Últimas horas de un joven patriota: una epístola excepcional

En el libro La edad de la luz, el desaparecido investigador Juan Francisco González aborda la corta pero patriótica vida del joven José Ramón Guiteras Gener.

Descendiente de una familia catalana asentada en Matanzas desde finales del siglo XVIII, varios de sus integrantes descollaron como relevantes personalidades de la cultura, la ciencia, la política y la pedagogía, durante los siglos XIX y XX.

El joven Guiteras Gener, nacido en la ciudad yumurina el 26 de abril de 1852, estudia en el afamado colegio La Empresa, calificado por José Antonio Saco como la institución docente mejor de España y sus dominios, dirigido por su padre Antonio y con su tío Eusebio en el claustro profesoral.

Muy pronto el joven abraza las ideas independentistas. En enero de 1869, estando en los Estados Unidos, se enrola en la expedición mambisa del Galvanic, resultando apresado junto a sus compañeros. Al año siguiente, parte en otra expedición patriótica, esta vez en bote, para ser abandonados finalmente en un cayo próximo a la Isla. A los dos meses es capturado y conducido a Puerto Príncipe (Camagüey). En esta ciudad, condenado a muerte, es fusilado en la mañana del 12 de junio de 1870. Horas antes, a la luz de una vela, le había escrito una conmovedora carta a su madre.

Esta misiva la reproduce Juan Francisco en su libro. De ella aclara que es transcrita de un ejemplar mecanografiado, que conservaba en su archivo la intelectual Calixta Guiteras. Era una de las varias copias que el hermano del joven había reproducido para entregar a sus familiares. Sobre el original de la misiva, se asegura que no estaba en Cuba.

Por extraordinarios azares de la historia, durante una conversación con  Mario Norat,  conocimos que el  original se conserva para la posteridad. Fechada el 11 de junio de 1870, escrita por ambas caras en un solo pliego de papel y firmada como José, es toda una joya de ternura, valor y amor filial.

Resulta oportuno aclarar que una vez cotejado el original con el publicado por Juan Francisco, coincide en su totalidad, exceptuando algunas pocas palabras sustituidas. Casi finalizándola, escribía el joven patriota:

“Amantísima mamá; estos son los últimos renglones que te dirige tu hijo (…) Son las dos de la madrugada de hoy domingo, y a las siete debo ser pasado por las armas (…) lo que más siento al morir, es que la muerte me sorprenda tan lejos de ti, sin poder abrazarte (…) recibe el último apretado abrazo de tu idolatrado hijo”.


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Sobre el autor: Adrián Álvarez Chávez

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