En su elogio Rubén Darío Salazar, que le sabe mucho al teatro y a los teatros, expresó que el Sauto vio y verá historias que nosotros nunca veremos. Esa es la magia de la piedra cuando trasciende a la piedra, porque la piedra no tiene la memoria ni el cuerpo blando de los hombres, sino la permanencia del corazón de la tierra.
Esta noche del 6 de abril el Teatro Sauto, Monumento Nacional, cumple 160 años. Para conmemorar este aniversario que se escribe fácil pero abarca siglos, se preparó una gala especial protagonizada por el maestro al piano Frank Fernández, y la Orquesta Sinfónica de Matanzas, dirigida por el maestro Enrique Pérez Mesa.
Entre los nombres a resaltar en más de un siglo y medio de historia se recordaron tres en especial: Ambrosio de la Concepción Sauto y Noda, artífice de la creación del inmueble que llevaría como insignia su apellido, Daniel Dall´Aglio, el arquitecto italiano que trajo de la tierra de las iglesias y los viñedos las proporciones y ornamentos de los teatros de allá, como la Scala de Milán.
Por último, se recordó a Cecilia Sodís, alma y rectora del teatro, de la cual quien la haya conocido y ponga un pie en el tablado del Sauto no puede dejar de rozar con un elogio.
También se entregó la distinción Teatro Sauto a la doctora Alicia García Santana, esa que tanto ha hablado de las ciudades como los corazones cuadriculados de los pueblos, a Rubén Darío Taquechel y a los maestros Enrique Pérez Mesa y Frank Fernández.
Diferentes instituciones y organizaciones agasajaron al centro de las altas artes en su aniversario, entre ellas el Partido, el Gobierno, la Dirección Provincial de Cultura, entre otros.
Las piedras nos sobrevivirán, como nos sobrevivirá la ciudad, pero en sus piedras queda resguardada parte de nuestra propia historia, parte de nosotros mismos y de nuestro tiempo.
