La Oveja Negra del humor en Cuba

“Somos la Oveja Negra porque hacemos un humor diferente al de los demás artistas. Realizamos muchas versiones de clásicos de literatura, del cine, de la historia. Eso no es común. Casi nadie lo hace o solo de manera esporádica”.

A decir de Luis Alexis Pérez Mora, director del grupo humorístico La Oveja Negra, esto constituye el carácter del popular conjunto, que los hace diferentes del resto y les dio nombre. Tras su última función en el Teatro Sauto, el humorista ofreció una exclusiva para Girón.

Con brillo en sus ojos y una pequeña sonrisa al recordar los inicios, contó cómo, nacida en la Universidad Central de Las Villas, La Oveja Negra ha regalado al público cubano más de dos décadas de buen humor.

“La Universidad Central de Las Villas es un lugar lleno de cultura. En los 90 muchos artistas la visitaban. Empezamos presentando cosas como podíamos en nuestras facultades, hasta que llegó el momento de tomar en serio el trabajo. Así surgió La Oveja Negra, con varios estudiantes del propio centro”, comentó Pérez Mora, mientras rememoraba con añoranza la primera función de la agrupación, el 10 de junio de 1994, en el Teatro Principal de Sancti Spíritus. Ese mismo año fueron invitados al Festival Aquelarre, en La Habana.

“Empezamos pasando mucho trabajo y aprendiendo de numerosos artistas. En aquella época había un movimiento muy fuerte. El Centro Promotor del Humor, recién creado, nos acogió. En La Habana chocamos con los de allí y fuimos viendo lo que se hacía en otros lugares y aprendiendo de los que venían de los años 80. Todo eso nos orientó en un camino, una idea”.

Para Nwito, como también se le conoce, Osvaldo Doimeadiós fue como un padrino e impulsó y aportó mucho a su carrera profesional.

“Doimeadiós fue el primer director del Centro Promotor del Humor. Por su cargo y posición nos apoyó, como a todos los que estaban empezando en esa época: La Llave, la Leña del Humor de Santa Clara, que era un grupo viejo, pero en ese año entraron jóvenes y otros más.

“Él, en calidad también de humorista, nos dio clases y buscó la manera de que varios profesores del ISA nos enseñaran. Aprendimos muchísimo en esos tiempos y crecimos como artistas”.

Octavio Rodríguez (Churrisco) constituyó otro pilar fundamental en el desarrollo artístico de la agrupación. Más que un amigo fue para ellos como un padre, desde que la capital cubana los recibió en 1996.

“Nos dio consejos y ayudó en nuestro trabajo. Empezamos una peña en 1996 en el Teatro Bertolt Brecht, y él nos respaldó para que el público fuera. Para nosotros, que estábamos en los inicios y habíamos llegado a una ciudad desconocida, fue muy importante. Hicimos la primera gira internacional precisamente con Churrisco, en 1999. Siempre lo recordamos y tenemos presente como una de las personas más relevantes en la vida de La Oveja Negra”.

Aunque Alexis estaba algo ansioso porque tenía que regresar pronto a La Habana, lo que se podía apreciar por el imparable movimiento constante de su pierna derecha, siguió hablando un poco más sobre las características del grupo.

“También hacemos mucho humor gestual, visual, donde no se habla. Es una comedia que nos identifica porque sin palabras logramos que el público entienda la historia y ría incluso a carcajadas. Eso nos permite ser entendidos por personas de habla no hispana, en cualquier parte del mundo. Así ocurrió con Drácula.

“Hay mucho de este arte cubano que no puede trascender nuestras fronteras porque no se comprende: lo del apagón, lo de que si no hay aceite… Eso allá afuera no se entiende, pero tratamos de hacer una variante más clásica, más internacional, para lograr ese tipo de cosas y que nos entiendan también los extranjeros que visiten Cuba.

“Hicimos espectáculos en Colombia, tal cual lo presentamos en Cuba, con adaptaciones de clásicos, por ejemplo Los Tres Mosqueteros, y funcionaron a las mil maravillas”.

La Oveja Negra está próxima a cumplir su aniversario 29. En estas casi tres décadas se vuelve necesario ver cómo se hace reír en Cuba.

“Hacer humor en Cuba por una parte es fácil, porque crear chistes con todo lo que ocurre es sencillo. Lo viven todos los cubanos, en una cola, en la vida diaria, en el trabajo, con los amigos. Atravesamos muchas vicisitudes y cosas anómalas que nos obligan a crecer con chistes; por ese motivo es un poco fácil.

«Pero a la vez es difícil porque no puedes hacer el mismo chiste que la gente en la cola. Tienes que tratar contarlo de otra forma ya que eres humorista y llegar al público de manera inteligente, que le sorprenda. Hay que lograr que a pesar de estar hablando de una cosa difícil le de deseo de reír, de pasar el rato y desestresarse.

«Tiene esa ambivalencia porque, aunque es fácil de hacer, hay que tratar de no dar un humor chabacano o burdo y hacerlo de otra manera que de tanta risa como el otro y disfrutes y pases un buen rato». (Por Lorelys Pimienta Gómez, estudiante de Periodismo)



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Sobre el autor: Periódico Girón

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