APARTADO 1433: Por un refugio animalista

Lissette Pinedo, una yumurina residente en la calle Manzano, esquina a Zaragoza, se autodefine como persona afectuosa hacia los animales, si bien no pertenece a ninguna asociación específica encargada de su protección. “Los defiendo, y me lacera el corazón que nuestra provincia no posea sitio de refugio para ellos”, comenta.

“En Matanzas existen sociedades que los atienden, cada una con normas propias; pero en ocasiones esta noble labor se obstaculiza, dada la ausencia de refugios. Entonces debemos llevarlos a casas de tránsito (de los mismos colaboradores); sin embargo, no pocas veces deben ser asistidos en la calle”.

Menciona Lissette en su misiva el trabajo esmerado que en esta dirección protagonizan hoy dos importantes organizaciones: Peluditos de Matanzas y Bienestar Animal Cuba (BAC) Matanzas Esperanza Atenas, cuyo desempeño requiere de más apoyo social.

“Hemos unido contribuciones de alimentos e insumos médicos sin fines de lucro. Otros, desde el extranjero, han aportado donaciones diversas, en aras de reforzar el espíritu altruista de cuantos lideran esta tarea, que casi sin recursos ofrecen lo mejor de sí para salvar la vida de un animal. En tal sentido, han realizado campañas de esterilizaciones, sorteos para recaudar fondos y ferias de adopciones.

“Sobresalen en el loable propósito los nombres de Manuel, Yuya, Ivania, Cyndi, Janet, Dayagne y Ariadna. Conocí que años atrás el BAC poseía un refugio para dar cabida a la protección de animales, pero se lo quitaron y, a pesar de las intensas gestiones para recuperar el espacio, no lo han logrado.

“No significa —puntualiza la lectora— que quien desea abandonar un perro, por ejemplo, lo lleve a este sitio, porque ese no es el propósito del refugio, sino un recinto con normas y reglamentos muy bien delineados.

“Valga el reconocimiento a todos ellos, los animalistas, cuya consagración es digna de elogio. Gracias por su noble alma y entrega sin recibir nada a cambio. En Matanzas debe atenderse el reclamo de las respectivas organizaciones, mucho más ahora, cuando la protección de los animales se ha convertido en ley. Su letra no es para engavetar, sino para actuar, sensibilizar, ayudar”.

Y no le falta razón a Lissette. Si bien la promulgación de una ley por sí sola no resulta suficiente para solucionar las dificultades en este sentido, sí precisa su acatamiento por toda la sociedad, más la comprensión y buena voluntad de hacer viable su contenido.

Esta sección también calorizará siempre cada reclamo que aborde la necesidad de proteger la vida animal.    

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Sobre el autor: Fernando López Duarte

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