La venganza es un plato que mientras más frío se sirve mejor, es una de esas cosas que se urden fríamente y con sosiego en la oscuridad de la habitación. Así lo planificó (o al menos así lo imagino yo) el manager Jesús Cruz juntó al equipo sub-21.
En la quietud del Coliseo de la Ciudad Deportiva de la Habana, después de apagar las luces y ocupar el cuarto lugar en la tabla de posiciones de la Copa Panamericana Sub-21 de Voleibol del año pasado, Jesús Cruz y su equipo, con todo el dolor que genera perder (y más aún en casa ante tu público), planificó su venganza.
Cruz, Alejandro Miguel González, José Ramón Gómez, Bryan Camino y compañía aplastaron física y emocionalmente a la selección de los Estados Unidos, primeramente los vencieron en fase grupo para mandar un claro mensaje, «Este año las cosas serán diferentes».
Pero Andy Read no escuchó las advertencias y siguió adelante, ganó en cuartos a República Dominicana y tuvo la última oportunidad de rectificar ante Canadá, pero también hicieron caso omiso.
Cuba, benevolente, eliminó rápido en semifinales a Puerto Rico y esperó por su rival en el duelo final de la copa panamericana.
Destino o casualidad, el enemigo era una vez más Estados Unidos, era el todo por el nada y es aquí precisamente dónde comienza la parte más maquiavélica de esta historia; habiendo ganado ya en fase grupos, Cuba se había quitado la espina del año anterior, pero eso no era suficiente: había de acabar con la esperanzas de ese equipo, tenían que sentirse ganadores y en ese momento acabar con ellos.
Cuba debía perder los dos primeros sets, y dejar que los discípulos de Andy Read se sintieran campeones por segunda ocasión consecutiva, para tener su venganza, y así fue.
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Estados Unidos ganó los dos primeros parciales por marcador de 21-25 y estaba ganando el tercero cuando la realidad cambió, el sexteto cubano planificó un partido lo más parecido a una película de Hollywood: cuando parecía que todo estaba perdido, apretó el acelerador y enloqueció el Coliseo de la Ciudad Deportiva con la victoria del set 30-28.
De ahí en adelante el juego fue como robarle un juguete a un bebé. Cuba ganó el 4 set 25-15 y en el tie break terminó la faena 15-11, para subir una vez más a lo más alto del podio de posiciones, un lugar del que no debió haber salido nunca.
El matancero Alejandro Miguel González se ensañó con un total de 26 puntos, se llevó a casa el premio de mejor opuesto y Jugador más Valioso del torneo; los centrales de la mayor de las Antillas, Alexis Wilson y Jarkdiel Contreras, fueron los mejores bloqueadores; el armador Yonni Iglesias, mejor pasador; y José Ramón Gómez, segundo mejor atacante del certamen.
Cuba es nuevamente Campeón Panamericano Sub-21 de Voleibol. Cinco voleibolistas de la isla integraron el cuadro de honor de la competencia y además se llevan el dulce sabor de haber logrado una venganza épica.
(Carlos Javier Prado Porcena)