Café Vital: una talla diferente

Entre el incienso y el humo de cigarro se vierte una utopía incorpórea que recorre el local de punta a punta. Tal parece que el tiempo se ha detenido, y que la vorágine del mundo exterior no afecta a aquellos que fueron bendecidos con el don de ser y estar y punto. El sonido de la música inunda el espacio. Sentados, unos sobre una pila de libros y otros en corro a nivel del suelo, los afortunados saborean juntos un café que sabe a vida.

Horas antes, entre amigos, te quejabas de no conocer la dirección de aquel lugar del que tanto habías escuchado. Por suerte, un alma caritativa y conocedora se compadece de tu infortunio y te pasa la clave: «Compadre, no hay pérdida: calle Milanés, entre América y Compostela».

Llegas, y un joven te da la bienvenida. Ropa holgada, pelo largo, barba de meses. Asere, el socio este como se parece a Kamankola, te da por pensar. Y bien podría serlo, de no ser porque se llama Luis Miguel Páez Hurtado y es, junto a su esposa Beatriz Carrasco Rodríguez y su amigo Alberto Herrera Zuaznábar, uno de los creadores del Café Vital: la nueva propuesta gastronómica y cultural yumurina que está dando mucho de qué hablar por estos días.

Luis y Beatriz, creadores del espacio Vital.

Aguatí

Corre, dijo la tortuga, o más bien dijo un Sabina con su voz todavía impoluta de inicios de los años 90. El pequeño reptil acorazado invade todos y cada uno de los rincones del Café Vital. Está en su carta, en sus paredes, incluso en su foto de perfil en Instagram. ¿A qué se debe semejante obsesión por los caparazones?, podrían preguntarse algunos. Pues resulta que la respuesta es en realidad bastante simple, y está relacionada con el origen del espacio.

«La idea de conformar este proyecto–me cuenta Luis– surgió dentro de nuestro grupo creativo. Siempre nos pareció que la provincia de Matanzas, y Cuba en general, necesitan espacios que te permitan expresarte libremente en materia de creación, y entonces nos empezó a surgir la idea utópica de un sitio donde el arte confluyera en todas sus formas, y fundamos el proyecto Aguatí».

«La religión afrocubana posee su propia fábula de la liebre y la tortuga –interviene Beatriz–, que son en este caso un venado y una jicotea llamada Aguatí. Quisimos hacer referencia en el nombre de nuestro proyecto a dicha leyenda por la enseñanza que pretende transmitir: la idea de que el que persevera triunfa».

«Aguatí –continúa Luis– posee una estructura de Mipyme y su primer espacio físico es el Café Vital, una experiencia por ahora cultural y gastronómica, que poco a poco queremos que se vaya expandiendo junto con el gran proyecto que es Aguatí».

Resuelto el misterio de la tortuga, todo cobra un poco más de sentido dentro del aparente caos que aflora en el entorno cosmopolita del Café Vital. Recuerdas entonces la primera página de aquel libro de El Mundo en que Vivimos, en que la jicotea más grande que vas a ver en toda tu vida sostenía a la Tierra sobre su espalda-caparazón.

Para ser feliz, lo más vital

En las religiones budista e hinduista, un mantra es toda aquella frase sagrada con carácter identitario que se recita durante las ceremonias para invocar a las divinidades. Luis considera que no hay mucho que explicar acerca del nombre del Café, pues «lo que es vital es vital, y punto», pero coincide con Beatriz en que sí poseen una especie de mantra que los representa:

«Uno tiene necesidades físicas, por supuesto, pero también espirituales, y en la conjunción de ambas está en parte la supuesta idea de alcanzar la felicidad. Por eso: Para ser feliz, lo más vital. Esa es la frase que recoge la esencia de nuestro espacio».

Los dos grandes referentes que posee la pareja en cuanto al proyecto que buscan llevar a la praxis son la Fábrica de Arte Cubano y el Mejunje de Silveiro: un espacio donde confluyan música, literatura, artes plásticas y, por supuesto, la gastronomía.

«El primer paso en la materialización de nuestro sueño fue la creación del Café Vital. Comenzamos con este local basado en la experiencia gastronómica porque fue lo que primero se nos dio, pero pensamos expandirnos, y desde ya se nota cómo los demás objetivos del proyecto van tomando forma, a pesar del poco tiempo que llevamos abiertos», refiere Beatriz.

Surge entonces una pregunta un tanto obvia, pero cuya respuesta llega cargada de una magia indescriptible.

–¿Qué día fue que inauguraron el local? –El 3 de marzo, Día del Poeta Cubano–responde Beatriz–. Y te lo juro que fue por pura casualidad.

La comida como medicina

El menú del Café Vital no tiene nada que ver con el que solemos consumir en cualquier otro bar o restaurante. Se trata de una dieta vegetariana, con el plus de estar elaborada a base de condimentos cien por ciento naturales.

«Nosotros vemos a la comida como algo que va más allá de la alimentación –asegura Beatriz–. La consideramos como una medicina, porque la vida parte de ahí: de lo que comes».

En cierto modo, la acogida que se le ha dado por parte del público matancero a la propuesta gastronómica del Café Vital les ha sorprendido, pues, a pesar de los numerosos beneficios que posee la comida saludable, muchas personas no comprenden su verdadero valor.

«La cultura alimentaria cubana –continúa Beatriz– es generalmente una cultura en la que predominan la carne, los frijoles, mucha grasa…  y son como nuestros platos típicos. Pensamos en un principio que íbamos a tener un público reducido al que desde el primer momento le iba a llamar la atención nuestra propuesta vegetariana, mientras que a los demás íbamos a tener que educarlos en ese sentido. Pero no hizo falta».

«Y la idea de nosotros no es solo fomentar una dieta saludable –interviene Luis–, sino también rescatar nuestras raíces. La comida que ofrecemos, además de ser vegetariana, está conformada por un conjunto de platos típicos de la zona oriental de Cuba».

«Aunque, eso sí, no se trata simplemente de servirles comida ‘oriental’, como dicen algunos. Intentamos inculcarle al público matancero un sentimiento de identidad nacional, decirles que esa también es comida cubana, porque muchos tratan de dividirnos en tres pedazos, Occidente, Centro y Oriente, pero se olvidan de que todos estamos juntos en una isla en el medio del mar. Lo que pasa es que cada región del país es como los cinco dedos de una mano: cada cual es diferente, pero al final del cuento todos forman parte de la misma unidad», sentencia Beatriz.

Vital es mucho más que un Café. Para sus creadores, el verdadero grano de arena que puedes aportar a la sociedad se basa en la transformación: cómo un espacio no solo puede resultar atractivo estética y culinariamente al público, sino que también es capaz de inculcar en él una serie de hábitos e ideales potencialmente beneficiosos en muchos sentidos.

«Nuestro mensaje culinario va incluso un poco más allá, porque con la comida no solo te estoy diciendo que puedes aprovechar los vegetales. Te estoy diciendo también que hay que cuidar la tierra. Y que hay que trabajarla. Y que hay que proteger a los animales. Siempre hemos soñado con eso, ¿sabes? A través de la comida y el arte llegar a transformar la mente de las personas. El Café Vital es nuestro sueño cumplido», afirma Beatriz mientras sonríe.

«El Café Vital es nuestro sueño cumplido».

El don de la ubicuidad

Entras por vez primera al Café Vital y el choque de mundos es tremendo. Afuera, la calle, el Sol de Cuba y la guagua que no para aunque pase vacía. Dentro, el universo conspira para que todas las variables físicas se junten en una sola y nos sea dado por fin el don de la ubicuidad con el que tanto ha soñado el hombre a lo largo de la historia.

«La idea de la decoración del espacio parte de la esencia misma de Aguatí. Abogamos por una libertad creativa, que en el caso de la estética del lugar posee una sola limitación, y es la parte física. Dijimos: esto es lo que tenemos, vamos a decorarlo hasta donde podamos, dejando que todo fluya. Aunque, eso sí, organizándolo de forma tal que una cosa no chocara con la otra», comenta Luis.

Resulta imposible entrar y no fijarse en La Pared. Así, con mayúscula y sin adjetivos. La Pared es una cosa de otro mundo. En ella confluyen cientos de imágenes, colmadas de personajes y escritos. Puedes encontrar desde un cuadro de Frida Kalho hasta los rostros de Bob Marley, el Gabo o Mahatma Gandhi. Existe incluso un vinilo donde los visitantes pueden dejar en forma de notas sus impresiones acerca del espacio.«Esta pared es un ejercicio de liberación –me dice Luis mientras dibuja con sus dedos un círculo en el que bien pudiera caber nuestra galaxia–. Por eso es tan caótica, pero si te acercas notarás que cada uno de los elementos que la conforman tiene su propia historia que contar».

Detalles de La Pared.

Otro recurso que llama la atención por su inusual empleo es el material con el que están conformadas algunas de sus sillas: nada más y nada menos que con pilas de libros.

«Nosotros fuimos muy prácticos a la hora de amueblar el espacio. Dijimos: ¿qué tenemos? Manos e ideas para hacer. Y ahí fue apareciendo todo. Los libros son reciclados. Ya no servían para la lectura porque tenían trazas. Los iban a quemar, y los rescatamos», cuenta Beatriz.

Sin embargo, los volúmenes no son la opción más inusitada que posee el local a la hora de sentarse. El título le pertenece al propio suelo del espacio, sobre el que los clientes se acomodan haciendo uso de manteles y cojines.

«Vital es una experiencia –me explica Luis–. Y si quieres que esa experiencia sea diferente a las otras que ya existen por ahí, tienes que ser creativo. Brindarles a los clientes una mesa en el suelo los lleva a un nuevo nivel que no habían experimentado antes. La percepción de los procesos entonces va a ser diferente. Y eso es lo que buscamos».

De pronto, un joven se acerca a tu mesa, mazo de cartas en mano. Se presenta como el mago Daniel y te pide permiso para mostrarte algunos trucos. Te habla entonces de Borges y de Camus, y te hace preguntarte si tu vida ha valido la pena cuando te pide que escojas un solo recuerdo de entre todos los que guardas en tu pecho. Termina el espectáculo. «No somos nada…», piensas mientras lo observas alejarse.

«La idea del proyecto por la parte cultural es que el local esté todo el tiempo disponible para que el artista venga y lo intervenga. Con total libertad de creación, teniendo solamente la limitación física del mismo espacio», me cuenta Luis.

«El arte es el eje alrededor del que gira todo en Vital –agrega Beatriz–. Ya varios artistas se han acercado al proyecto y nosotros con mucho gusto les hemos abierto las puertas. Hoy por hoy aquí se realizan peñas, talleres, conciertos… Es un espacio pequeño en el que están pasando muchas cosas a la misma vez».

Una talla diferente

Ante la pregunta de si el Café Vital fuera una canción o un poema, ¿cuál sería?, Beatriz sonríe y, para sorpresa del entrevistador, responde al instante y con total seguridad. «¿Una canción? Guitarra y vos, de Jorge Drexler». No puedes evitar entonces observar la guitarra que cuelga de un clavo en la pared, anunciándose como una de las pocas cosas que precisa el cantautor para vivir. «¿Y un poema? Bueno… de Fayad Jamís, Abrí la verja  de hierro«.

«Me quito los zapatos y los lanzo ciego, amorosamente, contra el mundo», susurra el poeta a escasos centímetros de tus sienes y observas esta vez, desperdigados por el suelo del local, los zapatos de todos los amigos que conversan y sonríen sentados sobre la misma tierra que les dio de comer. Pocas veces ha sido tan palpable la utopía. Y perdónenme los muchachos del Popular Rompepecho por tomarles prestado su eslogan, pero es que el Café Vital es una talla diferente.

(Por: Humberto Fuentes / Fotos: Del Autor)

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4 Comments

  1. Es un placer ver cómo ideas nuevas van creciendo dentro de la deficiente gastronomía Matancera… Este espacio será un oasis en el desierto… El tiempo lo dirá.

  2. Mi lugar preferido de la ciudad que me adoptó como hija. Me hace sentir como en el Mejunje, sin perder su esencia.
    Saludos de una matancera-villaclareña

  3. Todo muy lindo, agradecido por el articulo pero mi nombre es Alberto Herrera Zuaznábar solo para la prensa escrita salga bien. Saludo

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