Héctor Alejandro, modelo de entereza

Héctor Alejandro Expósito Cáceres aprendió desde niño a enfrentar y vencer barreras de diversas índoles. Lo demostró cuando, aquejado de la parálisis cerebral infantil diagnosticada desde antes de su primer año de vida, con inteligencia y voluntad alcanzó el sueño de graduarse en Ingeniería Química.

Este padecimiento provoca un grupo de trastornos que dañan la capacidad de una persona para moverse y mantener el equilibrio y la postura. Es la discapacidad motora más frecuente en la niñez.

Le produjo una lesión estática en el sistema nervioso central y una hemiparesia derecha —dificultad para mover una parte del cuerpo o alguna de las extremidades en un lado del cuerpo—, lo que trajo consigo serias limitaciones a nivel motor y deformaciones físicas en los brazos y piernas, corregidas en su mayoría mediante 14 intervenciones quirúrgicas a través de los años. 

“En lugar de pensar en aquello que no podía hacer, pensé en lo que sí conquistaría. Los obstáculos me sirvieron para mejorar o encontrar modos creativos de superarlo, y así fue. Materialicé lo que por vocación deseaba estudiar”, manifestó Hectico.

En las alturas del barrio de Los Mangos, en esta ciudad, tuvo lugar nuestra entrevista. Acomodado, una vez más mostró la afabilidad acostumbrada. “Comencé los estudios en la escuela primaria José Antonio Echeverría Bianchi. Desde el programa de vías no formales hasta el sexto grado recibí cariño de mis compañeros, del claustro de profesores y demás trabajadores. Con numerosas operaciones de por medio, logré pasar dicha enseñanza con buenas calificaciones. 

“Cursé del séptimo al noveno grado en la secundaria básica Ramón Mathieu González, donde también hallé ternura infinita y sentido de compresión humana. Con esfuerzo y dedicación obtuve el primer escalafón y continué los estudios en el Instituto Preuniversitario José Luis Dubrocq Sardiñas”.

De este último centro narró una interesante anécdota. “Hubo quienes pusieron en duda mis capacidades para culminar los estudios. Incluso, me plantearon que no podían cambiar el orden en que, por pisos, estaban repartidos los diferentes niveles de enseñanza.  

“Lo anterior se debía a las barreras arquitectónicas que suponía la infraestructura de la edificación frente a mi discapacidad, pues debía ascender hacia las plantas superiores. La compleja situación no quebró mi voluntad ni la de quienes me cargaban junto a mi sillón de ruedas, lo cual agradezco infinitamente.

“Obtuvimos la ayuda necesaria, interior y exterior, incluida la de quienes al principio consideraron que no podría seguir por la causa antes señalada. Nuevamente vencí otros tres arduos años. Me gradué con alta calificación, al punto de poder optar por la carrera universitaria”.

Resulta curioso conocer cómo se inclinó Hectico por la Química. Ocurrió en casa, y en ello más bien intervino la curiosidad infantil. De manera gradual, esta introdujo en su pueril mentalidad tales inquietudes y apareció el “bichito” de la vocación.

“Surgió desde pequeño. Solía pedirle a mi madre varios productos alimenticios como azúcar y sal, luego removerlos en agua y esperar hasta ver qué sucedía. Deseaba saber por qué  las sustancias tenían distintos comportamientos al interactuar con otras. 

“En la secundaria básica me enamoré de la Química desde que la comencé a recibir. Esa pasión fue en ascenso en el preuniversitario, donde tuve maestros de excelencia; pero en particular, sin dudas, me cautivó la entrega y el saber del profesor Roberto Medina. 

“Mi idea inicial fue hacer la licenciatura en Bioquímica, pero, como se cursa fuera de la provincia, elegí una carrera afín a mis circunstancias y que estuviera relacionada con mis expectativas”.

Habla entonces del futuro inmediato, de cuanto hará para aportar a la ciencia y la técnica, crear nuevos bienes para la sociedad. “El propósito es continuar la línea investigativa, y para ello trabajaré en la Unidad de Desarrollo e Innovación-Centro de Anticorrosivos y Tensoactivos, ubicada en la planta piloto de la Universidad de Matanzas.

“Es un proyecto de investigación, desarrollo y producción de materiales para la protección anticorrosiva y conservación, de valioso aporte actual y en el mañana. Tendré la posibilidad de ampliar el campo del conocimiento, adquirir experiencias muy positivas, crear e intercambiar”.

Al referirse a la importancia de la familia, aseveró que en su caso es fundamental en todo; en su crianza, escuela, hospitales, en los que también contó con el apoyo del sistema de Salud.

“Amor infinito, no existen otras palabras para encerrar tanto aprecio. Incluyo amistades, en especial las más cercanas: Alexandra, Mariángela y Agustín. Soy afortunado al contar con personas maravillosas que me sirven de inspiración constante”. (Fotos: Cortesía de la Fuente)

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2 Comments

  1. Fui su profesora guía en 7mo grado, recuerdo como bailamos y compartimos con sus compañeros, su familia es su coraza, su inteligencia todo un reto fue en el aula y su corazón fue su impacto mayor por en sus deseos de no creer, ni tener obstáculos.

  2. Admiro mucho su constancia y dedicación a lo que le gusta, seguro será un excelente profesional.
    Todavía necesitamos generalizar la educación inclusiva y aplicada a todas las enseñanzas.

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