Marian y Reynaldo, Gran Premio del evento infantil.
Reynaldo Cruz Casañas, Rey para los amigos, es un consumado bailador de danzón. A sus 12 años, lleva ocho practicando el baile nacional y participando en concursos.
Junto a su pareja Marian Pérez Alfonso obtuvo el Gran Premio del concurso infantil de bailadores, con el que concluyó, la tarde del domingo 2 de abril, el capítulo matancero del V Encuentro Internacional Danzonero Miguel Failde In Memoriam.
Para la pequeña de 10 años constituyó este su primer certamen, pues hace poquísimo tiempo que forma parte del grupo de aficionados. Reconoce que con su experimentado cómplice perfeccionó la técnica y le duelen los pies de tanto repasar juntos.
“Hablamos y nos entendimos muy bien desde el principio, rápidamente coincidimos en los pasos”, cuenta ella. A su vez, él con caballerosidad añade que junto a “esta gran compañera” se sintió mucho más seguro de su desempeño y de la posibilidad de ganar.
Inmersos en un torbellino de colores, volantes, lazos, abanicos que se agitan sin parar y zapatos lustrados para la ocasión, los pequeños tuvieron una oportunidad diferente y divertida para aprender a amar su cultura autóctona.
De las 36 duplas en competencia, algunas vinieron desde municipios tan distantes como Martí, Jagüey Grande, Cárdenas y Limonar, una muestra de cuán vigente se mantiene el danzón en nuestra provincia.
Cada niño tenía sus propias motivaciones para participar. Carolina Báez García, de nueve años, afirmó que lo ve como una forma de distraerse con un ritmo muy cubano. Por su parte, Johan Rodríguez Oliva enseñó a bailar a su mamá, para practicar en casa porque se le dificultaron los pasos. En cambio, a Davinson Luis Menéndez le encanta la elegancia de los certámenes.
Todos culminaron agotados el concurso, que incluyó varias rondas al ritmo de la orquesta mexicana danzonera La Playa, donde el jurado tuvo que “hacer de tripas corazón” para seleccionar a las cuatro parejas laureadas, ante tanto carisma y talento que desbordó el Parque de la Libertad.
María Alejandra Quevedo, metodóloga del Centro Provincial de Casas de Cultura, quien se encontraba entre los encargados de decidir los galardones, aseguró que fue un proceso muy difícil porque “no se puede evaluar a los infantes igual que a las personas mayores.
“Para futuras ediciones hay que valorar la posibilidad de organizarlo por ciclos, dar premios compartidos, de popularidad, menciones y reconocimientos por participar”.
INCULCAR AMOR POR EL BAILE NACIONAL
La instructora de arte de la especialidad de danza, Leumis Guerrero, comanda una entusiasta tropa de danzoneros provenientes de la escuela primaria 26 de Julio, en la ciudad yumurina. “Lo más difícil de aprender, en el caso de los niños, es el cajón y la vuelta, porque las posiciones y el paso básico lo cogen bastante rápido.
“A partir de ciertas edades resulta muy complicado involucrarlos, por eso los escojo desde pequeños, preescolar o primer grado, para que crezcan con el conocimiento.
“En mis clases los saco de la escuela, al parque o a la orilla de la playa; eso hace que se sientan más libres y participativos. También los motivo a través de las competencias, pero no enfocándonos en la idea de perder o ganar, sino de demostrarse a sí mismos que pueden con el reto”.
Para esta joven, la enseñanza del danzón es también una manera de romper estereotipos de género, de inculcar buenos modales, caballerosidad y presencia en el vestir.
“Muchos padres me preguntan: ‘¿Y el niño también va a bailar?’, porque ven la danza como algo para niñas; pero luego se dan cuenta de cómo es y se convierten en aliados, les buscan la ropa, los acompañan”.
Ella ha participado en anteriores ediciones del evento, así como otros festivales que defienden la identidad danzaria cubana, y reconoce la necesidad de mantener vivo nuestro baile nacional.
(Fotos: Ramsés Ruiz Soto)
