Martí en el álbum de su centenario

Cada vez que se acerca enero, en el de Pedro Betancourt, la muestra del mes se dedica a José Martí. Este año sobresale un antiguo álbum.v

Las más de 20 alumnas del 5to H, de la escuela pública Félix Varela (actual escuela primaria José A. Echeverría), en Pedro Betancourt, aprendieron a amar a Martí a través de su profesora, la Doctora María Giborosa Sánchez Crespo.

Al prestigio de esta educadora se sumaba una rectitud absoluta. Por eso aquellas niñas ataviadas con uniformes azules y blancos decidieron cumplir con entereza la orientación de confeccionar páginas dedicadas al Apóstol.

El proyecto requirió hurgar en la prensa de la época, en revistas, libros, a fin de conseguir imágenes alegóricas a la figura de Martí, desde escenas donde se revela su condición humana, hasta otras que testimonian el misterio de su grandeza.

A cada estudiante correspondió un espacio donde con celosa caligrafía aparece su nombre junto a un pensamiento martiano y aquellos recortes ubicados de modo solemne.

¿Cómo elegirían las frases? ¿Serían fruto del azar o quizás cada una de aquellas discípulas escogería la idea más cercana a su sentir? ¿Cuántas horas habrán entregado a Martí, inmersas en recortes, maravilladas por la inmensidad de una vida tan breve?

Era el año 1953 y el centenario del Maestro sacudía el alma de la Isla.

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Cada vez que se acerca enero, en el Museo Gustavo González Pérez, de Pedro Betancourt, la muestra del mes se dedica a José Martí.

Este año, gracias a la colaboración de la biblioteca municipal se exhiben, entre otros objetos, diferentes ediciones de La Edad de Oro. Sin embargo, dentro de las piezas expuestas sobresale un álbum. Encuadernado con una tapa dura de color rojizo que tiene en el centro el rostro del Héroe Nacional, contiene al dorso de la portada una nota donde especifica que fue donado el primero de septiembre de 1982 y la firma de quien tuvo este digno gesto: la Doctora María Giborosa.

Cuenta el MSc.Julián Rogelio Álvarez López, historiador local, cómo resultaba una suerte de tradición recorrer las instituciones educacionales del territorio para mostrar, ante el asombro estudiantil, el álbum fruto de la creatividad de alumnos como ellos.

Nada como esos instantes para comprender que Martí no puede encasillarse como patrimonio de una generación específica, porque su imagen resulta común a los hijos que ha dado la Patria, al punto de que todos tenemos un Martí nuestro.

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Luris Salgado Ysasi tiene 82 años “muy bien llevados”, dicen todos los que admiran su andar ligero, su costumbre de arreglarse de forma elegante el cabello blanquecino por el tinte de ocho décadas.

Esta tarde Luris abandonó la ancianidad. Fue invitada a la inauguración de la muestra del mes en el museo, dedicada al natalicio del Maestro. Frente a los pioneros volvió a ser la niña del 5to H y recordó al Apóstol descrito con pasión por su querida profesora.

Hubo en su rostro un lapso de nostalgia por las horas de uniforme azul y blanco, y atisbos de luto por la ausencia de tantas amigas cuyos nombres figuran allí en el viejo álbum donde el paso del tiempo ha hecho estragos.

Las páginas tienen frases diversas: “Amar puramente es redimirse de terribles sueños”; “Se es bueno porque sí; y porque allá adentro se siente como un gusto cuando se ha hecho un bien, o se ha dicho algo útil a los demás”.

Lamentablemente la hoja que fue confeccionada por sus manos infantiles tiene fragmentos roídos. Sin embargo, Luris sabe que la dimensión del pensamiento martiano escogido por ella está plasmada con una caligrafía más honda, propia de los espíritus nobles que despiertan diciendo junto a Martí: “Así es la vida, que no cabe en ella todo el bien que pudiera uno hacer”.

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Sobre el autor: Lianet Fundora Armas

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