuba; la conferencia magistral de Rubén Darío Salazar, sobre el teatro para títeres, entre otras.
El Anaquel también sirve para crear espacios de difusión de la creación artística, y pienso en los numerosos paneles y ferias del libro escénico que ha propiciado; de igual modo, como lo fue esta XIX edición, para recordar aniversarios y colaboraciones con instituciones y creadores, como los 160 del Teatro Sauto, los 45 de Ediciones Matanzas y los 60 de vida de Rubén Darío Salazar.
Un espacio de amistad y conocimiento, donde los anaqueles creados por el artista Edel Arencibia son una reliquia para los que participan y la mirada de varios líderes de proyectos, agrupaciones, organizaciones y centros resultó una muestra de confianza y estímulo para continuar el hermoso trabajo de defender la sensibilidad y la belleza.