He visto muchos ciclistas cubanos salir del anonimato y derrotar a grandes figuras. He visto también cuánto esfuerzo, sacrificio y honor le ponen a una carrera, incluso sin tener la logística de sus rivales. Y este viernes 21 de abril volví a ver todo eso y más en Carlos Daniel Montes de Oca, primer medallista de Cuba en el Campeonato Panamericano de Ciclismo de Ruta, con un bronce peleado en su debut internacional.
Este muchacho, natural de Jagüey Grande, Matanzas, habla poco, pero pedalea un mundo. Antes del banderazo se le veía tranquilo, viendo videos de la carrera de las damas y muy atento a cada instrucción que le daban sus profesores, encabezado por el máximo ganador de las Vueltas a Cuba y uno de los pedalistas más respetados en América en su época, Eduardo Alonso.
Se ubicó en la raya de sentencia casi al final del pelotón y las gafas que había pedido para llevar las soltó apenas en la segunda vuelta al circuito de 12,6 kilómetros, al que le darían nueve vueltas. Las soltó porque se zafó del pelotón con ocho desconocidos más para una fuga que poco a poco fue aumentado de tiempo y en la que iba en desventaja, pues México y Ecuador tenían dos corredores en la escapada, mientras Chile, Dominicana, Colombia y Cuba sumaban uno.
Carlos Daniel no se desesperó, marcaba la punta solo por unos metros y luego seguía la estrategia de carrera diseñada: guardar energía para el final porque el sol, la humedad y el viento del circuito eran puñales filosos sobre la bicicleta. Y así lo cumplió el yumurino, quien se tiró al sprint en el último repecho con una fuerza endemoniada que complicó la definición en fotofinish.
Los comisarios decidieron en minutos, por milímetros de rueda, el oro para el ecuatoriano Kevin Navas, la plata para el colombiano Juan David Urán y el bronce para Cuba.
Sin embargo, juro que si emocionante fue disfrutar esa actuación, tanto o más resultó presenciar la felicidad posterior. El abrazo de Eduardo, del entrenador Yoel Leal (a cargo de las muchachas), del mecánico Yoani y de un ciclista que ayudó sobremanera como Yariel de León. Todos marcaban ese bronce como la cruz del respeto para el ciclismo cubano, ese podio común en otros certámenes que ahora era excepcional y tenía un apellido ilustre Montes de Oca.
«Esto se lo quiero dedicar a mi familia, a mis entrenadores y a todo el que me dio aliento para cumplir el sueño que tenía de niño», esbozó con total sencillez el joven de 17 años, que empezó en este deporte a los 11 y debutó internacionalmente en una competencia continental del más alto nivel como esta, con presencia de 32 naciones y más de 300 pedalistas en todas las categorías.
«No me sentí presionado. Solo aproveché la escapada y cumplí al pie de la letra lo que me indicaron. Sueño con ir a un campeonato mundial, correr en vueltas importantes y decirle a todos que soy cubano», comentó sin fanfarrias el yumurino, quien pidió no olvidar a su padre Daniel en la dedicatoria de este tercer puesto, pues «sin él no hubiera llegado hasta aquí».
Desde ya anotemos su nombre. Parece ser esa nueva sensación del ciclismo de ruta varonil que tanto esperábamos. Cuando tenía dos años Cuba obtuvo su única medalla olímpica con Yoanka González. Quizás dentro de muy poco, sea ella misma quien lo felicite y motive a que todo comienza ahora…
Muchas felicidades para jagueyense, orgullo de su generación y de nuestro pueblo