Una ley con pata coja

Hace tres años se aprobó la Ley de Bienestar Animal. No obstante, en este período los avances en su correcta ejecución han cojeado de una pata.

Hace tres años se aprobó la Ley de Bienestar Animal. No obstante, en este período los avances en su correcta ejecución han cojeado de una pata, como se diría en lenguaje coloquial.

En abril del 2021, unos días después de que se anunciara la medida, publiqué en estas mismas páginas un comentario titulado “Todas las patas en el aire”, donde advertía sobre algunas limitaciones que, por el contexto económico, social y cultural de Cuba, podría tener su puesta en marcha.

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Cito: “El Decreto necesita para su correcta aplicación un andamiaje institucional que no existe o que no es funcional, por ejemplo, un sistema de clínicas veterinarias y acceso a medicamentos como vacunas, antibióticos y desparasitantes”. También en el texto se estipula una serie de acciones a tomar que necesitan estar respaldadas por una infraestructura bien engranada y con una logística adecuada.

Un informe reciente del Gobierno de Matanzas contabilizaba solo siete clínicas y consultorios estatales con un funcionamiento mínimo. Hay territorios, como la Ciénaga de Zapata y Perico, por ejemplo, donde no se prevé la apertura de centros similares en el futuro cercano. Por el contrario, todos los municipios, con excepción de Calimete, poseen brigadas de asistencia veterinaria. Sin embargo, están evaluadas de mal, menos la de Los Arabos que alcanzó un regular.

Además, en lo concerniente a la creación y habilitación de locales para la atención, acogida y rescate de mascotas, no se ha logrado ningún adelanto. Solo en Cárdenas se hizo un estudio, pero no se llegó a concretar nada.

Durante los últimos tiempos la situación económica de la Isla padece altas y bajas, más bajas que altas en verdad. Habrá quien, con su lógica intrínseca, opine que, si para las personas el acceso a la alimentación y a algunos servicios básicos se complejiza, qué vamos a dejar para otras criaturas. No obstante, han pasado tres años, un lapso bastante considerable, y sorprende lo poco que avanza la aplicación de dicha ley.

Las autoridades buscan subsanar las principales dificultades lo más raudo posible; pero, en medio de un contexto de déficit, creo que sería muy optimista pensar que se solucionará en pocos meses aquello que no ha variado mucho en tres años. Más allá de las dificultades materiales archiconocidas, se debió trabajar de a poco, un ladrillo por aquí, una vacuna por acullá, y así fortalecer la logística que conlleva el respaldo de una política de este tipo. Es real que se necesitan recursos monetarios, pero también hay un lado organizativo que se ha descuidado.

Existen proyectos y redes que, de manera independiente, llevan a cabo diferentes labores para el cuidado de las mascotas, como campañas de esterilización y la búsqueda de sitios transitorios de acogida, que pueden ser los mismos hogares de sus miembros. Ellos no dan abasto, sin importar sus buenas intenciones y sus esfuerzos loables, para solventar el problema.

La Ley de Bienestar también posee un carácter punitivo para quienes dañen a un animal. No obstante, esto tampoco se ha desarrollado de la mejor manera. Según cifras aportadas por el informe antes mencionado, en la provincia en el 2021 se recibieron cinco denuncias, seis en el 2022, y en lo que va de 2023 solo tres. Ello puede ocurrir por la falta de cultura jurídica, el poco conocimiento y promoción de la legislación. En una provincia con más de 700 mil habitantes deben producirse muchos más casos de maltrato que, al final, quedan impunes.

En lo que las cuestiones organizativas y logísticas mejoran, aunque no se avizore un panorama esperanzador, queda laborar en otro aspecto álgido: la educación y la concientización. Para esto no se necesita ni vacunas ni ladrillos, sino voluntad y la percepción de que los animales, como nosotros, son seres vivos que forman parte de nuestro entorno diario, que sufren y padecen.

Quizá la ley cojee un poco, pero me gustaría cerrar con una frase del artículo que escribí hace un rato ya: “Todas las patas deben mantenerse en el aire, como muestra de que la lucha solo ha ganado una de las batallas, pero todavía queda mucho por vencer”.

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3 Comments

  1. Considero que dicha ley no dejo claro la responsabilidad de los dueños de mascotas de limpiar las heces fecales de sus animales en la via publica, aspecto el cual debe recogerse como en otros paises, y los que no lo hagan seran multados, pues se trata de higiene y salud para las personas y niños.
    Gracias

  2. Hola amigo, quisiera saber si a través de tu página tengo acceso al Apartado 1433 para insertar mi segunda queja de malestar ciudadano ante el bullicio nocturno todas las noches en El CAFETAZO,impidiendo dormir a los vecinos con un DJ a toda voz que vocifera la rifa de cervezas u otras bebidas.
    Acá vivimos ciudadanos en su mayoría profesionales que al día siguiente estamos liquidados por el sueño y los altos decibeles que sin importarles los vecinos se vanagloria en molestar cada noche.
    Porfa dime si te puedo enviar mi queja que mi barrio agradece.

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