Aquella niña de la finca La Esperanza, en Los Arabos, a la que le gustaban la lectura y los animales, se convirtió en una excelente profesional. A Yirmara Torres el periodismo la cautivó, aunque las carreras de Arquitectura y Física pura estuvieron entre sus opciones.
Según cuenta era de esas que escribía poemas, cuentos y alguna que otra carta, para sus enamorados y de algunas amigas.
“A los 10 años nos mudamos a Colón y me incorporé al círculo de interés de radiodifusión del Palacio de Pioneros. Ahí comenzó mi relación con los medios de comunicación como locutora del programa infantil Niñito cubano, y como redactora de varios textos.
“Pero no fue hasta duodécimo grado, cuando estudiaba en la Vocacional, que me tomé en serio el periodismo. Nos informaron que en ese año no llegaría con ese nombre, sino como Comunicación Social, y que reuniría en el plan de estudios ambas carreras. Solo llegó una a la provincia, decidí arriesgarme y la pedí junto con Filología, Derecho y Psicología. Finalmente me otorgaron Periodismo y esta guajira llegó a la capital”.
LA UNIVERSIDAD, FIDEL, GIRÓN, LA MAGIA DE LA RADIO
“Descubro la Universidad de La Habana en pleno Período Especial. A pesar de las carencias materiales, me encantó el mundo de los universitarios: las nuevas asignaturas, los teatros, los cines, el malecón, los amigos, las fiestas.
“De esa etapa recuerdo especialmente al profesor Juan Orlando Pérez, quien nos impartió Periodismo Impreso. En sus clases hablaba sobre cómo se lleva en la sangre la necesidad de querer cambiar el mundo, de expresarte, de defender las causas justas.
“Cursaba quinto año cuando nos explican que el Comandante en Jefe propuso enviar estudiantes de la carrera a cumplir una misión internacionalista. En dicha misión tendríamos que hacer una cobertura sobre las labores de las brigadas médicas. Mi destino fue Guinea Ecuatorial. Nos graduamos al regresar y, durante la entrega de los títulos, Fidel me pregunta por mi ubicación laboral. Cuando le comenté que prefería el periódico Girón se alegró mucho. A pesar de que me propusieron trabajar en La Habana ya le había hecho una promesa. Comencé en Girón en 2001, con José Luis Valdés Rionda como tutor.
“Aquí viví momentos singulares, realicé coberturas que me hicieron crecer como profesional y durante siete meses fui coordinadora del Humedal del Sur. Por ese tiempo comenzó a dirigirnos una persona que no era periodista y que tenía concepciones y métodos que no iban conmigo, por lo que decidí abandonar el periodismo impreso.
“La televisión nunca me ha gustado. La radio se veía como el medio para continuar mi vida como periodista. En Radio 26 fui muy feliz, sobre todo porque me hice cargo de los guiones de El Familión, un programa que durante 10 años se escuchó en miles de hogares matanceros”.
LA PRESIDENCIA
“Antes de que llegara la propuesta para ocupar la presidencia de la Upec (Unión de Periodistas de Cuba) en Matanzas, ya había sido organizadora y vicepresidenta. Confieso que nunca me ha gustado dirigir, porque cuando asumes esta responsabilidad, si realmente quieres hacerlo de la manera más decorosa posible, debes dejar a un lado tu profesión. Acepté porque me negué a permitir que tan importante cargo lo ocupara alguien con menos compromiso.
“Soy una persona que quiere pertenecer a organizaciones que funcionen, y para mí la Upec era eso”.
EL MAGISTERIO
“En la Universidad de Matanzas he impartido Periodismo radiofónico, Hipermedia, Periodismo impreso y otras optativas. Entrar a las aulas es una de las cosas que adoro. Cuando siento que se acaban las fuerzas, mis estudiantes me dan razones para luchar por el periodismo matancero.
“Más que enseñarles la teoría prefiero compartirles mis vivencias. Les hablo de lo bueno y lo malo, de la importancia de querer comerse el mundo, de atreverse, porque ya llegará el momento de tropezar con la realidad”.
YIRMARA
“Mi familia es lo primero. Con mis padres y con mi abuela soy un poco malcriada. Como madre soy bastante estricta. Mi esposo era quien consentía a mi hijo César y desde que falleció he tenido que aflojar el nivel de exigencia con él.
“Tengo excelentes amigos, no creo en el matrimonio, me gusta beber, conversar, leer, bailar toda la noche, reírme. ¿Qué me disgusta? Me disgusta la gente que no es sincera, me disgustan las personas que hacen daño.
“No tengo qué reprocharle a la vida. Me he equivocado, pero las decisiones las he tomado con plena conciencia. Amo a Cuba, a la carrera que escogí, a mi hijo. Quizá lo que necesito es más tiempo para perpetuar mi juventud”.