Sauto, sus 160 con danza

La historia de los 160 años del Teatro Sauto (MN) está marcada por la presencia de compañías y personalidades de la danza, muchos de importancia nacional e internacional. Entre ellas destacan la rusa Ana Pavlova, la prima ballerina absoluta Alicia Alonso, el maestro Ramiro Guerra y el gran bailarín español Antonio Gades, el Ballet Nacional de Cuba y el de Camagüey, así como varias de nuestras compañías de danza contemporánea. 

El Teatro Sauto también se relaciona con la danza en la celebración del Concurso de Coreografía e Interpretación Danzandos, de los Días de la Danza y de la mayoría de los estrenos de la Compañía Danza Espiral, dirigida por la maestra Liliam Padrón; y como subsede del Festival Internacional de Ballet.

Ha tenido en su programación agrupaciones de ballet, danzas folclóricas o contemporáneas, que han prestigiado su escenario, mediante diversidad de estilos y tendencias, lo que propicia, aunque no lo parezca, que exista un público amante y seguidor de la danza. 

Recuerdo haber visto en alguna ocasión, como ejemplo de esa variedad, la presentación “exótica” de la Compañía Nacional de la India, con bailes tradicionales de distintas regiones del país asiático.  

Asimismo, el Danzandos ha sido, más allá de la propia competición, un espacio de homenajes y actuación de lo mejor de la danza en Cuba. 

Este 29 de abril, Espiral celebró el Día Internacional de la Danza en el coliseo yumurino. Allí se evidenció, por ejemplo, el rigor técnico, el control de la energía y fuerza dramática de Enrique Leyva. Resultado de la pedagogía de la maestra Liliam Padrón, es una prueba de la tenacidad, la disciplina y la evolución interpretativa.

La muestra Mira cerró la noche. Expuso en escena algunas de las revelaciones que ya habíamos escuchado sobre la colaboración del joven coreógrafo francés Alexis Jestin, y sus búsquedas, con integrantes de Espiral, de la soledad, la exclusión, el desamparo. 

La propuesta, que parte de un proceso de creación colectiva, recrea la intimidad de cada uno de los bailarines, en un cruce de identidades, engullidos por la inmensidad del espacio y lo diminuto de los cuerpos, con un vestuario cotidiano, luchando contra la nada. 

Sin duda, fue una experiencia para los más jóvenes bailarines, que expresan los momentos de encuentro con su propio yo y sus potencialidades, aún en ciernes, para traducir signos y códigos que el cuerpo, la gestualidad y especialmente sus interpretaciones deben revelarnos en escena. 

No solo el cuerpo es metáfora, como en Ravel, obra en que la fuerza expresiva de la interpretación está condicionada por la individualidad de los intérpretes, más allá de la mixturas de lenguajes, de la dramaturgia de las sensaciones, de las conexiones entre todos y los subtextos de cada partitura que la banda sonora va entregando hasta llegar a un clímax.

Hay instantes en los solos, emotivos, reveladores de esas indagaciones creativas, de esos procesos de potenciar realidades, como es el caso del joven bailarín que ofrece en escena, en su solo, el espíritu de su verdad, la fusión de estilos, con limpieza, belleza y energía singular.

Aplaudo esta conmemoración por el Día de la Danza y especialmente esta  colaboración, como otras que han ocurrido con otros coreógrafos extranjeros, que propician maneras diferentes de enfrentar procesos, desde la raíz de la estética de Espiral. 

Teatro Sauto (MN) reafirmó de esta forma su vínculo tradicional con la danza y nosotros, una agrupación nuestra que continúa su labor y aportes.

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Sobre el autor: Ulises Rodríguez Febles

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