En 1928 los cronistas de la época describían asombrados las escenas de nudismo en la URSS, cómo hombres y mujeres por igual exhibían sus cuerpos desnudos mientras tomaban el sol a la orilla del río Moskva. El naciente socialismo rompía con los moldes de las viejas tradiciones monárquicas y el hombre nuevo tenía que ser, por lógica, mucho más libre.
Aquella realidad contrasta con la moral hasta cierto punto conservadora que asumiría el pueblo soviético tras la Segunda Guerra Mundial y se distanciaría aún más de la actual sociedad rusa.
Este ejemplo nos muestra que un país puede realizar cambios profundos y trascendentales en su modelo social, político y económico, en un plazo de tiempo relativamente corto, pero cambiar un sistema de valores es mucho más complicado.
La Revolución Cubana socializó la educación, la ciencia, la cultura, las artes y el deporte; sin embargo, 62 años no han sido suficientes para erradicar lastres como la homofobia, el machismo, los tabúes sexuales y el rechazo a lo diferente.
Este conservadurismo para nada tiene que ver con posturas políticas, todo lo contrario. He comprobado en carne propia cómo abundan esas personas que se escudan tras el símbolo de la Revolución para manifestar su odio y temor por lo que no comprenden.
Cuando se escribe en un comentario de Facebook “yo soy revolucionario, pero…”, usualmente la frase se completa con un rechazo total hacia conductas y prácticas que deberían ser normales y aceptadas en cualquier sociedad moderna, mientras se edulcora el odio con argumentos morales tan falsos como cínicos.
Los ejemplos sobre este tema sobran, y van desde el rechazo a la cultura alternativa y underground por parte de ciertas personas e instituciones, hasta algo tan simple como no tolerar que los estudiantes tengan el pelo largo o pintado en las escuelas.
Fidel dejó claro que: “El deber de todo revolucionario es hacer la revolución”, un claro llamado a la búsqueda de ese cambio provechoso y constructivo, cuya antítesis es la defensa a ultranza de esos valores, que a la larga no representan nada y terminan provocando más daño que bien.
Tenemos que aprender a respetar tanto la diversidad coma la libertad sexual, hay que estrechar la brecha de género y asumir de una vez la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, estamos obligados a admitir la cultura de los más jóvenes y darles el espacio y la importancia que merecen y, sobre todo, intentar ponernos siempre en el lugar del otro.
Atrincherarse en ese sistema de valores rancio y caduco solo trae consigo discriminación, rechazo y aislamiento. Además, perpetúa y justifica la intolerancia.
Recientemente el beso lésbico en la segunda temporada de la serie cubana Calendario sacó a la luz ese conservadurismo del que hablo; personas que incluso profetizaban la debacle moral de la Revolución, como si el camino fuera marchar hacia el ICRT con antorchas para purgar la institución de “desviados y libidinosos”.
A todos aquellos usuarios de las redes a los que el amor entre dos muchachas casi les provoca un ictus, solo puedo decirles que para llegar a este punto se ha luchado demasiado y que cualquier retroceso sería imperdonable, aún más si vienen de personas que defienden ideales revolucionarios.
Incluso así, ya expliqué que el cambio no ocurre de un día para otro, hay que hacer revolución en cada espacio que tengamos para intentar llegar a todas las personas posibles. Hay que asumir la responsabilidad de educar a quienes aún no se adaptan a los tiempos que corren y no asimilan que el respeto parte de la inclusión y el entendimiento.
Estimado periodista, comparto sus criterios completamente. Pero creo que el asunto va más allá del rechazo a un beso lésbico. Hoy día vemos en Cuba cosas raras, asociadas a la noble lucha por la diversidad y dignidad personal. Y qué entiendo por cosas raras? Una cosa rara es reabrir hoteles como LGBTIQ (Telégrafo en Habana y Gran Muthu en Varadero) cuando tienen acceso sin discriminación a los otros hoteles. Imagínese que se abra un hotel designado como para heterosexuales. Otra cosa rara fue cuando recientemente en un artículo de Cubadebate sobre las Jornadas contra la Homofobia, una importante funcionaria planteó la importancia del apoyo institucional (por el contexto del párrafo) a los niños intersexuales en sus decisiones sexuales. Acaso no son los padres del niño o niña los responsables de esas decisiones? Otra cosa rara son las marchas LGBTIQ. Qué pasaría si yo convoco una marcha de revolucionarios contra la butocracia y la corrupción? O intento hacer una red de asociaciones contra la burocracia y la corrupción? En primer lugar no la autorizarían, como no autorizaron las marchas religiosas que discrepaban del Código. Sería interpretado como apoyo al imperio yanqui, empezarían a preguntar por mí «los compañeros», me citarían, en mi trabajo tendría dificultades tal vez…
Hay mas cosas raras. Recomiendo buscar el término «Woke Washing» en Internet y meditar al respecto sobre la lucha hoy de feministas extremos, animalistas, LGBTIQ, antirracistas y demás colectivos en Cuba, sin negar que deba combatirse el racismo, la desigualdad de género, la homofobia, el maltrato animal o el daño ambiental.
Entonces no puede ser que nos orienten en qué temas podemos debatir y ser libres, y en qué temas ser disciplinados y conservadores. Las personas están cansadas de que se le dé espacio mediático y apoyo a unos temas, y tabú, censura u ostracismo a otros porque pueden afectar a quienes deciden. Hoy día la corrupción es un flagelo en Cuba, desde el trámite «acelerado»($) o «retardado»(esperando $) hasta lo robado, revendido, modificado, etc. Y a otros niveles como la deuda con el Club de Londres o los casos de CIMEX, o en otras épocas Ochoa en las FAR o Lazaro Robinson y Remírez de Estenoz en el Buró Político y Comité Central del PCC .
La violencia asociada a robos o violaciones es preocupante, y muchos casos fatales y cruentos fuera de la capital no se publican, y no se hace una encuesta o debate sobre la pena de muerte.
Ocurren extraños incendios en las redes eléctricas y cerca de las termoelectricas, siempre accidentales. También fue accidental el descarrilamiento del tren del Mariel, hasta que un año después cogieron a los responsables.
La Comisión del accidente del Saratoga nunca publicó el informe, y es muy raro que nadie haya olido el gas hasta que se concentró tanto que explotó. Y así… Todavía se insiste en que el Ordenamiento se pensó bien y se aplicó mal, no queda claro quiénes son los responsables del actual estado de cosas. Pero el tema LGBTIQ, cuidado! Ahí sí hay que debatir y defender y entender y tolerar y publicar y ser mente abierta y apoyar lo que sea.
Eso es lo que nos molesta a muchos, compadre. Que haya que esperar a que «autoricen el tema» para expresarse sobre él como lo hacen los LGBTIQ, y que en el tema LGBTIQ, como es promovido oficialmente, cualquiera que discrepe es tildado de fanático, homófobo o patriarcal, y eso si su criterio llega a los medios.
Saludos