El 11 de marzo pasado se celebró el aniversario 34 de la creación del Consejo Nacional de las Artes Escénicas, ocurrido en esa fecha, pero de 1989. Un año después se funda el de Matanzas, con el dramaturgo, actor y director Albio Paz al frente, lo que constituyó un cambio radical en la política cultural.
En esta ciudad, desde 1992 hasta el 2013, fue presidido por Mercedes Fernández Pardo. Ello propició un largo período de solidificación de esa política, objetivos y visiones, que definieron las características de nuestra urbe con respecto a otras provincias de Cuba.
A veces se obvia en qué se diferencia un consejo de un centro, por ejemplo; tampoco somos una empresa, como algunos se empeñan en llamarlo.
Es un problema de concepto, de lo que significa, en lo que son muy importantes una serie de factores que aparecen reflejados en la Resolución no. 32 / 1989, del CNAE, que establecía la Constitución “adjunto a la presidencia”, del “Grupo de Expertos”, con ciertas facultades, entre las que se encuentra la de “elaborar” y “asesorar” la política cultural a seguir, además de participar en su “ejecución” y “cumplimiento”, y estas dos palabras, que a veces ni se estudian y mucho menos se comprenden por los que deben regir, aplicar, son claves a la hora de definir, cambiar y desarrollar políticas culturales, al menos en la escena, que es de lo que escribimos.
En el caso de Matanzas, por ejemplo, ha sido vital no solo el prestigio de ese “comité de expertos”, sino también el liderazgo de los directores de proyectos, una condición propia de las características de nuestro consejo, donde cada unidad de creación “nace de la unión voluntaria, flexible y temporal de un grupo de creadores alrededor de un conjunto de objetivos artísticos y estéticos, o de una personalidad que lo encarne”, y estoy citando dicha resolución. También apunta “que los proyectos artísticos, luego de oír el criterio del Grupo de Expertos, serán aprobados, mediante resolución en disposiciones complementarias” y vuelvo a citar.
La evolución de los consejos llevó durante más de 30 años a otras leyes, y especialmente a la resolución 70, con otras características.
Desgraciadamente, hemos perdido a algunos de los que lo vieron nacer con logros y deficiencias; pero otras de esas figuras claves están con nosotros, como paradigmas, compartiendo con una nueva generación en un actual contexto, que necesita de una renovación, una nueva sensibilidad, una proyección adecuada a las particularidades de los cambios económicos, sociales y estéticos del momento que vivimos.
Lo que sí no ha cambiado, al menos por ahora, es la visión, los objetivos y varias de las esencias de lo que debía ser un consejo, lo que significa y su relación, de esa presidencia con los líderes y los expertos. Nada puede andar ajeno ni anárquicamente lejos de lo que aconseja, recomienda. Es una relación continua, dialéctica, de respeto y evolución del pensamiento teórico y práctico.
Esa es su esencia, su legado más preciado, uno de los aspectos más sabios de su existencia.
La manera más sensible y consecuente de celebrar el nuevo aniversario de un consejo es defender la cultura teatral, danzaria y circense de la nación cubana.